-Vaya, cada día se te nota más- dijo mi padre al ver mi barriga crecida.
-Por mucho que trates de ocultarla, se descubrirá tarde o temprano- dijo mi madre.
-Lo sé, pero no quiero tener a cámaras y a periodistas alrededor mía- expliqué yo, poniéndome una sudadera que me permitía cubrir la barriga-. Últimamente están muy pesados y con mi embarazo lo estarían más.
-Es comprensible, al fin y al cabo- dijo mi madre.
Ya habían pasado dos meses desde aquella cita con Joel. Recuerdo que al día siguiente estábamos cubiertos por una sábana y con mis padres riéndose por lo bajo. ¡Qué vergüenza pasamos! Ellos ya supusieron lo que había sucedido, no hacía falta explicarles nada más. Como era de esperarse, mi barriga empezó a hacerse más notoria, indicando que ya había una vida, o en mi caso varias, creciendo en mi interior. No quería atraer a la prensa cerca de mí, así que he empezado a usar desde hace poco sudaderas que son sueltas y que me cubren mi barriga. Suerte que está empezando a hacer frío, si no sería mucho más extraño. Una vez me había vestido y me había preparado para el día, me despedí de mis padres y me fui a la universidad.
En un primer momento, todo estaba en calma. Bueno, cuando digo en calma, me refiero a que cada dos por tres, después de las clases, las chicas se acercaban para preguntarme cosas que no entendían y los chicos se acercaban para más o menos lo mismo. Al menos los de mi clase me habían dejado un poco en paz con el tema de enamorarme. En la tercera hora, estaba atendiendo la petición de dos ratonas.
-Y ahí tenéis la espiral de colores complementarios terminada- dije yo, terminando mi explicación.
-¡Ay, muchas gracias, Ethan!- dijo una de ellas-. Es una pena que seas un lobo blanco. Eres guapo y además inteligente, un chico que enamoraría hasta la mismísima diosa Afrodita.
-¡Venga ya, estáis exagerando!- dije algo sonrojado.
-Sí, en mi opinión enamoraría más a Apolo- dijo Lucía sonriendo, acercándose a mí-. Oye, ¿podemos hablar un momento?
-¿Tú también tienes dudas de algo?- pregunté curioso.
-No, simplemente me preguntaba como te encuentras- dijo ella-. La semana pasada te tuviste que ir de nuestra quedada porque estabas indispuesto.
-Ah, eso- no me gustaba mentir, pero no quería que se descubriera sobre mi embarazo-. Solo me encontraba mal.
-Menos mal. Parecías a punto de echarlo todo- dijo ella, pensando un momento sus palabras-. Echarlo todo...
Su mirada de gata amable cambio a la de sospechas nada más decir eso. Creo que se va a descubrir el pastel si no hago algo.
-Y no solo eso, sino que también has salido mucho durantes las clases- dijo ella, mirándome fijamente. El resto de la clase empezaba a prestarme atención-. Oye, ¿no estarás ocultando algo?
-¡Qué va! ¡Cosas tuyas!- exclamé nervioso.
-¿Seguro?- preguntó ella, mirando mi sudadera-. ¿Y por qué me da que ocultas algo?
-Eeeeeeh... ¿No?- ya era imposible salvarme.
Lucía se abalanzó sobre mí y me levantó la sudadera, dejando expuesta mi barriga de embarazo ante toda la clase. Durante unos instantes, todo fue silencio mientras miraban hacia mi barriga. Duró poco ese silencio.
-¡¿¡¿QUÉÉÉÉÉÉ?!?!
A mi alrededor empezaron a juntarse chicas emocionadas, tratando de preguntarme todo tipo de cosas. Como lo hacían a la vez, no entendía nada. Por suerte, Lucía y Raúl estaban ahí para calmar a la multitud de chicas eufóricas. Pero no tardaron en avasallarme a preguntas ellos también. Al menos a ellos si les entendía.
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Lobo blanco (Furry/Yaoi)
Roman d'amourHace doscientos años, el primer lobo blanco nació. Nadie supo cuan especial era esta especie hasta dieciocho años después, cuando se descubrió que podían quedar embarazados y estos embarazos se regían por una serie de normas naturales. En el día de...