El Plan Cero Humanos se encontraba en su apogeo: Goku Black y Zamas, las únicas deidades vivas en su línea temporal, viajaban por los diversos universos destruyendo todo rastro de vida mortal en ellos. Luego de exterminar todas las civilizaciones en la mayoría de los universos, el dúo se estableció en la Tierra, un lugar estratégico para ellos dada la especial relación de los humanos que vivían ahí con el origen de su plan. Se instalaron en una cabaña ubicada en el medio de un frondoso bosque rodeado por montañas, con la intención de permanecer ahí por tiempo indeterminado mientras Black destazara a todos los humanos restantes, cosa que no era nada difícil. Black era un guerrero innato, con habilidades más allá de los mismísimos dioses: su carne saiyajin le proveía de una fuerza y resistencia que lo hacían virtualmente invencible, sin debilidades. No al menos en el campo de batalla.
Pero esa tez verde. Esos ojos platinados. Esa figura delgada y elegante. Podían hacer temblar sus rodillas y elevar sus palpitaciones a magnitudes superiores a las sentidas en batalla. Su compañero, su yo del futuro, ese que eligió para compartir su misión, era su debilidad.Era completamente natural que el vínculo entre Zamas y Black se hubiera profundizado luego de tanto tiempo compartiendo los mismos espacios, momentos e ideologías, viajando por el cosmos para lograr juntos su sueño. Pero Black definitivamente empezó a percibir otro tipo de sensaciones que le nacían, que se incrementaron en cuanto empezaron a vivir juntos: la consolidación de una rutina compartida los había unido aún más. Sus sentimientos por Zamas no habían cambiado –el afecto por él era el mismo, lo apreciaba tanto como, justamente, a sí mismo– pero algo era diferente cuando lo miraba. Como si una fuerza más allá de él lo empujara a acercarse, físicamente hablando. Al principio no fue nada extraño, tanto Zamas como Black no tenían problemas en relacionarse de forma física con alguien que era ellos mismos, como en el abrazo que compartieron en su primer encuentro; era normal que intercambiaran palmadas y caricias azarosas, y no tenían problema en dormir juntos en la misma cama. Pero Black empezó a sentirse ansioso al respecto, y el dormir juntos no ayudaba a disminuir sus ansias.
Una noche, Black tenía dificultades para dormir, así que permaneció despierto observando a su compañero acostado a su lado. Podía pasar horas sólo viéndolo, apreciando sus finos rasgos, su pacífica expresión y esa aura divina que traslucía, de la cual él carecía. Realmente se veía divino, un encanto que iba más allá del plano terrenal. Dubitativo, acercó su mano a él y acarició muy suavemente su frente y parte de su cabello que caía sobre ella, sólo con la punta de sus dedos. Era un contacto insignificante, pero que sin embargo lograba complacerlo de alguna forma. Zamas encogió un poco los hombros y abrió los ojos, que enseguida clavó sobre los de su compañero, quien rápidamente detuvo el movimiento, temeroso de su respuesta.—Lo siento, ¿te desperté? —se disculpó Black en voz baja.
—No —respondió Zamas con suavidad.
—¿... Te molesta que haga eso?
—No —volvió a responder con la misma amable suavidad—. ¿Por qué lo haces? —preguntó, no buscando una justificación sino por curiosidad.
—No lo sé —contestó Black frunciendo un poco el ceño, con cierta culpa por no poder explicar mejor sus impulsos—. Es que... se siente bien.
—Sí. Se siente bien... —suspiró Zamas, cerrando los ojos con somnolencia.
—Entonces... ¿no te molesta si sigo haciéndolo?
—No —respondió el kai en un susurro.
Black enseguida hizo uso del permiso, acariciando la cabeza, la mejilla y la oreja de su contraparte, pero con mucha suavidad para no perturbar su sueño. Era una fortuna que Zamas hubiera permitido el contacto, de lo contrario Black habría depuesto esa conducta enseguida; ningún ansia particular de su nueva anatomía sería justificación para abusar de su compañero. Black continuó acariciándolo hasta que la repitencia del acto logró dormirlo.
Este tipo de situaciones se volvieron a repetir, aunque Black ya no precisaba del permiso de Zamas para acercarse hasta cierto punto a él. Pero ese "hambre" que sus manos sentían no sería satisfecho tan fácilmente, sino más bien aumentado. La piel de Zamas era una exquisitez para la de Black, y algo dentro suyo luchaba por deleitarse en ella. Él se daba cuenta, "esto debe ser algún extraño mecanismo de este cuerpo humano" pensaba con frecuencia Black, que tampoco estaba tan interiorizado sobre el funcionamiento del mismo para explicarse estas reacciones. Lo único que sabía es que constantemente sentía la necesidad de estar cerca de Zamas, de tocarlo, de mirarlo, de tenerlo.
Días y semanas pasaron en las mismas circunstancias. Esa mañana Black despertó muy temprano, aún de madrugada, distraído por el ruido de unos animales en el exterior. Cuando se volvió vio a su compañero durmiendo, dándole la espalda. Lo contempló unos momentos, pero ninguna clase de meditación podía disuadirlo de actuar ante tal tentación. Con cuidado, se movió entre las sábanas y se acurrucó sobre la espalda de su compañero, pegando su nariz a su nuca; procuró no hacer ningún movimiento brusco para no despertarlo, no quería incomodarlo. El calor de su cuerpo, que contrastaba con el fresco aire de la mañana, era una delicia para los sentidos de Black, que sonrió al percibirlo. Además Zamas siempre olía muy bien, cosa que él notaba gracias a su olfato acrecentado por su naturaleza saiyajin. Esos pequeños momentos de tranquilidad y unión tan pura lo hacían muy feliz, el tipo de cualidad que los humanos que se veían asediados por su insaciable sed de destrucción jamás llegaría a imaginar. Pero la cercanía nunca era suficiente para los ansiosos sentidos de Black, que siempre buscaban algo más de su otro yo. Con algo de dubitación, pasó su brazo por encima de la cintura de Zamas y lo abrazó, acercándolo un poco más a él. La forma en que sus dos cuerpos se acoplaban a pesar de sus anatomías diferentes se sentía sensacional para Black. Si tan sólo...—¿Hmm?
Zamas gimoteó, indicando que estaba despierto y obviamente confundido por la situación. "¡Mierda!" pensó Black, sus impulsos le hacían olvidar que Zamas tenía un sueño muy ligero y podía despertarse de nada. Sin embargo, su cuerpo no atinó a soltarlo, su interés era más fuerte que su vergüenza.
—Perdón por despertarte —susurró Black lleno de culpa, cerrando los ojos con fuerza y tensando todo su cuerpo, involuntariamente apretujando un poco más a Zamas contra él.
—No pasa nada —contestó el kai con tranquilidad.
Black suspiró con alivio, quizá demasiado fuerte, llamando la atención de Zamas.
—¿Estás bien? —preguntó él, volviendo su cabeza para ver a Black a la cara.
Black estaba pegado a él, por lo que quedaron a cortos centímetros el uno del otro: Black abrió los ojos como platos y se ruborizó un poco, pero Zamas no lo notó por la oscuridad. Era increíble lo que sólo una corta distancia podía provocar, los rasgos de Zamas se veían aún más atractivos y tentadores de cerca.
—S-sí, todo está bien —respondió Black, fascinado por la imagen que tenía enfrente.
—De acuerdo. Trata de descansar un poco más —le dijo Zamas mientras se volvía a su lugar.
Black permaneció inmóvil unos segundos, azorado por lo todo lo que sentía en ese momento,
antes de darse cuenta de que seguía aferrado a Zamas.
—¿Te molesta que te tome de esta forma? —se apresuró a preguntar, levantándose un poco sobre su codo.
—Hm-hm —Zamas negó con un sonido gutural.
Black volvió a recostarse, tranquilizado por esa respuesta pero aún conmocionado por ese encuentro tan cercano. Trató de respirar profundamente con disimulo para disminuir sus palpitaciones, ya que su compañero podría llegar a sentirlas al estar tan cerca el uno del otro.
—Hmmmmm~ —Zamas gimió con sueño en lo que se acomodaba sobre su lugar, apoyaba su brazo sobre el de Black y tomaba su mano, disponiéndose a dormir.
Y hasta ahí llegó el intento de Black de tranquilizarse: volvió a abrir grandes los ojos, aturdido por la intensidad de las emociones que lo atravesaron con ese simple acto. La sensación de Zamas aceptando su gesto y compartiendo la calidez de su mano fue algo maravilloso. Y ese gemido sonó tan... ¿Interesante? ¿Curioso? ¿Peculiar? 'Sensual' era la palabra que Black buscaba, pero él aún no la conocía. No pudo volver a dormirse, pero eso era lo último que le importaba.
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Más Allá de tu Piel
FanfictionEl nuevo cuerpo de Black comienza a apremiarlo con sentimientos que no comprende, que lo incitan a acercarse cada vez más a Zamas de forma física. Pero Zamas no parece sentir igual. ¿Qué pasará cuando los sentimientos de dos personas que son la mism...