Desde aquella ocasión, Black pudo liberar su pasión por la piel de Zamas, aunque siempre con tacto y delicadeza. Lo saludaba con un beso en la mejilla o la frente, tomaba su mano mientras charlaban o tomaban el té, y lo acariciaba siempre que tenía oportunidad; tener encuentros de intercambios de caricias y cariño antes de acostarse y durante las mañanas se había hecho costumbre para ambos. Eran gestos que a Zamas no molestaban, pero que para Black significaban mucho, hacían regocijar su corazón y calmaban un poco esas ansias que constantemente sentía. Poder tener a Zamas a su lado lo era todo para él.
O eso pensaba, pero con el correr de los días Black empezó a notar algo: tocar a Zamas ya no era suficiente. La sensación de poder tenerlo entre sus manos era estupenda, pero él también deseaba recibir la misma atención, su propia piel pedía por el tacto ajeno. Al principio no le importaba, le bastaba con poder tener a su otro yo cerca de él, pero lentamente se fue dando cuenta de que ya no le bastaba, que deseaba una devolución de su cariño y que Zamas no estaba dándosela. Black se las ingeniaba para incitar esta actitud en su compañero, tomando su mano con la suya y haciéndolo acariciar su rostro o su pecho, y Zamas lo hacía, pero sólo en tanto era compelido de esta forma, y no por mucho tiempo. Era casi como si Zamas no sintiera interés en tocarlo a él sino sólo en recibir su afecto. Black sabía que esa actitud no era voluntaria, de otra forma Zamas se lo hubiera aclarado desde un comienzo, pero no sabía cómo despertar esa voluntad en él. Al final, decidió que lo mejor sería evitar malentendidos y pedir por la atención que necesitaba sin tapujos.—Sabes... me gustaría que tú también me acariciaras como yo lo hago —pidió Black en voz baja, mientras escurría sus dedos por el cabello de Zamas, sentados en el sofá del comedor, en medio de una sesión de caricias.
—¿Así? —Zamas llevó su mano hacia el cabello de Black y también lo acarició, jugueteando con su flequillo y sus largos mechones de pelo.
—Sí —Black sonrió, deleitado por el contacto—. Pero, en general. Quiero saber que te gusta lo que hago. Que ambos podamos disfrutarlo.
—Oh. Lo siento —Zamas percibió enseguida a lo que Black se refería y respondió algo apenado—. Es que... mi cuerpo no está acostumbrado a esto. No tiene los mismos impulsos que la anatomía humana, no tiene la iniciativa o, más bien, la respuesta motriz adecuada para estas cosas. Aún lo recuerdas, ¿no?
—Sí, lo sé muy bien. Pero también sé que pudimos cambiar la percepción de este cuerpo —respondió con tono juguetón, mientras bordeaba el rostro y labios de Zamas con sus dedos—. Creo que, así como te acostumbraste a recibir mis caricias, puedes acostumbrarte a dármelas. Sólo necesitas habituarte a ello.
—En efecto. No lo hago por desinterés, sólo necesito un poco de aliciente —dijo Zamas, aún con algo de pena en sus ojos, mientras acariciaba la mejilla de Black, motivado por el tópico del momento.
Eso fue suficiente para Black, la buena voluntad de Zamas de hacer algo al respecto logró renovar su afán. Observó los labios que había tocado hace unos segundos; quizá era la corta distancia que lo separaba de ellos o el deseo del momento, pero hoy se veían particularmente tentadores. Y no quiso negarse a sus deseos hoy. Black se acercó y, por primera vez, le dio un beso a Zamas sobre los labios, muy suave y casi sin mover los suyos. Cuando se separó, vio cómo las mejillas y orejas de Zamas se teñían de un adorable tono carmesí, enmarcando una expresión de sorpresa en su dueño.
—Supongo que de verdad tu cuerpo no está listo para algunas cosas —sonrió Black—, pero si reaccionó de alguna forma es porque vamos por buen camino. Te ves precioso —agregó, con dulzura.
—No actúes como si supieras más de esto que yo, tú también estás sonrojado —retrucó Zamas con tono divertido, entre avergonzado y halagado.
Black no lo había advertido ya que le era usual sentir cómo la temperatura de todo su cuerpo aumentaba cada vez que tocaba a su contraparte, pero él también sintió una particular calidez en su rostro luego del beso. No le pareció algo para avergonzarse, sin embargo, debía ser una reacción natural si ambos experimentaron lo mismo; además, esos cortos segundos en que mantuvieron ese contacto se habían sentido divinos. Era algo que definitivamente quería volver a sentir.
—¿Eso te gustó? —preguntó Black.
—Sí.
—¿Quieres más?
—Por favor —contestó Zamas, como un verdadero ruego.
Black se acercó a él, tomó su mejilla y le dio otro beso, esta vez extendiendo su duración, mientras acariciaba el pómulo con su pulgar. En ese momento ya nada más le importó, no necesitaba de una caricia ajena o un gesto mutuo mientras ese beso los uniera de esa forma; era la unión perfecta entre sus almas.
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Más Allá de tu Piel
FanfictionEl nuevo cuerpo de Black comienza a apremiarlo con sentimientos que no comprende, que lo incitan a acercarse cada vez más a Zamas de forma física. Pero Zamas no parece sentir igual. ¿Qué pasará cuando los sentimientos de dos personas que son la mism...