Iguales pero Diferentes

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—¿Algo te está molestando? —preguntó Zamas con tranquilidad, mientras enjuagaba los restos de champú de la abundante cabellera de Black.

Estaba a espaldas de Black, quien permanecía muy quieto mientras su compañero lo ayudaba, mientras el agua de la ducha caía sobre él y repicaba en los azulejos. Quizá fue la rigidez de sus músculos o la falta de diálogo ese día lo que lo hizo sospechar de que había algo diferente, Zamas podía ser bastante receptivo para algunas cosas, aunque Black no estaba preparado para manejar una justificación aún.

—Nada particularmente importante —contestó con la misma tranquilidad.

—¿Algo particularmente nimio entonces?

—Jm —Black resopló—. Quizá.

—Ya dime —Zamas pidió con amable complicidad, mientras acariciaba el cabello mojado de Black para darle forma, habiendo terminado de lavarlo.

Black dio un suspiro que intentó disimular, antes de cerrar la llave de la ducha y darse media vuelta para enfrentarse a su contraparte. Zamas lo observaba con ojos inocentes, esperando conocer la razón del malestar de su compañero.

—Sabes que habitar este nuevo cuerpo ha sido un desafío para mí. Me ha brindado toda clase de poderes nuevos, pero también toda una nueva gama de necesidades y sensaciones que aún estoy intentando comprender. No me arrepiento de haberlo obtenido, pero... a veces me desconcierta lo distinto que es al tuyo.

Zamas escuchaba con atención, esperando por el verdadero quid de la cuestión.

—Para decirlo de otra forma —continuó Black—, este cuerpo me hace sentir cosas que antes desconocía. No sólo a nivel físico, sino... emocional. Sentimientos y emociones con los que no estoy seguro cómo lidiar. Ya no sé si lo que siento por ti es lo mismo que tú sientes por mí­...

—No entiendo bien lo que me quieres decir —respondió Zamas, frunciendo el ceño ligeramente —. Somos la misma persona, ¿no sentimos lo mismo el uno por el otro?

—Creo que ya no. No en una mala forma, sólo... es distinto.

Black se lamentaba de no poder expresarse claramente sobre lo que sentía, pero era porque él tampoco estaba seguro de qué era todo eso que atravesaba su cuerpo y sus pensamientos a diario. Decidió probar un enfoque más directo, para facilitar la comprensión de ambos.

—¿Tú qué sientes hacia mí? —preguntó Black, clavando su mirada sobre los ojos de Zamas.

—Mucho aprecio, respeto. Admiración. Un profundo afecto.

—¿Eso es todo?

—Podría extenderme más, pero no creo que venga al caso.

—Yo también siento todo eso, por supuesto. Pero además siento... atracción. Deseo.

Black extendió su brazo hacia Zamas y comenzó a acariciar suavemente su hombro derecho con el dorso de su mano.

—Quiero acariciarte, quiero tocarte. Quiero... complacerme en tu cuerpo. Y que tú te complazcas en el mío —comentó, con voz más ronca, invocando una inconsciente sensualidad que desconocía.

—¿Cómo harías eso? —preguntó Zamas, algo intrigado.

—Ya lo hago —respondió con una pequeña sonrisa, mientras llenaba sus ojos con esa delicia que era el cuerpo limpio y desnudo de Zamas frente a él, tan delicado, tan magnificente—. Mucho quisiera saber si me permitirías actuar sobre esos deseos... —Preguntó Black, con algo de pena en sus ojos, como pidiendo clemencia por la vulnerabilidad de su estado.

—Sabes que yo no estoy familiarizado con ese nuevo tipo de impulsos que sientes. ¿Qué tienes en mente? —inquirió Zamas, sin mucha preocupación por ese particular pedido.

—Sólo eso por ahora. Disfrutar de nuestra compañía y de nuestro tacto.

—¿No hacemos eso ya?

—Sí, pero... quiero más.

Black movió la mano que tenía sobre el hombro de Zamas por su brazo, recorriendo esa piel en una caricia. Sabía que quería sentir más de eso, una urgencia interna se lo clamaba, pero no haría nada sin el consentimiento de su otro yo.

—¿Me permites?

Zamas no pidió más explicación, no la necesitaba: tenía una ligera idea de a lo que Black se refería y no tenía intención ni razón para negarse. Asintió, a lo que Black le correspondió con una sonrisa de tranquilidad, entonces se acercó a Zamas y lo abrazó, envolviendo sus brazos sobre toda la extensión de piel que pudo. Sus cuerpos aún estaban húmedos y calientes por el baño, una sensación que a Black le encantó. A Zamas le llamó la atención la agitación del corazón de Black, que podía sentir palpitando fuerte en su pecho pegado al suyo, pero eso le ayudó a comprender lo importante que esto era para él. Cerró los ojos y correspondió al abrazo, llevando sus brazos a la espalda de Black y apoyando su barbilla sobre su hombro con suavidad. Black lo abrazó con un poco más de fuerza, acariciando su piel con suaves movimientos, y se escurrió lo más que pudo hasta el cuello de Zamas, intentando unir sus cuerpos lo más que podía. Zamas no era mucho más pequeño que él pero Black lo sentía diminuto, inasible, como si fuera a escapársele en cualquier momento de sus manos, como algo frágil y precioso que debía proteger, cuya belleza él no podía atrapar en sus manos. "Tocar esta piel es lo que necesitaba", pensó Black, esbozando una enorme sonrisa de satisfacción en sus labios, ignorando que Zamas también podía sentirla al estar pegado sobre su piel. Zamas también sonrió, perdiéndose en la paz y el gozo del momento.

Más Allá de tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora