El amanecer inauguraba un nuevo día con vibrantes colores que pintaban el cielo y tímidos rayos de sol que molestaban a los ojos de Black. Había sido una noche húmeda y algo fría pero el ambiente parecía mejorar con la salida del sol, lo que contrastaba terriblemente con el estado del falso saiyan, tirado contra el árbol como un trapo sucio. Se sentía miserable. Le dolía el cuerpo de haber dormido sentado, su ropa estaba húmeda, tenía hambre y se sentía débil por no haber comido bien la noche anterior, y no tenía a Zamas a su lado. Cómo sentía la falta de esa piel que añoraba, de esa figura que siempre lo deleitaba...
Black detuvo sus pensamientos un momento, frunciendo un poco el ceño. Sí, extrañaba no tener a Zamas cerca. Pero no era su ausencia física lo que lo molestaba, sino... la ausencia de Zamas en sí mismo. La suavidad con que lo despertaba cada mañana, el sabor del té que preparaba cada día, su orgullosa media sonrisa cómplice, las palabras de aliento y admiración que le prodigaba cada vez que Black realizaba un buen trabajo... Su voz, su mirada, su compañía. La verdad llegó a Black como una epifanía: su atracción no era hacia el cuerpo de Zamas, sino hacia todo él. El afecto que le tenía era tan grande que no podía contenerlo y se volcaba de forma física, probablemente porque lo que sentía ya había superado el concepto de afecto. Y él lo había despreciado por el mero hecho de no responder a sus "necesidades"... Zamas no lo tocaba de la forma que él deseaba ser tocado. No lo quería de la forma que él deseaba ser querido. ¿Cómo llegó a pensar que eso era una razón válida para su reclamo? Black recordó lo que el otro le dijo durante su discusión... Sabía muy bien que Zamas nunca había tocado un humano en toda su vida antes de Son Goku, e incluso esa ocasión no fue nada placentera. Zamas nunca había tenido ese contacto con un humano, Black era el único que pudo traspasar esa frontera, exclusivamente por el hecho de ser su otro yo. Y aún así, se acostumbró sin inconvenientes, jamás tuvo una actitud de desconfianza o reticencia hacia él, nunca lo alejó, nunca lo rechazó, a pesar de que esa piel que portaba pertenecía a esa raza que tanto despreciaba. Black nunca se había detenido a pensar en eso: Zamas había estado haciendo un gran sacrificio en silencio apoyando a su compañero, aun contra sus más íntimas barreras personales. Reclamarle por más era injusto, desconsiderado; no merecía más atención, la que ya tenía era excepcional. El hecho de poder compartir su vida consigo mismo era lo que lo hacía más feliz. Black frunció los labios, con la culpa dibujada en la cara. Tendría muchas cosas que decirle a Zamas a su regreso.Los mismos rayos de sol que despertaron a Black se inmiscuían por las cortinas del dormitorio de Zamas, anunciando el inicio de un día que él prefería no afrontar. Aún adormilado, se dio vuelta sobre la cama e inconscientemente extendió su brazo hacia el lado de Black, pero no encontró nada; "es cierto", recordó con amargura, "él no ha regresado". Pero enseguida afinó la vista, pensando en lo que acababa de hacer. ¿Su cuerpo había buscado la presencia de Black por sí mismo? Ahora que lo pensaba, por lo general despertaba antes que Black y a veces acariciaba sus pectorales mientras el otro aún dormía... ¿Lo hacía con frecuencia? Jamás lo había advertido. Nunca había pensado en que él también buscaba la piel de Black... Zamas suspiró frustrado y se levantó de su lecho, con los ojos cansados e hinchados, casi no había dormido anoche. Ya había olvidado que él no necesitaba las mismas horas de sueño que un humano, generalmente sólo acompañaba a Black en la cama porque disfrutaba haciéndolo, pero la ansiedad del día anterior le había quitado el poco sueño que precisaba. Más tarde, se dirigió a la cocina y puso a calentar agua para preparar té, sacó dos tazas de la alacena antes de darse cuenta de que prepararía sólo un té individual esa mañana. Cuando la bebida estuvo lista, se sentó sobre el sofá a degustarla junto a unos bocadillos dulces. La mañana transcurría con una lentitud casi letárgica. Zamas casi podía saborear la amargura de la soledad que sentía, ¿siempre sería así sin Black? Aunque él a veces se ausentara por horas, el kai nunca se sentía solo, porque sabía que siempre contaba con su regreso. La mera potencialidad de su compañía le bastaba. Pero ahora... sentía un vacío interior, una soledad y angustia similares a las que sentía en sus antiguos días como aprendiz de Kaioshin.
Zamas sintió como si la idea lo golpeara como un cachetazo. De no haber sido por Black, él aún seguiría ahí, sufriendo en silencio, imposibilitado de cambiar el mundo, desperdiciando su vida con un tutor que sólo le enseñaba conformismo. El goce diario de estar peleando por su utopía, la belleza de la naturaleza terrestre que lo rodeaba, la invaluable compañía de alguien que pensara como él, nada de eso habría sido posible si Black no se hubiera presentado aquel día para arrancarlo de su miserable rutina. Pero lo más triste era que no solía pensar en todo lo que Black debió pasar para llegar hasta ese punto: renunciar a su cuerpo divino, a su línea temporal y a todo lo que conocía, sólo para ir por él y cumplir juntos su sueño compartido. Zamas estaría eternamente en deuda, una deuda que Black nunca le reclamaba... Y, sin embargo, cuando tuvo posibilidad de retribuírselo con algo tan simple como devolverle una caricia, no lo hizo, a pesar de que él también encontrara disfrute en ese acto. Zamas tragó saliva, lleno de congoja. ¿Por qué se permitió tanta hipocresía? Él sabía que disfrutaba enormemente de la compañía de Black, de su presencia, sus palabras, su apoyo, sus besos, todo. Pero de verdad no supo apreciarlo en su momento y no fue capaz de corresponder a ese cariño que, contrario a lo que había insinuado, sí era recíproco, y no parecía tan lejano de lo que Black sentía por él. Zamas adoraba a Black, en toda la extensión de la palabra. Era consciente de que muchas de las cosas que hacían juntos no eran propias de un dios sino más bien actitudes similares a las de una pareja mortal pero eso jamás le importó. Es cierto que su cuerpo no sabía reaccionar naturalmente, es cierto que le costaba seguir el ritmo de la pasión de Black... Pero en realidad nunca había hecho un verdadero esfuerzo por solventarlo. Su contraparte tenía razón.
Zamas bajó la vista y observó el fondo de su taza aún con un poco de té, donde su afligido rostro se reflejó. Qué ingrato había sido, despreciando a quien le debía la vida y sus sueños. Incluso más allá de eso, Zamas sabía que debió responder a sus peticiones, no por una deuda pasada sino porque realmente lo apreciaba, más allá de lo que alguna vez había esperado apreciar a alguien.
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Más Allá de tu Piel
FanfictionEl nuevo cuerpo de Black comienza a apremiarlo con sentimientos que no comprende, que lo incitan a acercarse cada vez más a Zamas de forma física. Pero Zamas no parece sentir igual. ¿Qué pasará cuando los sentimientos de dos personas que son la mism...