Una duda rondaba por mi mente, desde que le conocí una parte de el me intriga hasta tal punto de inquietarme. Esa túnica azul guardaba un secreto que sería capaz de averiguar.
— Eli.
Ese día sería capaz de confesarle mi deseo. Solo nosotros dos en la cocina, incluso su búho no estaba, lo más probable es que estuviera durmiendo.
— ¿Qué sucede, Aesop? —
Su voz era demasiado angelical, podía sentir mi rostro arder ¿desde cuándo hacía tanto calor? Quería echarme para atrás pero ya estaba ahí.— Tengo una duda sobre ti.
— ¿Ah? ¿Cuál?
Su gentil rostro cambio de expresión cuando se lo confesé.
— ¿Que hay debajo de tu falda?
Hubo silencio en lo que el intentaba procesar mi pregunta, yo solo podía ver con atención su parte baja. Esa tela se apegaba a sus piernas, dejando ver esa figura tan erótica. Mordía ligeramente mi labio intentando dejar esos pensamientos.
— ¿A que te refieres?
— Quiero saber que hay debajo.
Por más que lo decía, el no parecía prestar atención a mis palabras o eso parecía.
Perdía mis esperanzas de una respuesta, pues, su silencio me decía todo lo que quería saber. Pude haberme retirado pero algo me interrumpió, el empezó a revelar con lentitud ese secreto.Le detuve. No fue intencional, solo fue un instinto ¿podría soportar ver su piel al descubierto?
Eli seguía en silencio, tal vez llegue a sorprenderlo.
La tentación era demasiada, por lo que no dure ni un minuto y en cuanto abri los ojos, solo pude toparme con... ¿un pantalón?
Eran de aquellos ajustados que hacían desear más.— Últimamente hace bastante frío, así que siempre llevo algo debajo, también sirve de pijama.
Me sentí decepcionado pero de igual forma le agradecí que me resolviera mi duda.