Nocturno.

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En mi desvelo he visto varias cosas que no ocurren en el transcurso del día, parecía ser el momento adecuado para poder pensar  en todas las cosas malas que haz hecho, recuerdos melancólicos o inquietudes que no pueden dejarte en paz.

Esto me ha estado ocurriendo a menudo, recuerdo con nerviosismo mis problemas del exterior, las deudas que acorralan mi tiempo. Nacer con un don no significa que automáticamente tendrás todo, eso fue una lección que tuve que aprender a la mala.

Estar en esta mansión no era tan malo, de momentos olvidaba lo que ocurría allá afuera. Más cuando estaba junto a ese chico, era divertido conversar con el, aún que fuera bastante distante solo logra intrigarme más. Yo le he contado mis penas y el... realmente no me ha dicho nada, ni siquiera de como se siente respecto al juego.

¿Estaría bien meterme más en su vida?
Me fue inevitable recordar esos ojos color grisáceos viéndome fijamente, esa mirada llegaba a parar mi respiración. No entendía porque me miraba de esa forma tan triste, como si yo le hubiera hecho daño, un terrible daño.

La inquietud regresó. Solo podía sentir esa sensación cuando estaba lejos de mi, caminando por el pasillo sin sostener una conversación. 

Decidí levantarme del sillón a caminar un poco, la espalda empezaba a doler por mi postura así que dar un pequeño paseo estaría bien.
Al hacerlo, uno pasos, ligeros pero debido a la madera eran notables, se alejaban del lugar.

No era un espíritu o algo así, era una persona. Podía presentirlo.

Decidí seguir su rastro, no podía quedarme con la duda. Aquel individuo también lo notó, cometiendo el error de acelerar sus pasos. El sonido me guió hasta una puerta, era la habitación de Aesop.

¿Qué estaba haciendo tan tarde?

No podía culparlo, tal vez olvidó algo y no se atrevió a pasar. Estuve a punto de tocar a su puerta pero ¿para qué? Nada había que replicarle, así que intenté olvidarme de este incidente.

Escritos tontos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora