Me despertó el celular. Me había llegado un mensaje, activando la horrible alarma. Pero el mensaje compensaba la pérdida de trece valiosos minutos de sueño. ¡Habían encontrado a mi perro!
Me levanté, me vestí deprisa, desayuné rápido y tomé el autobús en dirección a la casa que me habían indicado por teléfono. Tuve que cambiar varias veces de autobús hasta que llegué. Era una casita apartada, en un barrio con pocas casas y hartos patios con árboles.
Toque el timbre de la casa 721 y me abrió una anciana.
-¿Usted viene por el perro? Pase, joven, lo tengo aquí dentro.
Saludé a la anciana sin sospechar nada. Lo siguiente fue oscuridad.
Me desperté con la luz del sol sobre la cara. Eso me extrañó, porque cuando había salido de mi casa era muy temprano en la mañana y aún no salía el sol.
-¿Despertó? - pregunto una voz.
- Abrió los ojos - dijo otra.
Me incorporé. Estaba sobre un manto de algo que parecía pasto, al lado de un gran manzano. Mirando bien, observe que había muchos "árboles" con un orden como de "plantación". Digo "árboles" porque eran rojizos y parecían como de carne animal; y de sus ramas colgaban animales y personas en miniatura, parecían dormidos.
- Éste no es de aquí- dijo la primeras voz, haciendo que me volteara.
Lo primero que vi fueron dos manzanas enormes. Lo primero que pensé fue "¿Manzanas? Miden como lo mismo que yo". Y lo primero que oí fue a las manzanas hablando.
-O se arrancó de otra plantación o es de esos que se pasan de la dimensión humana - dijo la manzana roja grande.
-No lo sé, yo creo que lo segundo, hace tiempo que no veía a un humano caminar- dijo la manzana verde enorme.
Parpadeé. No desaparecieron. Y continuaron hablando y... al parecer me miraban, pero en una fruta sin ojos (y sin boca, por lo demás) era difícil saberlo.
-¿Hablan de mí?- pregunté.
-Ah, parece que también habla- dijo sorprendida Manzana Roja.
-¡Claro que hablo!- solté- ¿y porqué ustedes hablan? ¿No son frutas? ¡No deberían hablar!
- Tampoco hace falta que nos insultes - dijo Manzana Verde - por lo demás, estamos en nuestro mundo. Había olvidado que los mundos animales no conocen la verdad de las dimensiones... - suspiró - las primeras veces que caían animales aquí los tenían que matar, para que no se divulgara la cuestión y en sus mundos no se volvieran locos. Luego se inventaron esas cosas para borrar la memoria para no tener que matarlos. Y ahora, los dejamos ir, porque sabemos que los animales que cruzan, pasan porque son especiales, y saben que un secreto como éste no hay que decirlo, para no poner en peligro a las civilizaciones.
- ¿De qué hablas? - pregunté - ¡no quiero que me maten ni que me borren la memoria! - comenzaba a alterarme. Aún tenía cosas que hacer, como terminar la carrera y recuperar a mi perro... - ¡Esa vieja! - Solté, asustando a las Manzanas. (Aunque en una fruta sin rostro es complicado saberlo, yo supe que las había asustado por... no pregunten cómo) - ¡Me tenían una trampa! ¡Me golpearon la cabeza y... como es que llegue aquí... sea donde sea?
- Primero, no te preocupes, cuando te expliquemos todo podrás volver a tu mundo (aunque no se cómo, habrá que llevarte con los responsables de Transportación Extradimensional) - dijo Manzana Verde - lo mejor es que caminemos y te vayamos mostrando todo, mientras vamos a la ciudad para tu regreso. Si quieres, nos tomamos un jugo de gallina o de caniche en la tienda del pueblo.