Esta historia relata el viaje de Elisa, una niña e diez años que por culp... no, no, no, me estoy adelantando, mejor empiezo del principio, ¿O no? A ver... Todo comenzó en una fría tarde de otoño, en una casita en un pueblo pequeño.
Elisa, de quien voy a hablarles, estaba en su pieza, quejándose de sus padres que no le hacían caso en nada. En verano, cuando ella decía: " ¡Mamá, papá, he decidido que iremos de vacaciones a la casa del tío Rafael!" Sus papás decían a un tiempo: "No, mejor vayamos a la casa del Tata". El abuelo, un poco sordo, un poco ciego, pesado, cargante y mala memoria, vivía en la gran ciudad a dos horas de viaje en tren. A Elisa no le gustaba ir donde su abuelo, porque, aparte de lo antes dicho, decía palabrotas por todo. En cambio, si le gustaba ir donde su tío, porque era amable y su casa era grande, llena de escondites y misterios.
Bueno, esa tarde, Elisa se quejaba, ¡y cómo se quejaba! Paralelos, sollozitos, y graaandes chillidos. Su mamá entró y dijo:
-- Elisa, ¿Se puede saber qué haces?
-- ¡Si! -- respondió la niña, asomando una carita roja y con lágrimas -- ¡Me quejo de ustedes!
-- ¿Y porqué? -- preguntó la mamá -- pues papá está intentando dormir y se queja de que la casa se remece con tus chillidos.
-- ¡No me importa! -- respondió ella, entre sollozo e hipido -- ¡Ustedes debieran quererme un poquito que sea!
-- Pero ¿no te das cuenta? ¡No podríamos hacerte caso en todo, porque si lo hiciéramos serías una niñita mimada! -- La mamá salió de la habitación muy extrañada. ¿Cuando se había comportado así su niña?
"Les creo que sea por mí bien" pensaba Elisa "pero les pedí u helado, ¿que les costaba? Ni que estuviera lloviendo" E ignorando las nubes negras que cubrían el cielo buscó consuelo en su libro favorito, en el que la protagonista era una princesa y escapaba para quitarse las responsabilidades de encima. "¡Eso es! ¡Me escaparé a casa del tío Rafa!"
En seguida preparó una mochila con una polera, dos vestidos, algo de ropa interior, un pantalón y un par de zapatos. Fue a la cocina (saliendo por la ventana u entrando por la puerta de atrás para que sus padres no la vieran) y de arriba de la repisa sacó algo de dinero y dentro del mueble encontró una botella de leche y una de agua, también llevó galletas y unos sándwiches de queso que estaban en el refrigerador. En otro bolsillo de la mochila colocó la cortaplumas de papá, que tenía herramientas útiles como cubiertos, la pinza que usaba mamá para sacarle las astillas de la mano y otros utensilios; además puso el dinero y un libro nuevo que le había regalado su mejor amiga por si cumpleaños. Además en la mochila puso su escobilla de pelo, cepillo de dientes y dentífrico; luego volvió a su habitación (haciendo el mismo camino que cuando salió pero a la inversa) y ya allí cerró la puerta por dentro con llave y salió por la ventana.
Pensó que se le haría solitario el viaje sola, y decidió llevar a su perro, así que guardó las galletas para perros y el plato de su mejor amigo: General. Salieron en silencio y es aquí donde comienza la aventura.
Elisa, con General trotando tras ella, salió a la carretera. Conocía de memoria el camino a la casa del tío, así que no se preocupó, pero como se hizo tarde antes de llegar a la estación y el sol se puso comenzó a asustarse. Luego de comer algo se acurrucó entre bolso y perro, como hacía calor no tardaron en dormirse. A la mañana siguiente despertó temprano y planeó el viaje.
"Debo tomar el tren. Siempre he hecho este recorrido en auto, desde mi casa hasta el tren, no recordaba que fuera tan largo el trayecto. Cuando llegue a donde el tío le explicaré lo que ha pasado. Él entenderá."
Tomó sus cosas y partieron. Cuando llegó a la estación compró pasaje hasta la estación que le quedaba más cerca de la casa de su tío y una hora después el tren partió.
Estaba sentada frente a la ventana, por suerte sin nadie al lado, y pasó el revisor para comprobar los pasajes.
-- ¿Y tus padres? Le preguntó el hombre.
-- Mis padres están en mi casa. -- Dijo Elisa, tan fácil le salió la mentira. -- Hacia allá voy.
Un rato después se quedó dormida.
-- ¡Oh no! -- gritó en cuanto despertó -- ¡Me pasé de estación!
Tomó su mochila, despertó a General y bajó apresurada del tren en la siguiente estación.
-- ¿Tienes hambre? -- Le preguntó a General. Éste le lamió la cara. -- Yo también... Ahí veo una plaza, comeremos algo antes de averiguar cuántas estaciones nos pasamos.
General movió la cola, estaba de acuerdo. Comieron y Elisa le preguntó al guardia de la estación cuanto se había pasado. Era harto, así que tomaron un tren de regreso.
Cuando se bajó en la estación Elisa buscó la calle donde vivía el tío Rafael, pero no la vio por ningún lado... Lo que ella no sabía era que la ciudad había cambiado mucho desde la última vez que había ido, y habían calles nuevas y muchas casas. Caminó muchísimo pero se perdió, y cuando se hizo de noche junto con General saltaron una reja de una casa vacía y se acomodaron en el patio. Elisa sacó su libreta y comenzó a escribir un diario:Marzo - martes 30
"Llegué a la ciudad pero no encuentro la casa del tío. Pareciera como si de la nada ya no estuviera la calle por ningún lado.
Fui al supermercado y compré pan y queso. La cajera me preguntó donde estaban mis padres y no me quedó más remedio que decirle que me habían dejado salir a comprar sola.
Con General nos acomodamos en el patio de una casa vacía.Miércoles 31
Me despertó General con su lengua en mi cara. ¡Me dejó toda babeada!
En el parque le pregunté al guardia dónde estaba la calle en la que vivía el tío, me dio las instrucciones para llegar.Por la tarde
General encontró la casa pero nadie contestó a la puerta. Me senté en una banca cerca de la casa a esperar a que llegara."Unas horas más tarde, cuando Elisa se había terminado el libro, llegaron unas personas extrañas y entraron a la casa.
-- Hola -- les dijo Elisa -- ¿No vive Rafael aquí?
Le respondieron que el anterior habitante se había mudado, que ellos vivían ahora ahí y que se fuera a su casa con sus padres.
Elisa hirviendo de rabia les insistió, y una mujer que pasaba le dijo:
-- ¿Buscas a Rafael? -- y al ver que Elisa asentía siguió -- Es un buen amigo mío, se mudó hace un tiempo a dos estaciones de aquí, mira esta es la dirección.
Le pasó a Elisa un papel con ésta anotada y la niña luego de agradecerle corrió con General a la estación.
Compraron un pasaje y pronto se sentó en su asiento junto a la ventana.
-- ¡Ahh...! -- Suspiró Elisa acariciando a General -- ¿No sientes... angustia? -- Le preguntó al cachorro. Él movió la cola -- Yo si. ¡Que bien estaba en mi casa, sin tantos miedos y ajetreo! Creo que tengo nostalgia de casa...
En ese momento sonó una alarma.
-- ¡Incendio! -- Gritaba la gente --¡¡¡Se quema el tren!!!
No era tanto fuego, así que el tren se paró en una vía alternativa y los pasajeros bajaron. Pasó otro tren y se subieron.
Cuando llegaron a la estación, Elisa se bajó y mirando el papel con la dirección caminó hacia la calle que le había indicado la señora.
De camino un carabinero la detuvo.
--¿Eres Elisa? -- Le preguntó.
-- Si, ¿Porque? -- Respondió Elisa asustada.
-- ¡Al fin te encuentro! ¡Tus padres llamaron a todos y te estamos buscando hace dos días! Dieron instrucciones de llevarte a la casa de Rafael, y de llamarlos.
Elisa se preguntó si en serio sus papás la querrían tanto como para eso pero luego pensó que si, y que la casa de Rafael era el único lugar lógico al que iría.
El carabinero la acompañó hasta una linda casa y le deseó suerte. Y su deseo se cumplió, ya que Elisa tocó el timbre y le abrió Rafael en persona.
Elisa se lanzó a los brazos de su tío y sin saber por qué se puso a llorar.
-- ¡Tío Rafa! -- Gritó -- Te busqué tanto...
-- Lo se, lo sé... -- Respondió él abrazándola fuerte -- Vamos adentro, debes estar cansada.
Elisa lo acompañó aferrada a su brazo y se decepcionó al ver que adentro no estaban sus papás.
Se bañó y cambió su ropa, le dio más comida a General y ambos acompañaron a Rafa mientras cocinaba.
Comieron y conversaron de muchas cosas y se rieron mucho.
De pronto sonó el timbre. Elisa corrió a abrir. Rafael al ver que no volvía fue a ver y allí estaba, abrazada a sus padres y sollozando.
-- ¡Lo siento! -- Decía -- No lo haré nunca más, los quiero tanto...
Los papás la abrazaban y cuando todos se calmaron un poco entraron.
Pasaron unos 3 increíbles y entonces se volvieron a casa.
-- Lo paso bien con mi tío, y lo quiero mucho -- dijo Elisa para sí mientras volvían -- ¡Pero en mi casa con mis papás estoy mucho mejor!