CAPÍTULO 1: Traición Familiar

67 7 0
                                    

      Era un Sábado por la mañana, cuando estaba en frente del hospital psiquiátrico "El Algodonal", ya había sido egresado de aquel lugar después de 3 semanas. Quién hubiera creído que este chico de estatura alta, cabello castaño oscuro y ojos café rayados tuviese que internarse en un lugar como este. Mi familia me esperaba en el auto y al verme salieron de él para abrazarme. Primero me abrazó mi mamá, una señora de estatura mediana, cabello lacio castaño oscuro y ojos café. Después siguió mi padre, un señor de estatura alta, cabello castaño claro y ojos ámbar. Por último lo hizo mi hermano mayor, un jóven de estatura alta, cabello corto castaño oscuro y ojos café. Después de haberme saludado con mi familia, me sentí muy feliz porque estaba de vuelta con ellos, porque lo que me había sucedido ya lo había superado (o eso creía), a pesar de que mi familia desconoce las verdaderas razones por la cual decidí voluntariamente internarme en aquél lugar. No era por no quererles contar, sino porque soy Gay y aún ellos no lo saben, mi familia es muy homofóbica, en especial mi papá y mi hermano mayor. Jamás se pueden enterar que mi ex fue un chico, y que por su culpa tuve que ingresar en una rehabilitación. Después de diez minutos de charla con mi familia, decidimos subir al auto con destino a casa. Por un momento hubo un silencio incómodo, así que, me quedé mirando a través de una de las ventanas traceras del auto, era relajante mirar pasar los árboles y casas.

—Tobías, ¿Vas a decirnos por fin por qué decidiste ingresar en aquél lugar?.—Dijo mi padre sacándome de mis pensamientos.

—¿Ahh?... ¿Qué?.—Pregunté un poco confundido por no escuchar detalladamente la pregunta.

—¡Perfecto! Ahora te harás el desentendido.—Dijo mi padre de manera sarcástica.

—Déjalo, Fernando.—Le dijo mi mamá reprochandole a mí padre.—Ni siquiera hemos llegado a la casa y ya comienzas con tus preguntas.

—Es que todos hemos tenido esa incógnita durante estas tres semanas.—Dijo mi papá en tono de curiosidad.

—¡Bueno ya!, la razón por la que decidí internarme allí fue... fue...—No se me ocurría nada que inventar hasta que una idea saltó en mi mente.—Fue porque quería encontrarme conmigo mismo.—Mentí.

—Ves, Fernando, nuestro hijo se preocupa por su crecimiento personal.—Dijo mi madre esbozando una sonrisa de orgullo.

      Mi papá sólo se quedó callado. Por un momento agradecía que lo hiciera porque así dejaba de hacerme esas preguntas incómodas, pero también me preocupaba, porque cuando mi padre se quedaba callado de esa manera, significaba que no había quedado satisfecho con la respuesta. Mi relación con mi padre siempre fue muy distante, nunca tuve una charla duradera con él de padre e hijo. Tuve que aprender a vivir mis 19 años con un padre machista, déspota y dominante todo el tiempo, al igual que mi hermano mayor que siguió todos sus pasos. Mi comunicación con mi hermano mayor nunca fue la más deseada, siempre se avergonzó de tener un hermano como yo, más de una vez me ha hecho quedar en ridículo en frente de amigos y familiares; pero a pesar de todo lo quiero como mi hermano, aunque casi nunca nos demostremos tal afecto.

      Llegamos a nuestra casa, al entrar, me encantó lo que mis fosas nasales percibieron, ya extrañaba el olor de manzana canela que rociaba mi mamá en la sala, realmente provocaba quedarse allí a suspirar aquél delicioso olor que me hacía recordar a... ¡Oh rayos! lo último que quiero es pensar en él. Decidí subir a mí cuarto a desempacar mi bolso, pero fue lo menos que hice, sólo me acosté sobre mi cama con vista al techo de color blanco y gris, que tenía un pequeño pedazo de papel pegado como si fuese arrancado y quedaran los extremos con cinta sujetándolo apenas, al ver aquellos pedazos de papel me llenaba de cierta rabia y hacía que automáticamente llegara a mi mente el rostro de... ¡Maldición! No, quiero pensar más en él, no quiero que mi mente me lo siga mostrando como si fuese importante para mí, al parecer creo que esas semanas en El Algodonal fueron en vano, ¿por qué mi mente me tortura de esta manera? ya no quiero pensar en mi ex, ésta casa me trae muchos recuerdos de él, no creo poder continuar con mi vida si sigo viviendo aquí. Creo que lo más conveniente es cambiarme de casa y cerrar ciclos de forma radical, —pero... ¿Cómo? mis padres jamás venderían la casa así como así, y mucho menos sin saber la verdadera causa para hacer tal cosa, y tampoco revelaría el motivo del querer irme; al menos que... me mude a otra ciudad con la excusa de cambiarme a otra carrera universitaria que no la dan acá, ¡Si! creo que puede funcionar con eso, a fin de cuentas, no me gusta estudiar publicidad, espero que me digan que sí—.

La Luz Detrás De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora