CAPÍTULO 3: Un Ángel Me Salvó

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Estaba amaneciendo, eran las seis de la mañana, cuando mi sueño fue interrumpido por un molesto sonido que me hizo abrir los ojos para ver de dónde provenía aquél incómodo sonido. Cuando me desperté por completo, me di cuenta que ese sonido era la alarma para levantarme, con mucho desánimo y sin ganas de pararme decidí hacerlo, ya que tenía que ir a la universidad, era mi primer día de clases, por dentro tenía muchos nervios y algo de ansiedad. No sabía cómo me iba a ir en esta nueva etapa de mi vida, ya que comencé a vivir solo lejos de mi familia, me sentía independiente (aunque mi papá costeaba todo). Ya habían transcurrido algunos días desde que me fuí de West City, mi antigua ciudad donde vivía con mi familia. Estos días han sido algo agobiantes debido a que yo solo he ordenado y acomodado todo en mi departamento, menos mal logré ordenar todo como debe ser. Me dirijo al baño para asearme con agua tibia y por último agua fría, salgo del baño y abro mi armario para buscar ropa. Me vestí con unos jeans negro, un sweater verde agua y unos botines negros. Salgo de mi cuarto y me dirijo a la cocina, realmente no es mucha la distancia, el departamento que me consiguió el amigo de Luz Marina es muy pequeño, tampoco necesito un lugar tan grande viviendo yo solo allí, es un edificio de cinco pisos y yo me encuentro en el tercero.

Recaliento en el microondas unas rebanadas de pizza que me habían quedado de la noche anterior, ya se me había hecho tarde como para prepararme el desayuno. Decido salir del departamento y asegurar con llave, cuando volteo noto que hay un niño de cabello rubio, ojos azules y tez blanca, sentado en el rincón de una de las paredes del pasillo, podría deducir que tiene alrededor de diez años. Me le quedo mirando por unos segundos hasta que él me mira fijamente, le quito la mirada de inmediato. Me dirijo a bajar las escaleras rápidamente para salir a pedir un taxi y llegar rápido a la universidad.

Una vez estando en frente de aquella universidad, me bajo del taxi y le pago al taxista, veo que hay muchas personas dispersas por todos lados -bienvenido al infierno- pensé dentro de mí. Entro con algo de prisa y sin querer tropecé con un chico alto de cabello rubio, ojos verdes y de buen físico, que estaba parado tomandose una bebida junto a otras personas más, y accidentalmente hice que le cayera algo de líquido en su ropa.

-Oye fíjate por donde caminas, imbécil.- Me gritó con mucho desagrado.

-Oh lo lamento bro, no te ví.- Me disculpé.

-¿Acaso necesitas lentes o qué?.- Volvió hablarme con desagrado.

-De verdad discúlpame, no era mi intención, es que tengo algo de prisa y...- Me interrumpió mi oración.

-Me importa un carajo si tienes prisa o no, acabas de hacer que manche mi camisa, idiota. ¿Te das cuenta cuánto cuesta una camisa de ésta?.- Me preguntó con arrogancia.

-Pues no sé.- Dije encogiendome de hombros.

-Veo que la gente pobre como tú no sabe nada de marcas y de buena ropa.- Comenzó a burlarse junto a sus amigos que se encontraban con él.- Oye pendejo, lárgate y espero no volverte a ver más en mi camino.

-Es-es-está bien.- Titubeé algo nervioso y me fui rápidamente.

Realmente me sentía muy molesto conmigo mismo por permitir que aquél imbécil me tratará de ese modo, sentía mucha rabia y coraje por quedarme como propio pendejo sin defenderme ¿cuál era su problema? ¿por qué tenía que tratarme así? ¿tan mal le caí?. Lo único que me hubiese gustado en ese momento era clavarle una puñetada en la cara por maldito, pero no sé si me hubiese atrevido a hacer cierto acto y mucho menos en el primer día de clases. Es que estas cosas solo me pasan a mí, hay que ver que el destino se encarga de avergonzarme. Me dirijo a la clase que me correspondía, entro al salón y tomo un asiento de los que se encontraban cerca de la pared, coloco mi bolso encima de la mesa, sacó mi teléfono y decido conectarme al facebook, al parecer tenía una solicitud de amistad, tildo en el ícono y me percato que la persona que solicitó ser mi amigo era mi ex, mi corazón comenzó a acelerarse y sentí una mala sensación dentro de mí, rápidamente elimino aquella solicitud e inmediatamente bloqueo su perfil ¿qué diablos quieres de mí? ¿no te bastó con hacerme daño lo suficiente como para venir nuevamente a mí?. No pude impedir que una lágrima se corriera por mi mejilla.


La Luz Detrás De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora