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Dos piedras natales se encontraban danzando al compás de la música, sus almas entrelazándose la una con la otra, sin dejar un solo hueco de sus inexpertos corazones despojados de aquella maravillosa sensación, ese sentimiento tan ansiado y codicia...

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Dos piedras natales se encontraban danzando al compás de la música, sus almas entrelazándose la una con la otra, sin dejar un solo hueco de sus inexpertos corazones despojados de aquella maravillosa sensación, ese sentimiento tan ansiado y codiciado por la mayoría de personas en el mundo.

Ambos observaban fijamente los luminosos ojos del contrario, recorriendo con su mirada sus rostros, que demostraban su felicidad, una felicidad tan pura que podrían jurar no haber experimentado antes.

Uno de ellos era de cabellos anaranjados, acompañados de unos orbes de tono similar al café recién tostado, junto con su piel amelocotonada. Era de menor altura, sin embargo, también era el mayor de los dos jóvenes que allí se encontraban.

Mientras que el segundo poseía unos ojos de un profundo color cobalto, su cabello azabache un poco más arreglado que el de su contrario, su piel era más pálida, y su altura era notablemente mayor que la de del hebras revoltosas.

La mano derecha del pelinegro rodeaba con cuidado la cintura del de ojos marrones, mientras que el de ojos pardo anaranjados tenía su mano izquierda en el hombro del otro, sus otras manos se encontraban unidas, mientras que continuaban dando aquellos suaves pasos con sus pies.

Pero a pesar de sus diferencias, lo que más unía a esos dos jóvenes eran sus sonrisas.

Sin embargo, a esos dos amantes aún les faltaba demasiado tiempo para llegar a esta situación.

Los cálidos rayos de luz de un día cualquiera acompañaban a la tranquila  forma de pedalear de un joven de cabellos anaranjados a lo largo de su recorrido

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Los cálidos rayos de luz de un día cualquiera acompañaban a la tranquila  forma de pedalear de un joven de cabellos anaranjados a lo largo de su recorrido.

Pasaba cada mañana por numerosos caminos antes de llegar a su destino, sin embargo, aquel día una voz proveniente de un televisor que se encontraba por esa zona le distrajo, causando que detuviese su bicicleta para escuchar con curiosidad lo dicho por un presentador.

¡Ciertamente es un pequeño gigante! — Fue lo que ese señor exclamaba a través de la pantalla.

La razón de aquel programa no era nada más ni nada menos que la competencia nacional de "Volleyball de preparatoria de primavera", en la que participaba la "Preparatoria Karasuno" proveniente de Torono.

El Brillar De Nuestras Sonrisas - [Haikyuu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora