Capitulo 4

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En toda la tarde Gretel había explorado cada rincón de la casa, se encontró con que aquella dulce mujer era una bruja, ¿como lo sabía? , había encontrado múltiples libros de hechicería y se dio cuenta que aquella mujer era la que se llamaba su madrastra.

La razón por la cual los niños de 15 años desaparecían en aquella Villa era porque uno de los Métodos para siempre estar joven era tomar la juventud de otras personas, preferiblemente de los adolescentes de esta edad.

Reflexionó sobre aquello que Hansel le dijo alguna vez, ella había dejado de comer en cierto punto, esto se debía a que el cuerpo de los niños que se comía la alimentaban más que cualquier quier otra comida y con esto la rejuvenecía aún más.

La única manera de matarla y deshacerse de ella por completo era apuñalarla en el corazón, y también quemarla en una hoguera, en este caso Gretel utilizaría el gran horno que había visto cuando aquella bruja encerró a su hermano Hansel. Si ella había visto todo y ya había planeado como asesinarla.

La noche por fin llegó y Gretel para mayor seguridad se había escondido de la mujer en un lugar seguro, el cual era afuera en un pequeño cobertizo, pero el sonido cercano de unas cadenas la hizo preocuparse del bienestar de su hermano.

~Gretel... Ayuda, me atrapo~ La voz de Hansel resonó por la casa y luego un grito de este mismo. Eso fue lo único que faltaba para que Gretel saliera del escondite y fuera en busca de su hermano.

—¡No te tengo miedo, bruja!— gritó Gretel dando a conocer que aún estaba en el área.

La menor entró en la casa y camino cuidadosamente mientas que en su mano derecha sostenía la navaja que le había robado a su padre.

La cocina no estaba muy lejos de la entrada de la casa, por lo tanto caminó con mucho sigilo para no ser descubierta pero claro no todo podía salir perfecto. Escuchó unos pasos, pero no eran los pasos de un humano, eran demasiados, tantos que resonaban contra el piso de madera, y después contra las paredes.

—Gretel, Gretel, Gretel... Debiste huir cuando pudiste, al fin de cuentas no eres tan lista como creía— La espantosa voz de esa mujer resonó por toda la casa junto a una risa escalofriante, haciendo únicamente que Gretel se ponga más atenta a su entorno.

Su padre le había enseñado hacer silenciosa para poder cazar algún animal, pero en este caso cazaría a una bruja.

Se quedó quieta un segundo, pero solo eso bastó para sentir como una asquerosa pata la tomaba del pie y la alzaba por los aires.

Uno de los libros que Gretel había leído, hablaba sobre un tipo de bruja que era cambia formas, pero al final de cuentas tenía una forma original, era un pequeño precio que se tenía que pagar a cambio de un gran poder, al parecer aquella mujer después de haber realizado una serie de hechizos lo primero que había visto fue un ciempiés, lo que causaba que ella al estar en su forma original fuera un ciempiés gigantesco tanto que casi abarcaba todo el espacio de la sala, lo único humano en ella era su cabeza, eso le daba un aspecto más aterrador.

Gretel no tardo en soltar un grito al verla, intentaba no sentir miedo, pero eso le fue imposible, en especial si ella le temía a los insectos.

Tomo todo el valor pensando en la gran recompensa que recibiría si la mataba. Tomó la resortera que cargaba en el bolsillo trasero de su pantalón y comenzó a lanzarle las piedras de plata en la frente la cual estaba completamente descubierta.

Aquella alimaña retrocedía mientras las piedras la tacaban, por un momento Gretel pensó que aquello está funcionando, pero se equivocó lo único que ocasionó fue que aquella criatura sólo se enojara más.

La pequeña comenzó a desesperarse demasiado, intento pensar en una solución pero nada venía su mente, hasta Que recordó la navaja de su padre. La tomó y cortó la pata de aquel terrible insecto, causando que una especie de sustancia viscosa la bañara completamente, pero con esto logró escapar aunque sea por unos momentos.

Corrió rápidamente hacia el exterior de la casa. Todo está oscuro pero ella ya estaba acostumbrada a ver las cosas a través de la oscuridad.

Escucho como a las patas de aquel animal salieron en busca de ella. A la risa de la mujer.

—Solo me pones las cosas más fácil Gretel, ¿A caso no sabes que puedo ver en la oscuridad?—

Todos pensarían que este sería el final de nuestra protagonista, pero lo que aquella bruja no se había percatado, era que Gretel había salido, pero ella se había subido al techo de la gran mansión.

—¿Donde estas mocosa?, ven aquí y acabemos con todo—

—Con lo único que acabaré es con tu vida—

Gretel se tiró del techo y cayó sobre la cabeza de la bruja, tomó la navaja de su padre y clavo los ojos de aquel monstruo, dejándola completamente ciega. Gretel aprovecho la agonía de la bruja y clavó la navaja nuevamente donde se encontraba su corazón, así matándola por completo.

Llevó el cuerpo a un lugar muy lejano y lo dejo ahí para quemarla.

Hizo el fuego y dejó que este mismo la consumiera y luego regresó para liberar a su hermano.

Ambos al verse por fin, se abrazaron y comenzaron a llorar de alegría al por fin estar juntos.

—Vámonos Gretel, es hora de irnos—

Esta asintió y se fueron corriendo lo más lejano de ese lugar.

Horas después llegaron a una villa y ahí hicieron su vida, olvidándose para siempre de lo ocurrido

Hansel y Gretel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora