La mansión Cowell

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Me desperté muy temprano para poder llegar a tiempo con mi tío al avión. Vivo con mi mejor amiga pero ella no vendrá porque su madre no le dio permiso.
Estaba viéndome en espejo arreglándome el cabello con una sonrisa colgante, junto a mí, mi mejor amiga, Camil.

-¡Lisa, llegaron!- Me congelé, no podía creer que al fin tenga contacto con un miembro de la familia.

-Te voy a extrañar mucho, tu sabes que estos años han sido difíciles, pero...

-Cam, no me voy para siempre, tonta- Le di un cariñoso zape en la frente.

-Te extrañaré mucho- Me abrazó tan fuerte que tosí un poco.

Bajé y me despedí de mi tía (así es como le digo a la mamá de Cam, hemos vivido 7 años con ella, decirle tía es poco)

Una limusina negra abrió las puertas para que subiera, cuando entré, oh por Dios, casi me da un ataque, iba a conocer a mi tío. Llegamos a la mansión Cowell, Joseph, el conductor, me ayudó a subir mis valijas.

-¿Elizabeth?- Giré mi cabeza para ver a la persona que me llamaba, era un señor alto, con barba recién rasurada (Como si no conocieran a Simon)

-¿T...tío?- El señor corrió y me abrazó.

-¡Estás enorme, Lisa, cuánto tiempo! ¿Quieres comer algo? ¿Quieres...

-¿Ya llegó, cariño?- Preguntó una mujer.

-Ella es Anne, mi...

-¿Esposa?- Pregunté.

-No, no... Mi novia.

-Mucho gusto- Le dije estirando la mano, me la aceptó y se fue a cocinar.

-Joseph te llevará a tu habitación, te dejamos un atuendo en la cama para que te bañes y te lo pongas, saldremos celebrando tu llegada.

-¿Alguien ha visto mi teléfono?- Pregunté buscando en mi bolso.

-Si no lo encuentras, te compraremos otro...

-No, aquí está- Dije levantando el Iphone plateado- Llamaré a mis amigas, bajaré cuando esté lista.

-Perfecto.

Subí después de que Joseph me ayudara a encontrar mi habitación. Una habitación genial. Era enorme.

-Gracias, Joseph.

-Acomódese, señorita.

Después de poner la ropa en el armario y mis demás cosas, me di una larga y rica ducha. Al salir, vi en mi cama un vestido azul marino, con un cinturón beige a la cintura, el vestido me llegaba hasta la mirad del muslo. Me maquillé un poco y bajé. Entré al comedor y vi... ¡Oh mi santísimo padre celestial!

La sobrina de Simon CowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora