La lluvia cae y todos se alborotan pero en mí la esperanza brota,
porque creo que sus gotas pueden sanar mi alma rota.
Cada una de ellas una parte de mí mojan,
y penetran en mi piel buscando las heridas a carne viva y sangre roja.
Como a un árbol en invierno de todo me despojan,
para que luego aprecie hasta la más pequeña hoja.
Cada pensamiento negativo se ahoga y la venda en mis ojos se afloja.
Y al final cuando sale el sol sigo andrajosa,
pero espero la próxima lluvia que me acoja.