Capítulo 10: Damisela en apuros.

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Alexander

Arpía: No puedo asistir hoy, he quedado con Jordan.

Permanecí observando el mensaje al menos un minuto entero, creyendo que si lo miraba lo suficiente, el malestar que sentía en mi estómago y que subía hasta mi pecho aminoraría. Pero no, solo logré aumentarlo.

¿Qué podía ser más importante que vernos para poder resolver la mierda en la que ambos estábamos metidos?

La parte racional me decía que debía dejarlo pasar y esperar que ella estuviera disponible para quedar en otro momento, discutir esto como personas civilizadas y llegar a una solución factible. La otra parte, que tenía mayor partido, se moría por decirle que tenía que cancelarle, que salir con su noviecito no iba a borrar el hecho de que seguía siendo mi esposa y que si lo que buscaba era librarse de mí de una vez, lo mejor que podía hacer era venir conmigo.

Arrugué los labios. ¿Por qué no había logrado deshacerme de esa sensación de molestia?

Antes de que decidiera qué hacer al respecto, alguien tocó mi hombro y me apresuré a bloquear el celular para girarme y mirar a la persona.

—¿Seguro que estás en condición de entrenar?—preguntó Jordan con tono preocupado.

—Por supuesto—respondí a la causa de todo mi malestar—. Mejor que nunca.

—Amigo, tu cara no me dice lo mismo—esbozó una sonrisa nerviosa—. ¿Cómo carajo te ganaste esos golpes?

Me pasé el jersey por la cabeza y me coloqué los protectores antes de tomar el casco.

—Digamos que los ebrios y la verdad no se llevan bien—caminamos juntos por los vestidores para salir al campo con el resto del equipo.

—¡Vamos, señoritas! Se acabó la hora del té—gritó Ethan corriendo y dándome una nalgada mientras se adelantaba hasta el frente.

—¿No se supone que los ebrios siempre dicen la verdad?—Jordan sonreía sin comprender mi comentario.— Yo entiendo que se llevan de maravilla.

—Sí. Digo que no se llevan bien cuando les dices sus verdades—aclaré y aumenté el ritmo en mi caminar para adelantarme.

No me sentía de humor para hablar con nadie, mucho menos con Jordan.

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—¿Qué car...?—mamá se atragantó, continuó mirándome y se llevó una mano al pecho—. Alex, ¿cómo te hiciste eso?

Arrugué los labios y me pasé una mano por el cabello, considerando la posibilidad de contarle una mentira diferente. Lo pensé bastante, hasta que decidí que lo mejor era seguir con la misma ligera alteración de la verdad, como prefería llamarle.

—Tuve una pelea afuera de un bar—respondí con la mayor convicción posible, sin mirarla, como hacía siempre cuando le mentía.

Mamá me tomó del mentón, con sus profundos ojos azules escrutándome. Estaba furiosa, podía notarlo por la presión que ejercía en su agarre.

—¿No pudiste esperar a mañana para enrollarte en un lío?—espetó, severa—. ¿Por qué te peleaste esta vez?

—Pelea de ebrios—le sostuve la mirada, buscando imprimir veracidad en lo que le decía.

Escaneó mi rostro y negó con reprobación. La presión en mi barbilla aminoró e hice una mueca de malestar cuando sentí sus dedos rozando levemente el pómulo donde se extendía el feo hematoma. Acarició la zona afectada con una delicadeza impropia de ella pero recibí de buena gana el toque.

Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora