Ocurrió a finales de julio. El frío invierno se evaporo, dándole paso a una primavera prematura. De aquellos árboles frágiles salieron flores rosadas y en las entrañas de la tierra surgieron tulipanes carmín. Fue un espectáculo de gamas cálidas, sobre todo el color rojo.
Los primeros rayos de luz se sumergieron en aquellos troncos. Resaltó todo el paisaje, desde las brillantes rosas escarlatas hasta la sangre borgoña derramada. Porque mientras más salía, todo parecía combinar más en esa tragedia bella.
Era algo densa, su color fuerte, como los alaridos de Camille, y profunda como el último respirar de Ruel. Impactaron contra el suelo. Sus vidas estaban manchando pétalos caídos o siendo absorbidas por el pasto.
A finales de julio surgió una primavera prematura, y adentro de su obra natural ocurría una muerte adelantada, secretos sin revelación, y sobre todo recuerdos olvidados.
Su vista comenzó a nublar , pero antes de ello, Camille vio cómo su chico de pelo claro se iba y la dejaba sola. Creyó que también partiría en poco tiempo, así estiró su brazo para alcanzar aquella mano, lamentaba tanto que estuviera tan fría.
Su visión perdió enfoque, y todo el paisaje rojizo se fundió con la aurora del cielo.
