A nadie le toca una vida fácil. Una persona ya viene con problemas al nacer, casi igual como la religión dice del pecado. Camille Frantzich pudo haber sido la excepción, hasta que le tocó despertar por segunda vez.
A una gran diferencia de su nacimiento, despertó en una camilla con casi 17 años hecha ya mujer, pero era igual a un recién nacido. Camille era frágil y desconocía gran parte de su presente.
Recordaba lo esencial, quienes eran sus padres, el nombre de algunos familiares, amigos y suyo.
Pero aquí venía la gran anomalía.
Ella había realizado un paso en el tiempo, o más bien era lo que sentía.
Desde la mitad de los 16 a los 17 fue un gran salto. Era normal verla tan aturdida, pues nadie pudo sentir he interpretar su interior a excepción de ella misma. Era dormir y despertar casi medio año después. Descubrir que no recuerdas los últimos meses de vida y ver el gran cambio que llevan las horas, semanas y meses, no fue fácil de aceptar.
Nada era igual, ella no era igual.
Si alguna persona pudiera ver su yo del futuro, probablemente estaría tan consternado como Camille, porque
había cambiado.Caminó por la acera del colegio, reconociendo algunos rostros pero no prestando atención a ninguno. Ahora, solo había gente que la examinaba despectiva y antiguas amistades quienes susurraban cosas negativas sobre ella.
Cosas que lamentablemente si recordaba.
No pudo sentir algo de arrepentimiento sobre sus acciones, solo vergüenza junto a una gran confusión. Eran pensamientos que robaron mayoría de su tiempo, horas de sueño y energía. Que, al pasar los días, la consumían más fuerte. Cómo un gran agujero que faltaba llenar,
se expandía.Esa ansiedad que guardaba en su interior hacia perder algunos de los sentidos, sobre todo coordinación.
Los libros impactaron con la cerámica hecha de mármol provocando un ruido profundo, esto y seguido de quien era ella llamó la atención de varios. Pero contra quien chocó agregaría el gran toque teatral o ácido.
El castaño tenía modales, siempre estaba intentando ser lo más dócil he guardar aquellos impulsos bruscos como parte de su lucha interna. Pero al verla tan cerca, no pudo evitar tirar algunos de sus libros recogidos por el mismo.
Camille tenía hebras anaranjadas radiantes, pero su pelirrojo este año estaba apagado tal cual como fuego extinto, como el amor de ambos individuos.
Zach Herron trató de esquivar todo el perímetro ocupado por su ex novia. Cuando se marchó, algunas voces y risas no esperaron a que Camille re cobrará compostura.
¿Se lo merecía? No, no a esa magnitud. Pero Zach siempre fue popular y admirado por muchos, sobre todo chicas. Lo que le pasaba podía "tocar" a más de algunos, y ella le había hecho algo despreciable.
¿Como pudo hacerlo? Camille no podía recordar nada más que correr con el por los viñedos, tomar su mano en todos lados, o susurrarle cosas lindas mientras sonreían. Mientras Zach podía pasar horas acariciando su pelo. Besandola repentinamente y decir las 8 letras desde sus actos cariñosos más inocentes, hasta los más íntimos. Pero también recordaba muy bien como la llama se estaba apagando, y como comenzó a vivir algo de amor con alguien más.
Porque había tenido una aventura con Ruel, su mejor amigo enterrado ya 6 metros bajo tierra.
Y al parecer, fue descubierto por todos esa misma madrugada cuando ambos intentaron ser asesinados, donde Camille pudo sobrevivir.
Habían muchas cosas por recordar para averiguar cómo todo colapsó a ese punto.