Zach Herron era como todos los adolescentes, pero provenía de un lugar violento.
Su génesis era la furia.
Cuando tenía 5 se ocultaba debajo la mesa, o cuidaba a su hermano menor dentro un armario viejo y astilloso.
Su padre era alcohólico, su madre una sumisa.
Discutían todo el tiempo.
Era imposible no influir en su personalidad, la forma de ver la vida. Tenía más de una cosa guardada dentro, y tendría consecuencias.
Las cosas se calmaron un poco cuando fue acogido en otra casa. Con una dulce madre y un padre.
Solo que sus raíces seguían ahí. Y cada vez, cuando sentía el miedo florecer en su corazón, lo reemplazaba con enojo.
Lo ayudaron a canalizar su rabia interna, el método que más funcionó fueron los deportes. Así pudo controlar el océano de aguas bravas a agua dulce y transparente.
Desde que era un niño atraía la miradas del público cuando jugaba a fútbol americano o algún otro deporte. Así que aprovechó sus destrezas y las explotó para ser mejor cada día.
Pero aún cuando podría ser el prodigio deportivo en los pasillos de su escuela y familia, no podía llamar la atención de todos.
El conocía a Corbyn, y este aún era amigo de Jonah. De ahí supo quién era Camille, una chica criada por sus tíos y que no tenía padres al igual que el. Tal vez, esa fue la clave para que Zach supiera de su existencia.
Se enamoró, a distancia.
Pasó antes del florecimiento de Camille, mucho antes de que aquellas facciones armonizaran y sus curvas fueran cual reloj de arena. En ese entonces era menuda, como reflejo de su personalidad tímida. Una mirada mustia siempre adornaba su cara debido a las inseguridades que una niña tiene en esa edad.
Era una joven apagada, ¿Qué otro factor podría atraer a Zach?
Fácil.
Cuando una persona no tiene mucha personalidad o no cree que pueda destacar algo, solo escucha.
Camille podía escuchar, y una persona que escucha sin algún pero, sin hablar tanto de sí, agrada a la mayoría.
No era como la mayoría, que presumía.
Zach podía ver su persona a través de ella. En sus fantasías, cuando admiraba su rostro un tiempo prolongado, imaginaba una conversación sin fin. Quería conocer al misterio, quería que él misterio lo viera, porque no era tan espontáneo como se mostraba.
Zach no pudo hablar con Camille hasta los 15. Tenía el valor ya que estaba medio ebrio.
Estaban ingresando a los grados superiores, un gran motivo para hacer una fiesta de adolescentes en alguna casa cualquiera. Camille fue arrastrada al lugar por unas amigas, así que en un intento de escapar por alguna ventana, abrió por accidente el baño encontrado al iconico chico.
Nadie podía estar tan mal, apenas eran las 12. Pero Zach era alguien que abusaba en exceso, algún defecto tenía que tener.
-¿Podrías sostener mi pelo? No quiero vomitarlo.
-Tienes el pelo corto. No eres una chica.
-¿Acaso es una regla general? ¿Y que pasa con John lennon?
-No eres John Lennon.
-Pero canto bien, linda--Su intento de ser galán ya estaba estropeado, estaba coqueteando delante la tapa del baño, sudando y vomitando. Camille solo estaba entretenida con su desgracia y tal vez por ello la hizo quedarse más tiempo.
Zach hizo un tipo de almohadilla con su campera y se acomodó en la tina. Esa noche la pelirroja estaba con un vestido corto color mostaza, algo maquillada. Ese verano ya había hecho algo de cambios en su contextura, llamado otro tipo de atención para Herron. El lóbulo de sus orejas subía de temperatura, la piel de gallina surgía cuando miraba disimulado sus clavículas y algo del escote en corazón.
-¿Seguro que vas a dormir aquí?--Lo miró incrédula--No es la casa de un amigo tuyo?
-Podría ir al cuarto de alguien, pero todos a esta hora están ocupados...si ya sabes a lo que me refiero.
Camille se sonrojó.
De pronto, las imaginaciones de Zach se convertían reales. Camille se preguntaba como un chico así pudo contarle cosas tan íntimas de él y su entorno tan rápido, pero cada vez era imposible no estar atenta a él. Antes de esa fiesta, la chica pensó que Zach era alguien con vida plana, amigos celebraciones y muchas chicas detrás de él.
Pero quedó más impresionada cuando él preguntó por ella y le dio todo el lujo para expresarse. Al principio sólo eran temas banales, pero entre ellos hasta lo más insustancial lo podían empatizar tan bien, todo parecía ser esencial.
Días posteriores, no esperaba mucho intercambiar palabras con este. Estaba tan ebrio y las capacidades de recordar su interesante conversación eran nulas. Pero un día Zach confundido por pequeños trozos de recuerdos le habló.
Todo cambió desde ahí.
Cuando pasaban más meses, la distancia entre ellos disminuía. Zach tomó las cosas con calma a pesar que su pulso se aceleraba con solo verla, pero ella de algún modo ya lo sabía. Esperaba estar en lo correcto para no ilusionarse con una mentira, porque era fantástico.
El chico la invitó a entrar a su círculo social. Al menos sus amigos--quienes eran igual de populares--Eran amigables a pesar de ser tan superficiales, como Corbyn, o Ruel que era el más desinteresado y simple.
Por ende, Camille comenzó a lucir diferente. No sólo su exterior comenzó a "destacar" conforme pasaban los meses, su personalidad también cambió. Con el a su lado, era más confiada, extrovertida. Comenzó a tener más reconocimiento.
Y a principios de primavera comenzaron a salir.
El lugar daba igual, ambos se sentían serenos si estaban juntos. Desde un beso simple delante todos hasta unirse en algún lugar privado.
Su primera noche fue al exterior. Estaba fresco y los vidrios del coche estaban empañados. Ambos acostados con sábanas de plumas en el picap.
Esa conversación en efecto fue especial. Camille reposaba arriba de su pecho, el se deleitaba deslizando las manos por sus curvas bajas, mientras trataban un tema delicado.
-No te sientas culpable. Además sabes como son, muchos quieren tu puesto y harán lo que sea para que pierdas la cordura.
Zach era capitán de fútbol, por lo que debía lidiar con diferencias de opinión y jugadores no contentos con él líder. Aveces, buscaban algo para reprochar al castaño, porque sabían que perdía su control. Una pelea más, y sería retirado de ahí.
Zach no tenía control con esa emoción, desde que tenía memoria nunca pudo haber un punto medio. Era una molestia que podía crecer y crecer, hasta pasar a un nivel superior.
-Rompí su brazo, ¿Qué clase de tipo hace eso?
Tenía 15 y lidiaba con ataques de Ira.
Aveces podía llegar a ser muy violento. Y más tarde en ese mismo bosque, Camille entendería que su furia no tenía límites.