Como era de suponer, mi corazón se detuvo, la sangre que corría por mis venas se congeló en su lugar y mi rostro palideció, lo noté por la expresión de Matt.
Mi esposo me tomó por las muñecas y me sacudió un poco, sabía que me estaba hablando, pero no comprendía que era lo que decía. Veía sus labios moverse, pero no escuchaba con claridad. Matt golpeó mi mejilla.
-¿Estás bien?
Ahora si lo escuchaba. Ese golpe me había sacado del estado de shock, no se consideraba como violencia doméstica porque solo había actuado de ese modo, ya que yo parecía estar en un trance bastante importante.
-_______, Dios, ¿Qué te pasa?
-No quiero hablar.
Me solté de su agarre y me separé por completo de él, me detuve en la puerta del baño y volteé a verlo.
-¿Qué te ocurre?
-No quiero escuchar lo que ya sé-dije angustiada.
-¿Quién te lo ha dicho?-preguntó frunciendo el ceño-. Quería darte la noticia yo.
-¡Oh, vaya noticia, Matt!-exclamé moviendo mis brazos hacia arriba.
Matt suspiró y se sentó en la cama, estiró sus brazos hacia atrás y se apoyó sobre sus manos. Me observó fijamente.
-Creo que no estamos hablando de lo mismo-moduló tranquilamente.
-Ya no quiero hablar de esto-cerré la puerta del baño de un golpe.
Me cepillé los dientes y me quité la ropa, la tiré al cesto de la ropa sucia y me lavé la cara, salí del baño, en ropa interior y saqué mi pijama de debajo de la almohada. Matt venía del primer piso y se quedó apoyado en el marco de la puerta. No le di importancia mientras me vestía, por debajo del pijama, me quité el sostén y luego me senté al borde de la cama.
-¿Quién te lo dijo?-preguntó por detrás de mí.
-No quiero hablar, Matthew.
-Eso es lo único que odio de ti, amor, siempre evades el tema o no quieres hablar, o simplemente te encierras en el baño-se quejó.
No le hice caso. Sentí que se puso de pie y apagó las luces, cuando llegó a su mesa de noche, encendió la pequeña lámpara. Yo seguía sentada allí, al borde de la cama, observando la cortina de seda que apenas tocaba la madera del suelo.
-¿Ginger habló contigo?
Bien, si había tenido alguna esperanza de que Matt no me estuviera engañando, se había esfumado. Había mencionado a una mujer, la que parecía ser su nueva mujer.
-Matt, tienes hijos-dije súbitamente-, piensa en ellos. Yo no importo, solo piensa en los niños.
-¿Crees que no he pensado en ellos? ______, sabes que quiero lo mejor para ellos, como también lo quiero para ti. Lo he estado meditando desde que llegué a Inglaterra.
Era muy duro para mí. Nunca creí que hubiera podido ocurrir esto, Matt tenía otra mujer.
-¿Es de Inglaterra?
-Es enorme, tiene de todo, los niños serán muy felices.
¿Hablaba en serio? Ginger, su amante, era enorme y tenía de todo.
-¿Es alegre?
-Muy, ______-estaba emocionado.
Sentí las lágrimas resbalar por mis mejillas. No podía estar ocurriendo esto. Cuando todo era hermoso, todos éramos felices, Matt tenía una nueva mujer y seguramente sus hijos la amarían.
-¿Qué mas te dijo Ginger?
Se creía que de verdad había hablado con su amante.
-No he hablado con ella, Matt.
-Ah-se acomodó detrás de mí y colocó sus dos manos sobre mis hombros-. ¿Entonces cómo lo sabes?
-Lo deduje.
-Mira que es difícil de deducir-rió.
¿Cómo podía ser tan cruel? Me lo estaba diciendo de la manera más normal, riendo, emocionado y muy feliz, mientras apoyaba sus manos en mis hombros.
Matt estaba de rodillas, detrás de mí. Bajó su cabeza y besó mi cuello.
-¿Te dijo que no dijeras nada?
-No hablé con nadie, Matt.
Siguió con sus besos en mi cuello mientras murmuraba pequeñas frases que no quise escuchar. Quería ignorarlo, el hecho de saber que sus labios besaban a otra mujer, me hacía sentir utilizada, triste y mi corazón se partía en mil pedazos.
-Pensé que ibas a tomártelo peor-susurró y bajó sus manos a mis senos.
No quise seguir con eso.
Me quité de su lado en cuanto pude. Era un estúpido, no podía estar haciendo eso. Solo porque su querida amante lo había dejado cachondo, yo tenía que dejarle que él se saciara con mi cuerpo. Cerdo sucio.
-¡No me toques!-le grité.
Matt abrió sus ojos a más no poder y su mandíbula se relajó hasta dejar su boca completamente abierta. Él no comprendía, pero sinceramente era demasiado estúpido como para no comprender que su esposa iba a enojarse, o sea, me tenía de los pelos su estúpida tranquilidad incomprensible.
-¿Por qué lloras?
-¿Con que derecho lo preguntas? ¿Cómo te atreves, Matt?
Frunció el ceño.
-Lo pregunto porque me importas, porque eres mi esposa, ¿Qué mierda te ocurre a ti?
-No puedes estar preguntando eso-le grité.
-________, los niños están durmiendo, baja el volumen.
-Yo hago lo que a mi más me guste-bufé-. Cómo si a ti te importaran nuestros hijos, vas y te revuelcas con quien quieres mientras yo cuido de ellos.
-¿Qué carajo estás diciendo?
-Oh, si, ella es grande, yo soy apenas una nena estúpida, ella es alegre y tiene de todo. Es de Inglaterra y de seguro su acento te gusta mucho más.
Apreté mis manos en un puño y sentí dedos crujir. Matt me observaba desde la cama, no se movía.
-¿Crees que te engaño?-preguntó, por fin.
-No lo creo, lo sé y me lo acabas de confirmar.
Matt rió amargamente y se puso de pie del otro lado de la cama. Estaba claro que se había enfadado, pero no tenía derecho, la que debía estar más que enfadada, era yo y solo yo.
-Creí que nos teníamos confianza-decía con expresión dura-. Odio que desconfíes de mí, que me digas que no me importas ni tú, ni los niños.
-Matthew, ¿cómo quieres que confíe en ti si tienes una amante y vienes a decírmelo-grité.
-¡Yo no hablaba de una mujer!-gritó a todo pulmón.
Sentimos sollozos en el pasillo y luego vimos a Megan y Ashley observar desde allí. Matt se cubrió el rostro con ambas manos y gritó casi en silencio. Crucé mis brazos y observé la escena. La habíamos regado, tres horas antes, éramos una familia unida y feliz, ahora ya no podíamos decir eso.
-¿Qué pasó?-preguntó una voz de nene.
-Mamá etá llorando…-dijo Megan.
-Y papá ta tiste-completó Ashley.
Nuestros tres hijos nos observaban desde la puerta de la habitación. Matthew se quitó las manos del rostro y me observó por un momento, luego dio la vuelta y observó a los tres pares de ojos que esperaban una respuesta.
Ashley y Megan estaba llorando mientras se agarraban los piecitos con medias de colores. Austin estaba entre ambas, de pie y unas pocas lágrimas caían por sus ojos.
-Yo no hablaba de una amante, hablaba de una casa nueva. Me han trasladado, por si quieres saberlo. Desde Inglaterra tengo mejor acceso al caso que mi papá nunca solucionó, la empresa tiene sucursales allí y es mejor para manejar todo.
Tragué con nerviosismo. Yo sola había echado todo a perder, mi marido estaba completamente furioso conmigo y mis tres hijos sollozaban en el pasillo.
-Creo que la confianza es sumamente importante en el matrimonio y si no hay de eso en el nuestro, no creo que funcione.
Me estaba viendo a los ojos, lo sabía porque lo sentía, no porque yo también lo estuviera observando.
-Matt…-mi voz se cortó.
-Vamos a dormir a los niños, no quiero hablar ahora y en frente de ellos.
Yo tampoco quería, no era justo para ellos, vernos pelear a los gritos no era lo más hermoso del mundo.
-Yo iré con las niñas.
Matt no respondió, solo tomó a Austin en brazos.
-Vamos, campeón-se lo llevó hasta su habitación.
Yo aún seguía de pie donde me había quedado. Las dos niñas me observaban con sus ojos algo rojos, yo no estaba mucho mejor. Caminé hasta ellas y me puse a su altura.
-No ha sido nada, ya hablaremos y estará todo bien-toque sus cabecitas.
-¿De vedad, mami?
-Si, Ash, ha sido un malentendido.
¡Pequeño malentendido! Al parecer, mi deber en nuestra relación, era mantener a Matt enojado conmigo, meterme en donde no debía y acusar a mi esposo de cosas que no eran. Ya nos había ocurrido varias veces. Cuando él volvía tarde del trabajo, yo siempre sospechaba y algunas veces, hasta se lo decía. Esas veces, en las que decidía actuar como una estúpida increíble, Matt dormía en la habitación de Austin, no quería estar cerca de mí.
Esperaba que eso no ocurriera esta vez, no quería seguir durmiendo sola.
-Vamos a dormir-les dije dulcemente.
Ambas se pusieron de pie y tomé una mano de cada una, con Ashley esperamos a que Megan se metiera entre las sábanas y la arropé. Dejé la luz de la lámpara pequeña encendida y le di un beso en la frente.
-¿De vedad no pasa nada, mami?-preguntó atemorizada.
-De verdad, mi amor. Papá puede ser muy enojón de vez en cuando.
Ashley se subió al borde de la cama y besó la mejilla de su hermana.
-Hata mañana, Meg, papi y mami van a habar ahora y ya no pasa nada.
Ashley le sonrió a Megan y ella le devolvió la sonrisa. Tomé a Ashley en brazos y salimos de la habitación. Entramos a la de Ashley y la dejé dentro de la cama, la arropé y besé su frente, al igual que había hecho con Megan.
-Te quero-ma dijo dulcemente.
-Yo a ti, mi amor-encendí la pequeña lámpara-. Que descanses.
-Tú tamben-dijo y cerró los ojitos-. Haba con papi, por favocitos.
-Claro que si, pequeña-salí al pasillo-. A dormir.
Caminé por el pasillo y entré a nuestra habitación, Matt tenía el pantalón de su pijama puesto y una musculosa gris, almohada bajo el brazo y salía del baño.
Otra noche más, sola en la enorme cama matrimonial.
-Matt, quédate aquí.
-¿Vas a irte tú?-preguntó-. No encuentro ninguna colcha o algo para cubrirme del frío.
-No, pero tú tampoco te vayas-dije sentándome a los pies de la cama-. No sé si hay, están en la tintorería.
Matt frunció el ceño y se dio la vuelta.
-Creo que moriré de frío.
Se disponía a salir de la habitación, cuando le tomé el antebrazo con suavidad. Sin dar la vuelta, se libró de mi agarre de un solo tirón.
-Hablemos, por favor.
-Todo está dicho-dijo-. Tú no confías en mí y yo tengo que irme a vivir a Inglaterra.
-Si confío en ti, Matt-dije acelerada.
No podía perderlo, lo amaba más que a nadie, él era lo único que tenía, junto con mis tres hijos. Si perdí a Matt, perdía la mitad de mi vida.
-Por favor, no te enojes.
No respondió, solo salió de la habitación y cerró la puerta tras sus pasos.
Esa noche se convirtió en una tremenda pesadilla, no podía pegar un ojo, me sentía sola, abandonada, igual a la vez que había muerto mi padre. Sin nadie, sin nada, sola en un enorme mundo. Matt era mi todo, sin él, yo no estaría viva, sin mi marido, que me mantenía feliz y sin preocupaciones, no sería quien soy hoy.
Tenía la boca seca, así que salí de la habitación, sin hacer ruido y bajé las escaleras. Se sentía el ruido del televisor en el living, seguramente era Matt. Fui a la cocina y me serví un poco de zumo de naranja, dispuesta a salir de ahí, guardé el zumo y tomé mi vaso, salí de la cocina y la intriga me ganó. Quizá, ahora que Matt estaba un poco más calmado, podíamos hablar tranquilamente. Me asomé al living y lo vi sentado en el sillón, viendo un partido de hockey sobre hielo, debía de ser viejo. Volví a la cocina y en otro vaso, serví algo de zumo de naranja, el preferido de Matt, dejé todo en orden y salí de allí, dispuesta a ir y hablar con mi marido.
Entré al living y sin dudarlo un segundo, me senté a su lado. No se sobresaltó en lo absoluto, solo dejó en control remoto a un costado y siguió con la vista fija en el televisor. Dejé ambos vasos sobre la pequeña mesa ratona y me senté más cerca de él.
-Yo tampoco me puedo dormir-confesó.
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La Bella y la Bestia - Matthew Espinosa (Segunda Temporada)
RomanceLa primera temporada la pueden encontrar en mi página principal :) -karencereza