PARTE 24

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"¡Si golpéalo duro papá!"

Gritaban dos chiquillas, que se encontraban en de una de las esquinas de un cuadrilátero de boxeo. La primera en gritar se llamaba Gloria y la segunda Gimena; las dos eran gemelas y ya habían cumplido los 12 años con el día de hoy. Su padre el Sargento Rodas, les prometió que el día de su cumpleaños irían juntos a ver una pelea de boxeo real. Lo que no les menciono, fue que él iba a ser uno de los contrincantes.

Dentro del coliseo cerrado "Jorge Revilla Aldana" de la ciudad de Sucre, podías encontrar en sus instalaciones adyacentes, algunos clubes deportivos de distintas disciplinas, como ser: soccer de salón, voleibol, gimnasia, karate, básquet y como no, boxeo.

Alexander Rodas estaba acorralado en una esquina, y siendo duramente castigado. Su contrincante, un joven atezado apodado "el bisonte", era uno de los miembros más antiguos del club; media uno noventa aproximadamente, tenía como unos 24 años, su facciones eran duras y febriles, su mirada siempre desafiante y altanera, pero lo que más le caracterizaba, era su cabeza alargada y rasurada completamente; sus movimientos eran agiles y sus golpes devastadores.

Una pequeña multitud de espectadores y admiradores, hacían apuestas y vociferaban palabras de aliento, maldecían y decían groserías; todo esto, mientras que la pelea iba por su penúltimo raund. El Bisonte no mostraba para nada muestras de fatiga alguna, más al contrario se movía de un lado a otro por todo el cuadrilátero, Alexander en cambio apenas podía mantenerse de pie.

-No creí que fuera tan fácil- dijo el bisonte con una expresión que denotaba mucho más que confianza en sí mismo.

Alexander no le respondió.

-¡Vamos anciano, vamos!

Alexander se distrajo por un momento pero fue suficiente para que un uppercut, lo derribara. Sonó la campanilla. Cada contrincante se fue a su esquina.

-¿Cómo es posible que el campeón local Alexander Rodas, es derrotado por un niño?- Le decía su amigo y maneger, el cabo Rudy Morales.

-Vamos camarada eso fue hace muchos años atrás.- le respondió Alexander mientras trataba de recuperar el aliento.

-Estas acabado compañero, si es que no te diste cuenta aun.

-¿Cómo?

-Los golpes del bisonte son como quintales de harina, pero, su defensa es pésima.

Alexander le dirigió una mirada fugaz al bisonte y noto que este, aún estaba de pie y conversando con algunos espectadores. Luego unas chillonas y traviesas vocecillas le llegaron a sus oídos.

-¡Vamos papá!

-¡Si tú puedes papá, hazlo por nosotras!

Las chiquillas estaban saltando y gritando muy eufóricas; Alexander se dio vuelta las miro sonriente, les guiño el ojo y por un instante, sintió que su madre también se encontraba allí presente. Se levantó rápidamente cuando escucho sonar la campanilla por última vez.

Ambos contrincantes, avanzaron cautelosos como panteras al centro del cuadrilátero. Alexander lanzaba unos jabs para medir su distancia y notar los defectos en la defensa de Bisonte, este se mantenía inmóvil con la guardia bien en alto. "mierda es como una tortuga". Y cuando Alexander menos lo esperaba un izquierdaso de parte del Bisonte, lo dejo casi tambaleante, luego un derechazo. Alexander solo trataba de mantener su guardia en alto, tenía que encontrar un punto ciego en la defensa del Bisonte, entonces, cuando su rival le arrojo otro derechazo, automáticamente su puño izquierdo se ponía casi por debajo de su barbilla. Era la oportunidad. Alexander se acercó demasiado, si el golpe lo alcanzaba todo terminaría. Pero Alexander no podía darse el lujo de perder, así que jugaría el todo por el todo. El golpe le llego dejándolo totalmente aturdido, pero bisonte no se dio cuenta que, Alexander se había acercado demasiado, no solo arriesgándose a recibir el golpe de lleno, sino también para propinarle al Bisonte un tirabuzón que, directamente se fue a estrellar a su mentón. Todo había terminado, el bisonte yacía en lona con el cuerpo extendido y algo inconsciente al parecer.

Las chiquillas gritaban y saltaban júbilo, rápidamente entraron dentro del cuadrilátero para abrasar su padre, este apenas pudo levantarlas a las dos, sus piernas temblaban como gelatina. Una vez fuera del rin, todos lo felicitaban y le decían que fue un espectáculo memorable. Bisonte ya se había puesto de pie y se acercó a Alexander, bien erguido y con paso seguro.

-Buena pelea anciano- le dijo mientras estrechaba su mano.

-¡Mi papi no es ningún anciano!- Dijo Gimena con los puños bien en alto.

Bisonte se puso a reír a carcajadas. Alexander también, Gloria se mantuvo distante con un gesto despectivo.

-Sargento ¿Le parece que usted le está dando un buen ejemplo a sus hijas, mostrándoles, como un mozalbete, le rompe toda la cara?- Comento Álvaro Gutiérrez, entrenador del club y maneger del Bisonte.

-No lo sé don Álvaro, pero debe entenderme que hago lo mejor que puedo para educarlas. Este es un claro ejemplo de como la vida te golpea duro.

Ambos carcajearon hasta que se les saltaron las lágrimas. Pero en ese momento el celular de Rudy sonó estrepitosamente. Era una llamada del capitán Ríos. El cabo Morales salió rápidamente del gimnasio, fue a la parte más silenciosa del pasillo. Cuando Morales contesto, su rostro alegre y jovial, comenzó a congestionarse paulatinamente. Era una llamada de emergencia.

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