Parte 30

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Ciudad de Cochabamba

Horas 19:00

El autobús iba por la avenida Blanco Galindo con una velocidad vertiginosa; dentro se encontraba un equipo de rescatistas del grupo SAR. Joel Tapia iba dormido en uno de los asientos traseros; después de una larga jornada practicando algunos simulacros en la Comuna Molle Molle, quiso reflexionar un poco sobre lo sucedido en el incendio del parque Tunari; quizás en esa ocasión habían fallado, pero lo que vio, le dio la sensación de que otra vez podría suceder lo mismo, y pedía a los cielos con todas sus fuerzas que el día de mañana no ocurriese nada parecido o peligroso, no quería volver a toparse con aquel extraño ser, que por poco lo mata.

Estaba sumergido en un rarísimo sueño, cuando una palmada lo despertó de golpe. Era uno de sus camaradas Alejandro Carballo.

-Para mañana todo listo ¿Verdad?- le dijo Alejandro con una mirada despectiva.

Había sido una tarde fatigosa y Joel no estaba de humor para discutir con ese engreído. Pero cuando Alejandro lo noto, se puso aún más obstinado.

-Todos los sabemos. Sabemos que por tu negligencia, casi Aldo también muere achicharrado allá en el parque.

Joel se sobresaltó en ese momento.

-Si como te dije, todos sabemos que por tu culpa casi perdemos a uno de los nuestros- siguió presionando Alejandro.

-No lo molestes Ale, tú no sabes nada- fue la tajante respuesta que le lanzo Aldo Diaz, que se encontraba a unos cuantos asientos adelante.

-No lo puedo creer ¿Encima lo defiendes?

-Mejor vete a dormir.- Le sugirió secamente Joel. Pero al parecer Alejandro no estaba dispuesto a ceder.

-Tu no me dirás que hacer, ni tampoco mañana lo harás, si ocurre algo grave, yo seré el primero que te lance a las llamas antes de morir carbonizado por tu culpa.

Fue la gota que rebalso el vaso. Joel estaba fuera de sí en ese momento, una ira inexplicable se apodero de él, se levantó de su asiento y casi instintivamente, le dio un puñetazo a la nariz de Alejandro; este para no quedarse atrás, reacciono también violentamente y, a pesar que le chisgueteaba la sangre por todos lados, trataba de atinar sus puñetazos contra el rostro de Joel. Se armó un tumulto en el interior del bus, después de algunas breves discusiones, todos comenzaron a agarrarse a patadas y puñetes. En la cabina, al parecer nada se escuchaba.

Cuando llegaron al CCE (centro de coordinaciones especiales), tardaron en bajar, y eso que escucharon claramente la orden de su suboficial a cargo. Las puertas del bus se abrieron, uno por uno fue bajando, con moretones y sangrados. Si bien en ese momento todos iban a recibir un escarmiento ejemplar, era algo que el suboficial Condori no estaba dispuesto a hacer; habían trabajado duro estas semanas para el evento de mañana, y todos sus subordinados debían estar en "óptimas condiciones" para cualquier eventualidad. No les dijo nada, simplemente les ordeno a que fueran a las barracas y alistaran su equipo. Mañana era un gran día, el gobierno iba a probar el armamento pesado de las K-8 que recién habían adquirido.

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