PARTE 4

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Eran como las seis y media de la tarde, los efectos del surazo habían disminuido para entonces y la neblina que cubría toda la ciudad, estaba disipándose poco a poco.

Jorge con algunos de sus amigos, estaban jugando fulbito en una carretera que estaba a las afueras de su barrio; ya anochecía y las pocas luces del ocaso se diseminaban por todo el horizonte. La neblina se había asentado demasiado y lo más probable, sería que para mañana siguiente, ya habría desaparecido por completo. No obstante el frio aún persistía

Los equipos estaban en un empate frustrante de 10 a 10, así que decidieron terminarlo todo con el "gol de oro", y eso que además estaba anocheciendo y dentro de una media hora exactamente, comenzaría a transmitirse por la tv. La serie favorita de todos los jóvenes. Una serie que trataba de caballeros y dragones.

Cuando todos quedaron de acuerdo con la propuesta, empezaron a jugar con más entusiasmo y al mismo tiempo con algo de torpeza, pero fue una gambeta de parte del primo de Jorge que hizo que el partido tomara otra dirección. Fue un pase largo y preciso, el que logro que la pelota llegara a los pies de Jorge, este entusiasmado corrió con el balón cerca de la portería (que no era más que un par de piedras, acomodadas en el lugar de los postes del arco) del equipo rival, y una vez que encontró un punto ciego en la defensa del oponente dio un chute tan fuerte, que no solo paso rozando por la oreja izquierda del portero sino que también, el balón salió despedido de la carretera, introduciéndose en unos matorrales que solían crecer a las orillas del barranco.

-¡Te pasaste Jorge! ¡Que golazo!- exclamo su primo Ramiro mientras corría en dirección hacia él.

Jorge se quedó paralizado por un momento y tardo un poco en darse cuenta de que todo su equipo marchaba hacia él muy alegres y gritando groserías al equipo contrario.

-¿Escuchaste eso?- fue lo único que dijo Jorge a su primo, como reacción ante el festejo general de los vencedores.

-No, aparte de las puteadas del otro equipo nada más- le respondió Ramiro en tono burlesco...

Mientras tanto todos los chicos habían empezado a discutir y no falto un mano larga que dio el primer empujón para que un puñetazo saliera a la palestra, como respuesta a ese agravio, los dos equipos comenzaron e enfrentarse unos a otros, hasta que Jorge les dijo a todos que se callaran por completo, que detrás de los arbustos y matorrales había algo, algo grande muy grande y que se estaba moviendo.

-Un perro debe ser... cojudo.- Fue el único comentario que escucho salir, de su grupo de amigos.

-Si Jorge, debe ser un perro, además tienes que recoger el balón, sabes las reglas: "quien patea fuerte, va por el balón".- Le recordó Ramiro.

-No. Estoy seguro que algo hay allí abajo, y creo que se está moviendo.

-No seas marica, son tus excusas para no bajar y además porque le tienes miedo a la oscuridad.

-¡No tengo miedo a la oscuridad! Pero lo que sea que este ahí abajo, como que siento que es peligroso, llámalo sexto sentido o lo que sea pero siento que no es algo normal.

-¡Putas! Otra vez con tus webadas, está bien yo iré, pero tus comics de Spaw, me los llevo hoy a mi casa.- Fue lo último que le dijo Ramiro, mientras caminaba en dirección hacia aquellos arbustos.

-¡Espera! ¿Ahora lo oyes?- Le interrumpió Jorge, tomándole del hombro a su primo.

-¡Qué... cabrón!

-¡Ves! se mueve, se mueve, se mueve...- fue lo único que repetía Jorge.

Ramiro se enojó tanto que lo tiro al suelo de un empujón.

-¡No seas marica! esta todo oscuro y es tu vista la que te engaña, además ya te dije que yo iría.- Y sin decir más, Ramiro corrió en dirección hacia los arbustos.

Fue entonces que una ola expansiva salió de ese lugar, arrojando piedras pequeñas y mucho polvo a los alrededores.

-¡Mierda!- exclamó Ramiro, mientras se volvía a poner de pie.

Un silencio absoluto reino en todo el lugar. Sin embargo, después de que Ramiro se recuperase de la caída, se puso a caminar en dirección al impacto nuevamente. Pero no había notado que Jorge seguía en el suelo, y que sus amigos habían escapado espantados, en todas las direcciones posibles que ofrecían un escape seguro.

"Putos maricas, son todos unos maricas" Pensó. Y de repente...

-¡Espera!- Fue lo último que escucho Ramiro detrás de él, mientras que una luz cegadora acompañada de ruidos de motores y turbinas, lo cubrió por completo.

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