1.- Jirō Kyoka y la depresión

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La generación de héroes que albergó al sucesor de All Might se ha graduado, han pasado un par de años y como había de esperarse, muchos han hecho ver sus relaciones amorosas al mundo.

Jirō Kyoka, batallando contra la depresión y ansiedad, está viviendo junto a Kaminari Denki desde hace algunos meses, han instalado un estudio de grabación para ganarse la vida, donde llegan de vez en cuando algunas discretas bandas de rock jóvenes.

Es una relación común, patrullan como héroes de medio tiempo y dedican su tarde a grabar la música de sus amigos amateurs, (por ese lado, Denki tiene la mayor parte del trabajo).

Kyoka, quien ha sufrido depresión desde poco tiempo después de graduarse de secundaria, cada día, alrededor de las siete de la tarde, sale por una soda light a la tienda departamental que está a una cuadra de su piso, sube las escaleras hasta su habitación en el último nivel del edificio y se la bebe de pie recargada en el barandal de su balcón, mientras, inevitablemente, los recuerdos de los últimos años dan vuelta tras vuelta en su cabeza.

Una noche de septiembre, mientras recuerda, una lágrima cae como gota de lluvia hasta el suelo de la acera.

—¿Por qué no me quisiste? —susurra sin hacer ni un gesto, mientras sueña despierta con el rostro de su padre.

Resulta que, desde que fue pequeña vivió únicamente con su madre, violenta, agresiva y aprehensiva como nadie que haya conocido jamás, y veía a su padre de vez en cuando, cada mes quizás, o dos, sólo durante unas horas, sin embargo, lo amaba con fervor, con todas las fuerzas que podían caber en su pequeño y esbelto cuerpo, cada vez que estaban juntos, desde que era una niña muy pequeña, recuerda sentir una de las mayores alegrías del mundo, recuerda que se reía como en ningún otro momento del mes, recuerda que la cargaba en sus hombros con la facilidad de levantar una muñeca de tela y la llevaba a largas caminatas por el vecindario.

El día que se graduó de secundaria, Kyōtoku Jirō, (su padre), le llama despreocupado desde USA, a donde había ido por algún motivo de su trabajo, no diciéndole más que un seco "felicidades Kyoka", mientras, al otro lado del teléfono, ella desea como nunca que estuviera a su lado.

Al colgar, se percata de que su madre no está cerca y entra a la habitación de Kyōtoku, se recuesta en su cama y después de un rato, volviendo a verificar su soledad asomándose a la puerta, responde a su curiosidad sacando del escritorio de su padre un álbum de fotos que no había visto antes, donde encuentra una serie interminable de fotos del hombre con una mujer desconocida para Kyoka y un par de niños, mayores que ella, con la confusión en el pecho y el miedo a su madre, se decide a preguntar, y se dirige a la cocina, donde se encuentra con ella, quien, al ver el álbum fotográfico que trae la chica en sus manos, no dice más que

—¿Qué, nunca te lo dijo? ¿Acaso no eran inseparables? ¿Dónde estaba su confianza? —.

Kyoka, paralizada, observa a su madre durante unos segundos y sus ojos se inundan de calor y lágrimas.

Era obvio, ellas no eran la familia principal de su padre, por eso se veían cada tanto tiempo, por eso cada que su madre desquitaba su neurosis contra ambos, cada que había que aportar algo a sus vidas, se iba sin dejar explicación alguna, huía de las responsabilidades de tenerlas como familia. Por eso nunca estaba presente.

Antes de que las lágrimas se deslizaran como perlas por sus mejillas, dio media vuelta, abrazó el álbum contra su barbilla y volvió a la habitación, su madre permaneció impertérrita, fría. La chica lloró y lloró hasta secar su garganta y sus ojos, sentada en el suelo a un lado del escritorio.

Pasaron los días y la vida siguió para ella, su ánimo fue decayendo sin que se diese cuenta, hasta que, tras unos meses, ya habiendo entrado a U.A., una noche, triste para ella como cualquier otra, cae en una crisis esquizofrénica, empieza a escuchar sin parar voces, multitudes, sonidos de ciudad, cada vez más fuerte, hasta que se encuentra en el suelo llorando incontrolablemente y con las manos en sus orejas y los dedos jalando su corto cabello y apretando su cabeza con fuerza, su madre la lleva al hospital y, tras estar internada en el psiquiátrico un par de semanas y ser diagnosticada con depresión mayor, vuelve a clases a U. A., medicada con tres o cuatro psicotrópicos fuertes.

Así inició su jornada contra la depresión, su batalla, su verdadera batalla, en la que tenía que mostrar su valentía de pro-heroína. Cada mañana representa un pesar inmesurable para continuar con su vida, cada día representa un sin fin de recuerdos imposibles de detener, cada recuerdo vívido, un episodio de tristeza insufrible.

Se susurraba a sí misma a veces.

—Kyoka, tienes que esforzarte más —.

—Kyoka, tienes que esforzarte más —

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Naufragio | KamiJiro & MomoJiro | BnHA fanfiction Donde viven las historias. Descúbrelo ahora