1

93 11 19
                                    

El reloj de arena que es mi vida ha quebrado, esparciendo los restos de mi corazón, siendo pisoteados por la sombra de quien en su día considere el amor de mi vida.

Si alguien supiese de esto diría que estoy loco porque, a pesar de los malos momentos con NamJoon, sigo enamorado de él, compartiendo mi vida y mi tiempo a su lado.

No es realmente lo único que compartimos. A pesar de las giras y conciertos por diferentes puntos de Corea, vivimos en la misma casa, siendo en propiedad de los dos. No estamos casados porque a penas llevamos tres años de relación, aunque quizá sea tiempo suficiente, pero la cosa está en que no ha surgido el tema y a penas tendríamos tiempo para ello.

Soy tan inconsciente que no me preocupa cuanto digan si puedo estar a su lado, disfrutando de los momentos en que los pasamos bien, siendo buenos el uno para el otro, mostrándome el amor que se que siente por mi aunque parezca enterrado muy al fondo de su corazón.

Me estiro bien en la cama, dejando caer una de mis piernas a un lado de la cama, colocando mejor mi ordenador sobre la otra, continuando viendo la película que llevo mirando desde hace veintitrés minutos y doce segundos.

— Jin —miro en dirección de la puerta, pausando la película, mostrando mi mejor sonrisa a mi novio cuando entra por la puerta —¿qué haces todavía en pijama?

Igual que ha aparecido desaparece rápidamente mi sonrisa.

— Veo una película y después iré a dormir ¿por qué? —centro de nuevo la atención en la pantalla, reproduciendo nuevamente la película.

Su mano, con el mismo nivel de brusquedad de siempre cierra la tapa de mi ordenador casi pillándome los dedos y golpea mi cabeza, haciendo que me duela el cuello que de por si ya me dolía de tantas veces que lo ha hecho en un periodo corto de tiempo.

— ¡Vístete y vámonos de una maldita vez! Siempre llegando tarde por tu culpa —sale de la habitación dando un portazo.

Mi cuerpo tiembla al tiempo que mis ojos empiezan a humedecerse, limpiando las lágrimas antes de que caigan por mi cara y se de cuenta de esa debilidad, empeorando su humor y la situación ya de por si tensa.

Conecto de nuevo el ordenador, quitando la película, apagándolo, saliendo de la cama. Me acerco a mi armario abriendo las dos puertas. En nuestra habitación tenemos dos armarios porque Nam no quiere mezclar ni una sola prenda suya con la mia, sacando del mio la ropa que veo mas adecuada para salir, cogiendo la más discreta. Me quito el pijama, dejándolo bien doblado en mi lado de la cama, sin pasar un limite al suyo, vistiéndome los pantalones vaqueros ceñidos y la camiseta algo más amplia de lo normal, cubriendo las marcas moradas y rojizas en mi piel, visibles, creadas por los dientes y labios de Nam. Salgo después de lavarme la cara con agua fría y de ponerme mis converse negras, reuniéndome con él, sintiendo su mirada sobre mi cuerpo, analizando la ropa que llevo y el tirón que da enlazando su mano a la mia con fuerza, intentando seguir sus pasos en todo momento, ganándome algún que otro comentario para nada agradable que cree que no escucho cuando casi tropiezo tratando de adaptarme a su ritmo, haciendo oídos sordos aunque me dañe hasta el punto que mi corazón se quiebre un poco más.

— Sube —abre la puerta trasera del coche —¡venga Seok Jin!

Respiro lo más profundo que mis pulmones me permiten, subiendo al coche, deslizándome hasta el asiento contrario, mirando por la ventanilla cuando nos ponemos en marcha a donde sea que vayamos.

Su mano, deslizándose sin calma alguna, aprieta mi muslo. Intento no mirarle, al igual que evito más lágrimas amenazantes, limpiando mis ojos con disimulo, mirando por la ventanilla durante todo el trayecto, ignorando los movimientos de su mano en mi pierna, subiendo y bajando, rozando mi zona mas íntima sin importarle que el chófer nos vea, moviendo mi mano en un momento dado a la suya, entrelazando nuestros dedos para que pare y no siga haciendo lo que tan molestamente pretende.

Fake LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora