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Valentín

Mi mente no creía lo que mis ojos veían: ella...
Con otro.

El olor a alcohol, marihuana y perfume inundaba mis fosas nasales, ambos desnudos mientras él la abrazaba por la espalda. La expresión en la cara de mi chica era tranquila y su respiración acompasada.

Su cabello negro completamente desordenado se encontraba entre los dedos de aquel pibe que estaba al lado suyo y su cintura era rodeada por su brazo libre.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, no era una alucinación, realmente se trataba de mi novia.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, ya no soportaba ver esa escena y simplemente cerré la puerta con toda la fuerza que me quedaba para proceder a escapar.

Mauro me miró tristemente, pero salí de su casa antes de que siquiera pudiese articular una palabra.

Arranqué el auto y conducí rápidamente a nuestro departamento, subí por las escaleras, chocando con el resto de inquilinos y golpeándome varias veces a mi mismo contra las paredes, abrí la puerta y una vez adentro la llaveé.

Agarré las maletas que había preparado para nuestro viaje sorpresa a Brasil y las vacié completamente, abrí las puertas del ropero de par en par y comencé a amontonar la mayor parte de mi ropa en éstas, pero, en medio del quilombo que estaba armando, comencé a escuchar fuertes golpes en la puerta y gritos desesperados: ella estaba afuera.

Intenté ignorarla, cada vez que su hermosa voz repetía mi nombre, mi corazón se desgarraba un poco más.

El dolor en mi pecho era casi insoportable, tanto que hasta tuve miedo de que realmente me fuese a dar un paro cardíaco.

Las lágrimas parecían no querer parar y el dolor de cabeza comenzó a aparecer, golpeando mi cráneo con dureza.

Puse las llaves del auto y el collar que ella me había regalado por nuestro primer año juntos sobre la mesa junto a una simple nota que resumía todo lo que sentía en este momento: "No quiero saber nada más de vos."

Al terminar, me tomé el tiempo de intentar controlar mi respiración y aceptar que tenía que confrontar mi realidad, tenía que confrontarla a ella.

Con el corazón a punto de salirse de mi pecho, abrí la puerta del departamento, encontrándome con sus grandes ojos verdes brillosos mirándome con arrepentimiento.
Falsa.

Acomodé la mochila sobre mi hombro izquierdo y agarré mis maletas, estaba a punto de pasar junto a ella e irme, pero sus manos tomaron la manga de mi buzo con el objetivo de detenerme.

—No, Vale, no te vayas, por favor escúchame —
La miré con cansancio y la empujé levemente con el codo en señal de que quería que me suelte.

—Basta, Lourdes, ya me hiciste pija el corazón. Ya está. Ya fue.

Visto a las 00:00 [Wos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora