Sala de espera

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Cuelgo el teléfono enfurecido, lo arrojó contra el sofá a mi costado y me acuesto de largo en el siguiente mueble.

Por las siguientes horas trato de no pensar en nada más que en mi videojuego, pero no lo logro, y el perder repetidas veces en un nivel me fastidia aun mas, así que me levanto y me pongo mi chaqueta para salir a distraerme. De repente mi celular empieza a sonar, pero lo ignoro al ver que es el numero de tu casa el que me timbra. Suena otras dos veces en las que lo vuelvo a apagar. Finalmente en la tercera contesto hoscamente cuando la voz de tu madre es la que me habla.

Al principio no logro entender lo que me dice, porque habla trémula y parece llorar. Solo logro captar palabras sueltas. Tu nombre, un auto y hospital.

Mi mente trabaja lento. Pero para cuando logro armar la idea completa echo a correr a mi auto.

El camino me parece más largo y mucho mas congestionado que de costumbre.

Cuando llego y empujó la puerta, ya todos parecen estar ahí. Me acerco presuroso a una enfermera y pido una explicacion, pero ella es inútil en darme tranquilidad y con su negación me hace sentir cada vez más nervioso.

Me siento lo más cerca que puedo de la puerta para ser el primero en recibir las noticias.

Cada segundo parece alargarse tres más, y mientras más tiempo pasa, más ansioso me siento.

Las gotas de sudor empiezan a rodar por mi frente y mejillas, al tiempo que mi pulso aumenta aun mas de lo acelerado que ya estaba.

Miró a la puerta doble, que se abre una y otra y otra vez, dejando entrar y salir doctores, enfermeras y pacientes. Pero ninguno eres tu ¿Dónde estás? ¿Por que demoras tanto en llegar? ¿Que esta sucediendo?

Me pongo en pie y deambulo sin rumbo, rodeando algún imaginario punto el suelo. La puerta se abre de nuevo. Miró esperanzado, pero otra vez es vana mi ilusión.

Dejo caer otra vez mi cuerpo contra la silla plástica, agarrando mi nuca con ambas manos y posando los codos en las rodillas. Solo espero, espero, espero.

Por fin tras horas de incertidumbre aparece un doctor en la puerta y hace una seña para acercarnos. Raudo me pongo en pie y camino hacia él, pero no con prisa como yo habría esperado, sino lento, muy lento. Es por algo en su rostro. Un velo de silencio parece cubrir su rostro, impidiéndome determinar nada. Eso me asusta.

Escucho que murmura algo, pero su voz me suena lejana, como si se hallase al otro lado de un muy largo túnel.

Sus palabras resuenan en mi mente hasta que las comprendo. Doy un paso atrás sintiéndome mareado. Mi pulso se acelera otra vez, en mi interior algo grita miles de cosas. Tengo el deseo de apartar al doctor frente a mi, correr por ese pasillo hasta donde estás y abrazarte, llorar contigo y pedirte que nunca te alejes, pero lo que hago es tomar asiento
Sujeto mi cabeza con ambas manos, sintiendo el frío sudorque cubre mi frente mientras las palabras se repiten como un eco en mi mente.

"Ella estará bien"

Por fin respiro con alivio

Mis cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora