2.- El crucero

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Salí del aeropuerto, tomé un taxi y fui al puerto de Los Ángeles, ahí estaba el gran barco, el Oasis of the Seas, el barco más grande del mundo…

Saqué el pase de abordar, mi pasaporte e identificación. Subí las escaleras y busqué mi camarote.

Mi camarote está en la cubierta 12, número 206…

Subí al ascensor, una pareja de jóvenes entró conmigo, y con ellos iban dos niños, se veían muy tiernos, una niña con ojos azules,  y un niño con ojos verdes, tal vez tenían 5 y 6 años… No lo sé.

Caminé buscando puerta por puerta el número 206, hasta qué lo encontré. Al entrar era sencillo, pero elegante, televisión plana, una sala pequeña, cama tamaño King size, una nevera pequeña, baño, como si fuera un pequeño departamento, pero lo mejor era que tenia balcón y vista al océano… Salí al balcón, la refrescante brisa y el olor del océano rodeaban mi cuerpo, se sentía tan perfecto…

Decidí recostarme, me quité la camisa azul que llevaba puesta junto con los tenis blancos y me recosté, hacía un poco de calor, pero qué importaba, estaré en el océano 15 días.

Al despertar, voltee la mirada al despertador; las 6:06 p.m., por la puerta del balcón, la cual dejé abierta, escuchaba la tranquilidad del océano mezclada con un montón de turistas emocionados, niños gritando, clavados, etcétera.  

Me levanté, entré al baño, había un par de toallas rojas sobre un perchero, me desnudé y me duché. Mi cabello largo comenzaba a ser una molestia, pero no quería cortármelo, me gustaba así a pesar de las complicaciones… Además de mi cabello amo mis ojos, verdes oscuro, cómo el color del jade… Mi cuerpo… Pues no me quejo, tengo espalda ancha gracias a la natación, y abdomen marcado gracias al gimnasio, soy alto, pero no tanto, 1.75 cm de altura…

Salí de la ducha, tomé la toalla grande y la envolví en mi cadera y con la pequeña me iba secando el cabello. Al pisar la madera del suelo resbalé y caí sobre mi trasero, el pequeño nudo de la toalla se deshizo y quedé sentado completamente desnudo en la fría madera.

—   Carajo. —dije y me levanté.

Caminé a la recámara y subí las maletas sobre la cama, las abrí y tomé un pantalón de mezclilla ajustado y una camisa blanca,  me volví a poner los tenis blancos con los que llegué. Cepillé mi cabello, me coloqué un poco de fijador, me rocié un poco de mi perfume favorito, me miré un poco en el gran espejo del tocador de al lado de la cama y salí a dar un paseo por el crucero.

Quería ir a la zona del mirador, pero para eso necesitaba los elevadores. Caminé por la cubierta hasta los elevadores, estaban a 5 minutos de mi camarote. Llamé al ascensor, no tardó mucho, dentro del elevador había 3 chicos que iban al área de piscinas, yo sólo iba al mirador, al último nivel. Los chicos bajaron 3 niveles arriba, mientras yo subí otros 6. El mirador estaba vacío, el atardecer no tardaría en llegar, así que me recargué en el barandal de la orilla del mirador. Me relajé, cerré los ojos y me limité a escuchar al océano, tan tranquilo y tan hermoso… Me quedé alrededor de 15 minutos ahí, sentí una mirada sobre mí, al echar un vistazo, había un chico del otro lado del mirador, me estaba observando pero no le tomé importancia alguna.

El atardecer estaba cayendo, me senté en el suelo para verlo, y vi poco a poco cómo el sol se ocultaba…

Al final, el sol se ocultó y la luna comenzó a asomarse… Tenía hambre, así que decidí bajar a cenar, creo qué el chico se quedó ahí todavía más tiempo, se veía guapo.

Bajé al restaurante, pedí salsa de cuatro quesos junto con una pechuga de pollo rellena de queso manchego y jamón de pavo en salsa de champiñones, y para beber: una limonada. 

Mientras cenaba veía la televisión, había una película, no tengo idea de cuál era, pero era entretenida, sobre amor… Genial, “amor”. Saqué mi iPod y vi la foto que tomé mientras Christian dormía, sentí una sensación tan linda pero a la vez dolorosa… Así que mejor lo guardé…

Al terminar de cenar, fui al baño a lavarme las manos; eran las 8:42 p.m., tomé un poco de jabón líquido y me las lavé. De una de las puertas del baño salió un chico, de mi estatura, cabello oscuro, orejas grandes, moreno claro y de buen cuerpo… Era atractivo. Se acercó al lavado de al lado, se lavó las manos. Era el mismo chico del mirador…

—   ¿Eres el del mirador? —le dije secando mis manos con una toalla de papel.

—   Sí, ¿por qué? —dijo a la defensiva.

—   Por nada, me pareció ver que me mirabas.

—   Puede ser. —dijo con una sonrisa en el rostro.

—   Oh, ya veo…

—   Mi camarote está en la cubierta 11, es el número 196, ahí estaré, te esperaré.

—   Ok…—dije caminando hacia la salida.

—   Por cierto —dijo antes de que saliera. —Me llamo Lucas —y al decirlo, me guiñó un ojo.   

Me sentía atraído por esa actitud tan segura, no era como los otros tipos con los que salí hace tres años o más, ellos eran dulces, cariñosos, éste… Éste me daba órdenes y quería llevar las cosas a su manera… Me atraía, pero no, no caeré tan rápido.

Fui a mi camarote, había wi-fi en el barco, así que me conecté a internet a vagar por Tumblr.

Poco a poco el sueño me fue venciendo, así que conecté el iPod para que se cargara y el celular lo guardé en mi maleta ya que no lo usaría en 20 días.

Me quedan 13 días en este crucero, tengo a Lucas con su mirada en mí, esto me da emoción, no lo sé, es tan… Incitante. 

La historia de un amor pasajero...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora