Atravesamos la parte este del palacio en completo silencio. Me estaba poniendo nervioso. Se suponía que debía dar una buena impresión de la monarquía danesa y por el momento me lo estaba poniendo de lo más difícil.
Por suerte llegamos a los jardines.
-Hay varios jardines, pero me atrevería a afirmar que este es el más impresionante. La tranquilidad se refleja en el ambiente como podrá comprobar y la variedad de flores y vegetación es mucho mayor que en los demás- le comenté conforme fuimos entrando al jardín.
La verdad sea dicha, ese jardín era de los pocos lugares del palacio en el que podía relajarme de vez en cuando. Era bastante grande, con una fuente de piedra caliza blanca de la que surgía agua cristalina. A su alrededor se situaban cuatro bancos de piedra.
Todo el jardín estaba repleto de distintas variedades de flores, desde la más simple hasta la más exótica por no mencionar las variedades de árboles y arbustos. Para mantener ese jardín hacían falta más de cincuenta personas.
-He de decir que es un lugar precioso-admitió la princesa maravillada mirando cada rincón de aquel paraíso vegetal. Por primera vez desde su entrada al palacio la vi más relajada. El jardín había hecho milagros, quién lo diría.
-Me alegro de que le guste alteza-respondí cortésmente. La princesa por su parte se acercó a un clavel blanco.
-Es la primera vez que veo tantas variedades de flores –dijo- las bajas temperaturas de Rusia impiden que crezcan más de la mitad. Por no mencionar que en palacio no hay apenas jardines.
La cosa mejoraba, comenzaba a abrirse poco a poco. Eso me tranquilizaba más. Podría hablar con ella con más libertad. Aunque se veía algo triste al mencionar los jardines de Rusia.
-Entonces, ¿Qué soléis hacer en vuestro tiempo libre? -le pregunté intentando seguir rompiendo el hielo cambiando un poco el tema de conversación.
La princesa rio sarcásticamente ¿Había dicho algo malo?
-Esas palabras no se encuentran en mi vocabulario me temo. No tengo tiempo para la diversión. Ser la heredera de un país no deja margen para los hobbies- declaró. Abrí los ojos sorprendido. Aquello me dejó descolocado. Creí haber oído mal.
- ¿Ha dicho heredera? Eso es imposible- negué confuso. Por la mirada que me echó, me di cuenta de que no solo era posible, sino que debería haberme callado. Por un momento le pedí a Dios que no abandonara el jardín. Porque no solo sería la primera chica que me habría dado plantón, sino que dejaría mi puesto de príncipe en evidencia delante de mi padre y eso no iba a permitirlo.
- ¿Por qué es imposible?- y cuando creí que el momento no podía empeorar, me saltaba con esa pregunta. No soy ni mucho menos machista, pero esa pregunta solo la responde una respuesta machista. No sé si hubiera preferido que se fuera de los jardines después de todo.
Su tono de voz fue calmado a diferencia de la mirada que me había lanzado segundos antes. Volvió a centrar su vista en los claveles.
Carraspeé mientras intentaba salir de aquel aprieto elegantemente.
-No quisiera ofenderla alteza. No es una cuestión de género-la princesa se mantenía callada escuchando mi respuesta. En ese momento me sudaban las manos- no dudo en que hace su labor a la perfección.
Su silencio me ponía los pelos de punta. Tenía que quedar bien antes de que mi padre se enterara. Aunque quedar mal impediría un matrimonio, por lo que yo saldría victorioso, mi orgullo estaba en juego y eso podía más en aquellos momentos.
Justo cuando iba a volver a defenderme, ella se irguió y me miró.
-Lo sé-contestó sin más- no se preocupe, no lo estoy juzgando.
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Anillo por Compromiso (PAUSADA)
Novela JuvenilAlexander, Príncipe de Dinamarca, aparentemente correcto, guapo e inteligente pero con ideas equivocadas. Tras varios escándalos es obligado a casarse para que centre la cabeza en la Corona y deje la vida ciudadana y vulgar. Todo cambia cuando en...