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"Kim Youngjo."

El pelinegro se encontraba tirado en el piso de su pequeñísima habitación. ¿Cómo había llegado ahí? No recordaba nada, sólo que hace unos minutos estaba viendo el cielo por aquella rejilla que le brindaba un poco de aire fresco y oxígeno. Aún esta con los ojos cerrados, pero podía oír todo lo que ocurría fuera de su mundo en sueños; algo que añoraba él.

Sintió unas manos topar su torso y moverlo en repetidas ocasiones, pero no lograba conseguir que su cuerpo reaccionara y pudiera ponerse en pie. Esa sensación ya lo estaba comenzando a asustar, sin extremidades no emitían siquiera una señal de vida; absolutamente nada.

"Paciente Youngjo, por favor déjese de hacerse el muerto y venga con nosotros." Una persona con bata blanca se estaba cansando de tener que esperar al joven. "¿Por qué mierda no se levanta?", pensó.

Pasaron varios minutos, diez, quince, veinte, treinta, una hora; y nada. El "bata", como Kim le había nombrado desde la primera vez que lo vió, se cansó de esperar y esperar. En silencio se retiró de la habitación, dando un portazo de por sí.

"No respondió a ninguna de mis llamadas o gritos, deberíamos de castigarlo." El pelinegro pensó en lo más temible, hasta que escuchó la puerta nuevamente. "Ven aquí."

zigzag | ravnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora