En el lugar mas recóndito de mí cabeza, se esconde una peculiar escena.
En frente de mí había un sujeto, muy parecido a mí persona, arrodillado pidiendo clemencia.
En mi mano derecha, sentía el peso de un revólver con las 6 balas puestas en el tambor.
Él pedía clemencia, yo poseía mis aires de mafioso malvado del viejo Chicago.
Levantó su mirada y me observó directo a mis ojos, el malnacido tenía el mismo color que los míos.
Su cara mostraba rasgos mas jóvenes, como los de un niñato que apenas está entrando en la pubertad.
Intentó persuadirme soltando algunas palabras ¡Maldito! ¡Hasta mis expresiones robaba!
Ignoré una por una y le puse el cañón en su frente, no tenía tiempo para cruzar palabras antiguas.
Su rostro tomó un color blanco azúcar, el tartamudeo apareció de compañero.
Eché una leve risa y esbocé una leve mueca, quería que aquel sujeto me viera.
Jalé del gatillo con total tranquilidad, el cañón explotó y expulsó una bala al exterior.
El proyectil atravesó sin mucho esfuerzo al muchacho, un baño de sangre invasivo salpicó en todas las direcciones.
El hedor de esta confirmaba lo que a simple vista se mostraba obvio, aquel sujeto había muerto.
Aquel sujeto ya era pasado, aquel sujeto siempre fue el pasado.
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Reflexiones Eufóricas.
RastgeleEl tiempo rige sobre nosotros, nos esclaviza bajo su yugo. Imposible no cambiar. Todos cambiamos. Atrás quedaron los celos juveniles, los amores y desdichas. Los momentos y los escenarios. Las rutinas y las imprecisiones. Todo cambió, todo ya mu...