Ahogado.

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Un día más en el cual caigo en el foso profundo de la desesperación. Mis visiones pasadas sobre mi actual presente no se muestran de la misma manera. No encajan en las lejanas perspectivas que nacieron en la adolescencia.

Avanzo por el fino y estrecho camino del auto desprecio. Aquel que se desmorona, en cuanto pisas mal un pequeño cimiento. Por detrás, me empujan los mismos de siempre. Aquellos que lo único que quieren es pierda, una vez mas.

Mí cabello crece sin ningún control, pelea por arrinconar mi cabeza de sorpresivos y fríos ataques que mi propia mente emita al exterior.

Mí boca está cosida con mil y un puntos de sutura. Dudo que alguien pueda entender lo que siento. Me cuesta confiar en la gente.

Mis ideas vuelan lejos, como un gran globo de helio. Pero yo tomó fuerte del cordón y los ato al suelo. No puedo dejar que vuelen, temo a que huyan lejos de mí.

Lucho a contrarreloj de lo que creo incorrecto. Temo que algún día, cuando el segundero se canse de dar vueltas, yo ya esté del otro lado.

La soledad auto impuesta comienza a pesar sobre mis espaldas ¿Cómo puedo sanar mis viejas heridas? O ¿Romper antiguas promesas?

Mis ojos están vendados, no quiero ver. Ya he visto mucho y se que falta demasiado. Prefiero que me guíe mi instinto, aunque tampoco me fío mucho de el. Tal vez me lleve a otras tierras, tal vez solo me haga caminar en círculos de donde ahora estoy. No le culpo, la falta de coherencia está a la vuelta de la esquina.

Puse todas mis esperanzas y esfuerzos sobre cuatro ruedas y un viejo escrito que estoy terminando. Le pedí ayuda al universo como siempre me han dicho que haga. Dicen que soy muy poderoso y que me va a escuchar. Espero que así sea.

Mientras tanto, sigo cayendo en mi foso de desesperación. Ya no se ni contra quien peleo, tal vez el rival sea yo.

Reflexiones Eufóricas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora