Capítulo 3

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Isabella.

¿En qué demonios estaba pensando cuando acepté venir con éste hombre? Tal vez la enfermedad se me subió a la cabeza, pero fue mi mejor opción. Mejor éste chico elegante, y sexy que ese viejo decrepito. Cuando lo miro, me doy cuenta que fue mi mejor elección. Es alto, su cabello es castaño, y sus ojos de un rico marrón. Su cuerpo bien atlético, y sus labios son húmedos. Huele muy bien, y de pronto la idea de intimar con éste desconocido no es tan mala. Debo hacerlo, o la maldita de Rosalie me echará a patadas de su club.

—Puedes bajar, Isabella —dijo abriéndome la puerta del auto. Lo miro confundida.

—¿Cómo sabes mi nombre? — se ríe.

—Cuando diste el espectáculo, dijeron tu nombre. —me sonrojo.

—Oh.

Miro la enorme mansión frente a mis ojos. Este hombre realmente es adinerado, mejor dicho, multimillonario. Hay varios hombres encorbatados vistiendo un traje negro y bien armado. Deben ser las personas de seguridad como en las telenovelas. En todo momento su mano aprieta la mía mientras nos dirigimos dentro de la mansión. Sus hombres ni siquiera le dirigen la mirada. Obviamente lo respetan.

—¿Es tu casa? —pregunto.

—Pareces sorprendida.

—Nunca estuve en una igual —admito.

Él no responde, y me guía en la sala de estar. La casa está decorada con cuadros, muebles sofisticados, las paredes pintadas de blanco, y amarillo. Hay obras de arte que nunca he visto en mi vida.

—Ven, subamos a mi habitación —dice, guiándome por unas escaleras.

Las piernas empiezan a temblar mientras obedezco. No puedo dejar de mirar cada rincón. La casa es el sueño de cualquier persona. Caminamos por un pasillo a la derecha donde se aprecia varias puertas elegantes. Me pregunto si será más rico que el presidente.

—Por aquí —me indica.

Nos adentramos a una gran habitación, la cual supongo que es de él. Es grande, y con hermosos cuadros por doquier. La cama es tremenda y lujosa, creo que cinco personas dormirían en ella. Hay una mesita de noche en medio de dos grandes sofás. Mis ojos se posan en la televisión de pantalla plana colgando en la pared.

—¿Te gusta? —pregunta él cuando nota mi admiración.

—Por supuesto.

—Derek —Me interrumpe — mi nombre es Derek. Mi corazón late con fuerza ante la mención de su nombre.

—Derek —susurro.

Sus ojos marrones se oscurecen, y mira mis labios.

—¿Qué edad tienes? — me tenso, y miro mis manos. ¿Se sorprenderá cuando le diga?

—Lo suficiente para hacer esto.

Da un paso cerca, y toma mi barbilla con sus manos.

—Responde— su tono demandante me hace decir:

—Diecinueve— Él arquea una ceja, claramente sorprendido.

—Eres muy joven para dedicarte a esto.

Sus palabras me ofenden.

—En realidad, es la primera vez que hago esto. Viví toda mi vida con Rosalie, pero nunca vendí mi cuerpo.

—Trabajas como bailarina.

—También fue la primera vez que bailé en el club —Mi voz suena dura —. Rosalie me obligó a hacerlo. Era eso, o terminar en la calle.

Te Deseo, Isabella. (RETIRADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora