3» Tiempo

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Recostada sobre el sofá de su suite, leía los clasificados y comía pizza. Ya había encerrado algunas opciones, pero no encontraba el lugar que terminara de llenarle el ojo.

Pretendía encontrar algo cerca de Central Park, que era su lugar favorito en la ciudad para correr. Pero como había aprendido en el tiempo que llevaba en esa época, las cosas no serían tan fáciles.

Escuchó dos golpes en la puerta y se preguntó quién sería... ella no había ordenado servicio a la habitación y muy pocas personas la conocían. Tomó su arma y la escondió en su espalda, entre su falda. Observó por la mirilla y dejó salir un suspiro de tranquilidad al ver quien estaba tras la puerta.

Abrió con una sonrisa auténtica y su corazón saltó cuando vió el bouquet de rosas en las manos de Steve.

—Steve, ¡qué sorpresa!— Abrió la puerta para invitarle a pasar.

—Solo venia a dejarte esto, por el momento incómodo del otro día... espero no importunar— Le entregó las flores que ella acunó en sus brazos.

—Para nada, pasa... llegas a tiempo para degustar una verdadera delicia.

Rogers dudó en entrar, por lo que pudieran pensar de Natalia. Las normas sociales debían respetarse.

—No creo que sea correcto.

—No dejare de ser una "mujer respetable" por invitarte a comer en la sala... además, nada me importa lo que piensen de mi. En Oriente hacemos las cosas de otra forma— Añadió la rusa— Entonces, ¿vas a pasar?.

Steve entró no muy convencido. Sin embargo, cómo el observador que era, se dió cuenta de que la suite era muy amplia y elegante, al fondo tras de unas puertas a medio cerrar se veía una cama con doseles y finas ropas de cama. En otra de las habitaciones había una considerable cantidad de cajas negras, maletas y bolsas de compras.

Siguió a Natalia, que después de poner los cerrojos, caminó descalza hasta la sala. Se sorprendió de sobremanera al ver lo que parecía un arma sobresaliendo de su falda.

Se sentó en el lugar que ella le señaló y vió una pizza sobre la mesita de té.

—¿Estás en peligro?— Preguntó el rubio con cautela.

—No, ¿porqué lo estaría?— La pelirroja se acomodó mejor en el sofá, para verme directamente.

—¿Tal vez porque llevas un arma en la espalda?.

—Es un viejo hábito, olvide que la cargaba— Natasha dirigió su mano a su espalda y sacó el revólver para dejarlo a un lado de la pizza y de las flores. Steve la veía extrañado.

—¿Es por eso de lo que decías de trabajar para una agencia gubernamental?.

—En efecto— Tomó la rebanada que había empezado a comer antes y le dió una mordida— Gracias a Dios que John's existe, esto es lo más delicioso de todos los tiempos...— Se detuvo al ver que era la única comiendo— ¿Me dejarás comer sola?.

Pasó al rubio una rebanada sobre un par de servilletas, rozando ligeramente sus dedos, suspirando al sentir la electricidad que solo él era capaz de provocarle. Lo vió morder su pizza, cambiando su semblante al sentir los sabores.

—Tienes razón, esto es bueno— dijo Rogers después de probar el primer bocado. Natasha limpiaba las comisuras de su boca con una servilleta y fue cuando cayó en cuenta al ver su mano izquierda detenidamente— Eres casada, yo no me fijé antes...

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