El slime: punto débil de las cabras

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Los cinco adolescentes presenciaron cómo el Cabromazo se ponía nuevamente de pie para el combate. Si antes el monstruo estaba más bien irritado por tener invitados inesperados en su territorio, ahora había entrado en cólera.

Un rugido estruendoso los obligó a taparse los oídos por instinto, conforme observaban a la bestia saltar hacia ellos, con su gran mazo en mano, claramente dispuesto a eliminarlos.

Finster se sobresaltó con el repentino movimiento del Cabromazo. Al instante, tomó la mano de su hermana y creó un portal de sombra, mediante el cual escapó con ella. Dio gracias de que ella se encontrara lo suficientemente cerca para poder irse a tiempo, pues la herida en la pierna de Espika podría haber imposibilitado cualquier intento de escape.

Por otra parte, Esper ya había demostrado dotes de acrobacia y agilidad anteriormente, por lo que no tuvo problema en reaccionar al ataque alejándose velozmente. Souji, en contraste, no tuvo mucha suerte y apenas pudo moverse del punto en el que el mazo golpeó el suelo del bosque; un escudo de slime de nivel 2 ayudó a bloquear los trozos de tierra que el mazo mandó a volar en cada dirección.

Kerket reaccionó a tiempo y retrocedió levemente. Su mirada se tornó atónita al observar a la criatura que había iniciado el ataque.

—¡¿Qué es esa cosa?! —gritó ella, manteniendo los ojos en el monstruo.

—Es un Cabromazo —Finster respondió desde donde estaba con Espika—. Una de las criaturas más fuertes del bosque. Y una de las más cabro...

—No es el momento —Espika interrumpió a Finster, poniéndole una mano en el hombro. Ella mantuvo su mirada en el monstruo, quien levantaba el mazo lentamente y continuaba gruñendo.

Souji, al igual que Espika y los demás, continuó observando al Cabromazo, sin tomar acción todavía. Debía tener cuidado enfrentándose a semejante oponente, al menos si deseaba llegar sano y salvo a la entrada del bosque. El monstruo con cabeza de cabra continuó levantando su mazo del suelo...

Un rugido sacudió los árboles del campo de batalla. A grandes velocidades, el Cabromazo saltó para atacar a esa quien tanto daño le hizo.

Esper pudo ver el mazo del monstruo acercarse a ella. Solo sonrío para sí misma y esquivó con un salto hacia atrás. El impacto del puño provocó un ligero temblor en los árboles del campo de batalla.

Kerket parpadeó ante lo que acaba de ver. Respiró hondo y se recompuso, decidiendo que no podía perder el tiempo. Disparó una técnica de nivel 2 —una llamarada— al costado del Cabromazo y retrocedió para salirse de su rango.

El ataque impactó, pero no parecía hacer efecto alguno en la ya calcinada piel del enemigo.

—¡Espika! —Finster gritó y miró a su hermana— ¡Ataque E!

—¡Voy! —asintió la elemental de planta.

El cuerpo de Finster desapareció en un portal oscuro, justo al instante en el que varias enredaderas se enroscaron alrededor del Cabromazo, como serpientes restringiendo cada uno de sus movimientos.

—¡Sorpresa, cabrón! —Finster apareció entre las plantas invocadas por su hermana y realizó un corte en forma de cruz con sus hoces de nivel 3. El ataque fue un éxito: Esper había conseguido haberle hecho daño considerable con la explosión de antes, por lo que las hoces pudieron hacer cortes en su pecho expuesto.

El rugido de dolor de la bestia se escuchó en el campo de batalla, conforme todos los ataques conectaban con el monstruo.

Souji solo pudo parpadear, sin saber qué hacer. Tras unos segundos llenos de dudas y desconcierto, optó por apoyar a los otros cuatro desde donde estaba; puede que sus poderes no inflingieran tanto daño como los del resto, pero podía apoyarlos. Una sustancia viscosa se generó cerca del Cabromazo y envolvió sus piernas.

Transmutación: El Jardín de las Estatuas DoradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora