El sonido de una fuerte explosión sacudió los árboles del bosque. El ruido era comparable a un cartucho de dinamita estallando a distancia, puede que incluso más porque tanto Kerket como Souji pudieron notarlo incluso estando a más de un kilómetro de donde se había producido la explosión.
La chica de pelo negro miró en silencio hacia la dirección de donde provino el sonido, su única preocupación en el momento no era la explosión en sí, sino quién era el o la responsable de ello. Era posible que se tratara de un elemental de pólvora, pero no podía quitarse la sospecha que tenía en su cabeza.
"Por favor, que no sea quien creo que es."
—¿Una explosión? ¿Quién habrá sido? —Souji preguntó. Parecía estar sobresaltado por el sonido repentino, a juzgar por la mirada que le dirigía a Kerket—. Debemos ir a echar un vistazo.
Kerket lo miró durante un momento. No veía el sentido de acercarse a una posible fuente de peligro, aunque todo parecía indicar que se trataba de cierta chica con coletas con problemas para controlar su temperamento.
—Vamos entonces, pero mejor ser prudentes —Kerket asintió.
Ambos inmediatamente se dirigieron hacia el punto de origen del ruido: la zona profunda del bosque.
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Dos cosas se cruzaron por la cabeza de Esper cuando Finster la tiró al suelo para sacarla del camino del ataque. La primera era que, en efecto, la criatura que había hecho el ataque sorpresa era de un imponente tamaño y podría ser un problema si su mazo conseguía golpearla. La segunda es que ella estaba en el suelo, con ese niñato de sombra encima de ella.
—¡Quita tus manos de encima de mí! —Esper gritó, empujando al otro chico al suelo.
—¡Oye! —contestó él, más decepcionado que furioso ante semejante «agradecimiento», sentado en el suelo del bosque—. ¡Al menos no te hagas la indignada!
Un rugido interrumpió la discusión, tras lo cual el gigantesco mazo cayó sobre ellos nuevamente. Esta vez, un muro hecho de múltiples plantas y lianas amortiguó el golpe y consiguió frenarlo.
—¡No os distraigáis! —gritó Espika, sudando por el agotamiento que le producía retener el mazo con esta técnica a distancia.
Finster se levantó y se teletransportó hacia su hermana, y Esper retrocedió justo cuando el escudo de plantas de Espika se desmoronaba. La muchacha de coletas estaba irritada ante la actitud de estos dos, ¿quién se creía la de pelo verde como para darle órdenes? No obstante, no se veía de humor para discutir, en vistas del oponente que tenía en frente.
—Un hombre cabra, ¿eh? —dijo Esper, analizando al monstruo, quien permanecía gruñendo y mirando a los tres.
—Cabromazo —comentó Finster desde atrás de ella—. Es uno de los monstruos más poderosos del bosque. Muy territorial y parece que está un poco... cabreado porque estemos aquí.
Esper dirigió una breve mirada de disgusto al chico de sombra con el rabillo del ojo y nuevamente se enfocó en el monstruo. Parte de ella quería creer que la elección de palabras de ese imbécil era mera coincidencia, pero sospechaba que intentaba provocarla con juegos de palabras estúpidos. No, no iba a caer en esas. Iba a darle su merecido a esa cabra, partirles las caras a esos estúpidos de planta y sombra —no necesariamente en ese orden— y graduarse con honores de esta ronda. Se acercó al oponente a pasos lentos, manteniendo la mirada fija en sus ojos, en señal clara de provocación.
—Quedaos atrás y mirad cómo una verdadera profesional se las arregla —Esper dijo mientras sus puños se imbuían en chispas índigo.
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Transmutación: El Jardín de las Estatuas Doradas
MaceraEn un mundo en el que los seres humanos tienen el poder de usar elementos, cinco jóvenes participan en un torneo para perseguir sus sueños. Lo que no saben es que ese torneo haría sus caminos cruzarse. Piloto de una futura historia, basada en "5 ele...