ENTRE LÍNEAS © jackbum

CAPÍTULO DIEZ⨾ ❛❛ Rojo y dorado

Jia

🗨️   Dirección adjunta📌

   Preguntas en la entrada por Jackson.

Sus ojos siguieron las palabras en los mensajes con una lentitud nerviosa. Eran de ayer y ni una respuesta ofreció, aún si lo hiciera ¿qué escribiría? No había seguridad alguna de que asistiera a aquel lugar, algo profundo deseaba hacerlo pero sabía que el ganador sería la voz gritando en sus tímpanos; ¡No! ¡qué se supone que harás! ¡Él quiere respuestas, él quiere saber todo lo malo de ti! ¿Vas a dejarlo?

No.

Jaebum temblaba como una hoja otoñal por el viento frío que tocaba sus fibras delgadas.

Sabe que debe respuestas. Él llevó a Jia a la destrucción de su habitación, al cuarto blanco del hospital donde se encontraba medio desmayado, por supuesto que le debe una respuesta, pero teme por la reacción. ¿Qué si Jia lo mira como un raro, qué si hay lástima en sus ojos o le recomienda regresar a su casa pues no es estable para vivir solo? ¿Qué si Jia decide que no quiere esa amistad por ser demasiada carga?

Jaebum tira con fuerza del cabello suelto en su frente.

Dolería, dios, dolería tanto que el contrario al fin se decidiera por no estar a su lado.

— Jae.

Salto fuera de su lugar cuando la vieja mano de su jefe toco su hombro con una delicadeza natural, una que no acepto al alejarse casi corriendo.

— Bum, tranquilo, soy yo —, exclamó tan rápido alzo las manos. — ¿Qué ocurre?

Jae jadeo, su corazón latiendo en sus oídos mientras su alma regresaba que su cuerpo. Trato de responder, sonreír o hacer algo, todo lo que consiguió fue una mirada llena de asombro y culpa. 

Su jefe sonrió incomodo, — Chico, ¿qué te tiene tan nervioso? Desde anoche tienes esa mirada de perro maltratado.

Aclaro su garganta, — No es nada, señor.

— Claro —. Elevo sus cejas con astucia. — Yo no nací ayer.

Más preguntas que responder. ¿Por qué el mundo se esforzaba tanto en preguntar?

— Es que... —. Parpadeo al rostro tranquilo del mayor, midiendo su credibilidad. — Creo que... tengo... ¿un amigo?

Alegria. Fue leve, pero Jaebum lo notó. El rostro de su jefe se llenó con una alegría brillante, frunciendo sus labios al tratar de no sonreír y abriendo sus ojos apenas un milímetro.

Prosiguió, — Es solo que le debo una explicación por... unas cosas incómodas sobre mi que descubrió.

Ahora la pizca de felicidad se apagó por la preocupación.

— Y... no sé —, murmuró tirando de sus uñas cortas. — No sé si quiero darle esa explicación.

La mano arrugada regreso a su hombro, donde tenía la costumbre de tocar con la paternidad de un hombre sin hijos.

Jaebum bajó la vista a la baldosa pulida.

— Chico, tu no le debes explicaciones a nadie —. Palmeo su hombro. — Si tu amigo quiere tu amistad, no te obligara a darle respuestas. Sin embargo, recuerda que tus acciones no solo te afectan a ti y, a veces, necesitas arriesgarte un poco. Vive, chico.

El hombre se alejó con una fuerte palmada, camino con elegancia y un pequeño balanceo por la falla en su rodilla derecha. Jaebum no tenía que alzar su vista para saberlo, su distinto caminar siempre se marcaba por el sonido de sus zapatos.