La estabilidad mental de un hombre con su vida puede ser frágil y un poco confusa. A veces olvida los nombres de personas con las que a trabajado años, su mirada se perderá por un momento en la nada y terminará callando para calmar la ansiedad.
Pero nunca olvida la comida.
Él cocina como un dios. Sus manos danzan por la cocina como la llama de un fósforo en la oscuridad, su voz canta en voz baja los ingredientes que dictan su mente y esa forma tan elegante de moverse espanta a cualquiera.
Jaebum es tan diferente cuando se trata de la cocina.
Los platillos vuelan a sus solicitantes, las sonrisas caen agradecidas y en varios momentos lloverán felicitaciones por el buen sazón que tienen sus creaciones.
No existe otro lugar donde sentirse tan feliz como detrás de una plancha.
Jaebum sonríe enorme cuando su jefe deja caer una mano en su hombro.
──Niño ──, saluda. ──Jamás había recibido tanta propina como después del día que entraste en mi puesto.
Ríe, porque no sabe que más decir. Porque sólo puede calentar sus mejillas con vergüenza y llenar su pecho con incomodidad a los cumplidos.
──Venga, toma tu descanso ahora y come algo. Invita la casa.
Un golpe más a su hombro y el hombre se aleja con alegría cantarína.
Jaebum se detiene a mirar por las mesas, descubriendo que el lugar está tranquilo y algo vacío. Tomándolo cómo iniciativa, prepara algo sencillo para comer y se encamina a uno de los lugares vacíos en las esquinas poco llamativas, como el sitio cerca de los baños.
Tiene un toma corrientes, vale la pena.
Toma el asiento más pegado a la pared, casi funcionando su hombro con ella mientras conecta su celular y lo enciende en busca de distracción.
Jaebum ama su sazón, ama la forma en que la pasta cremosa y con verduras se mezclan perfectamente para darle un sabor dulce y salado. Incluso los camarones saben a un pedazo de cielo.
Si cierra los ojos un momento podrá deleitarse al masticar la suavidad de la comida, haciéndolo puré y lamentando tener que tragar pues sus papilas deseaban más sabor.
Debe estar muriendo de hambre para que sus ojos se humedezcan al sabor.
¿Cuándo fue la última vez que comió? Oh, por supuesto. Ése era su primer alimento en todo el día y parte de la tarde.
Un suave "meow" lo despierta de las sensaciones.
Su celular, ahora encendido, vibra con un mensaje nuevo y una señal de lo desconocido.
Por supuesto que era el acosador amante de los pasteles, no había nadie más que hablaba con él por tanto tiempo. No tiene amigos cercanos, su madre tiene prohibido usar un celular y su padre sólo llama una vez a la semana, preferiblemente cuando sabe que tiene dinero.
Edward
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ENTRE LÍNEAS © jackbum
Fanfiction── 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐈́𝐍𝐄𝐀𝐒 Eres tranquilo ❛❛ como si el tiempo decidiera caminar con lentitud a tu alrededor. ©IMFEELINGOD