CAPITULO ONCE; ❛❛ La oportunidad.

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La faceta de tranquilidad en su rostro era demasiado voluble. Él sabía que nadie se creía su neutralidad, no había manera de que lo hicieran cuando sus cejas temblaban por frundirse en su frente y sus ojos estaban coloreados en rojo por el llanto anterior.

Si alguien se tomara el tiempo, lo vería; el pánico, el miedo, la vergüenza, la confusión  y el escepticismo en sus pupilas dilatadas.

Supone que no hay quien se interese demasiado para hacerlo.

Jia seguía hablando abundando sobre el silencio incómodo. Contaba sobre su trabajo, los vestuarios y anécdotas de la forma en que descubrió que era alérgico a un tipo en específico de tela que, justo ahora, no recuerda el nombre. Movía sus manos tratando de enfatizar las palabras, agitaba su cabeza incrédulo cuando algo demasiado dramático se le escapaba y parpadeaba tanto que, llegó a creer, se trata de un tic nervioso.

Ahora, Jaebum prestó atención. Claro que escucho cada palabra escapar de esos labios regordetes, el problema fueron sus pensamientos. Mientras Jia reía de sus compañeros, Jaebum pensaba: Lloraste frente él, admitiste debilidad, fuiste vulnerable, tiene lástima... ¡Me tiene lástima!

Jia tomaba las bocanadas de aire entre su risa mientras que Jaebum intentaba conseguir un poco para sus pulmones.

La platica unilateral se cortó cuando la mesera llegó con dos sándwiches, unas tazas coquetas de café y te verde, y un bonito pastel de chocolate para compartir.

Jia agradeció con energía, Jaebum solo inclinó su cabeza y tomó el.emparedado entre sus dedos temblorosos.

── Linda cafetería, ¿no? ──, prosiguió el rubio. ── Suelo venir aquí después de las sesiones más largas, por poco se graban mi pedido.

Jaebum masticó con suavidad mientras asentía pues realmente era un buen lugar. No menos silencioso que su departamento pero si bastante calmado y lento. Era hogareño pero suave, lleno de un aspecto tierno y cariñoso.

Hizo poco en calmar el dilema de su pecho.

Un suspiro largo y pronunciado regreso su atención a su creador. Jia parecía devastado.

Trago duro.

── Muy bien, ¿qué te está molestando? ──, pregunto sin pena alguna.

Comprendió que le debía responder, sin embargo su boca se encontró llena al dar otra mordida al pan tostado y sus verduras. Logro evitar hablar por el tiempo que masticaba, uno tan largo pues cada vez se esforzaba más en hacerlo tan lento que una tortuga terminaría primero que él. 

Mala suerte por la paciencia de su compañero.

Este alzo una ceja y sonrió, ── No quieres responder, ¿eh? Bien, déjame adivinar, niño bonito.

La tercera mordida fue tan grande que sus mejillas se estiraban por el contenido entre sus dientes.

El rubio no apartó la vista pero si enfoco sus ojos de una forma que se sentía vigilado. Miro todo, viajo por los recovecos de su rostro, los detalles de sus pestañas y la forma en que los cabellos negros resbalaban de su agarre en la cola de caballo por ser demasiado cortos. Detallo con tanto esfuerzo que tragar fue difícil por la sequedad de su garganta.

Apoyo su barbilla entre sus pequeñas muñecas.

── Estas incomodo por lo que pasó en los vestidores. ¿Te molesto que haya conseguido hacerte llorar, es eso? ──, asintió para si mismo. ── Debe ser. Fue una mala jugada, Jae. Lamento picar tanto la herida pero necesitaba saber que estaba pasando y tu no me lo dirías por nada del mundo.

Una llama calentó el fondo de su estómago, los líquidos internos burbujeaban hasta su garganta.

── Es extraño, ¿sí? Quiero saber de ti, quiero poder apoyarte para así enseñarte que me interesas pero no te abres. ¡Lo cual no está mal! Solo que no se los límites si no me los dices.

El sándwich golpeó la mesa con más fuerza de la necesaria. Jia cerró su boca con sorpresa.

── ¿Cómo sabes que no te lo contaría? ──, su voz era pesada. Dolía dejarla salir. ── Ni siquiera me diste la oportunidad antes de terminara lloriqueando por tus palabras. No me dejaste tener mi tiempo para hablar.

── Jaebum.

La interrupción aplastó su cuerpo como una enorme piedra color rojo, su rodillas dobladas apenas ayudaban a contener el peso de esa enorme roca y sus huesos lloraban por el sobre esfuerzo.

── Mirame a la cara y dime, ¿me hubieras contado algo de lo que sientes? ──. Señalo su rostro con incredulidad.

Entonces lo pensó. Pensó en que hubiera pasado si entrando a ese lugar, Jia no mencionara ni palabra sobre la tristeza abundante de su ser ni de la forma en que le parecía artístico, aunque sea una completa bazofia. Imaginar fue sencillo. Habría silencio largo e incómodo, Jia trataría de romperlo hablando de cualquier cosa mientras que él pensaría en las formas de decirle que decidió ponerle fin a lo que sea que iniciaba entre ellos. Era más fácil acabar cuando apenas empezaba, no habría despedidas que lastimaran pues apenas y conocían pequeñas cosas de ambos, no culpa o molestia. Solo un simple; vi lo que es estar a tu lado y no me gusta. A pesar de que le encantara.

La respuesta es no. Jaebum no habría contado nada sin la voluntad de Jackson por sacarle la verdad.

Froto su rostro con dos manos inquietas, la desesperación invadió con tanta arrogancia que sentía ganas de gritar y molestarse solo porque si. Quería tener la actitud de un niño mimado para arrogarse contra el suelo en un berrinche. No, él no era tanto para exigir ganar con gritos. Él aceptaba la derrota con la cara en alto, al fin y al cabo, estaba más acostumbrado a llamarse perdedor que ganador.

Dio la cara.

── ¿Qué tengo que te interesa?

Y decidió preguntar en lugar de responder pues, ya era muy obvio con esa larga pausa.

De la nada, el mantel de la mesa parecía más interesante que el rubio que chocaba sus tobillos.

── Vaya, realmente preguntaste eso ──. Otro suspiro, este cubierto de diversión amarga como dulce de limón. ── Eres divertido, hablas para atacar o excusarte, eres aferrado como el diablo pero tímido cuando lo demuestras. Me gustas, como... literalmente, quiero conocerte a fondo, descubrir todo de ti, que descubras todo de mi y, no sé, ver donde terminaremos.

Parpadeo inconsciente, casi sin entender por completo las alarmas de su cabeza que decían que aquello no sonaba para nada platónico. ¿Qué sabría él? Apenas entiende las relaciones familiares como para comprender cómo funciona una amistad.

── Además ──, Jia se adelantó. ── No es importante, pero te da unos buenos puntos positivos; tu cabello largo, tus lunares y esa bonita cara, me atraen mucho.

Las alarmas comenzaron a confundirse tanto como él. 

Debió ser obvio pues el ajeno río con tanto gozo que le contagió una pequeña sonrisa tensa.

Los sándwiches fueron recordados a pesar de que Jia no dejara de mirarle de reojo entre pequeñas risitas, era su chiste personal y no sabía si debía odiarlo.

Cuando las tazas quedaron vacías y ambos enterraban sus cucharas en el trozo de pastel, Jaebum decidió que era hora de dar sus últimas palabras.

── Quiero.

El rubio alzó una ceja dudoso.

── Quiero saber... ──. Picoteo la fresa sobre el pastel. ── El final.

La sonrisa fue suficiente. Sabia que eligió correctamente cuando el sol se vio opacado por la brillantes de Jackson, tanta alegría lo cubrió como una cálida manta. Si, algo hizo bien.

ENTRE LÍNEAS © jackbumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora