Oasis

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SSM19 - DIA OCHO

Su camino hacia el oasis lo había traído aquí. Esta pequeña aldea resguardada con magia para proteger a los inmortales de todas las creaturas viviendo en la penumbra del exterior.

Abundante en naturaleza, llena de vida tanto de día como de noche, era una aldea libre de preocupaciones gracias a las fuertes protecciones elevadas para proteger dicha población.

Aunque el paradero no era habitual, por su cuenta podía decir que era un paisaje surreal. Los senderos que llevaban a la aldea eran rodeados de montañas simétricas con ríos de aguas turquesas a aguamarinas, tonos que brillaban con la luz del día y que se reflejaban en las rocas.

Mientras seguía el rastro del río, pronto llegó a las alturas de aquellas montañas que daban paso a una vegetación abundante en colores cálidos, del mismo tono que los rayos del sol atravesando las aborregadas nubes del atardecer.

De haber sido otra persona, seguiría su camino maravillado con los escenarios frente a él con tal de seguir apreciando los inusuales paisajes; pero al ser alguien con conocimiento de las diversas maneras que uno podía pasar desapercibido, logró ver a través de estas ilusiones.

Solo podía tratarse de magia, de fuertes conjuros hechos por la alta sacerdotisa Tsunade Senju. Legendaria incluso para su clan y, aun así, debía darle crédito pues incluso para él había sido difícil de localizar.

Él pertenecía al clan fundador de su especie, sin embargo, hastiados con el modo de liderar de los miembros precursores, su raza pronto sufrió disputas internas que llevó a su clan a desintegrarse y dar paso a solo unos cuantos sobrevivientes errantes entre las sombras que el mundo les permitía habitar.

Él, sobreviviente de la masacre de su clan, tenía la responsabilidad de reunir a su especie una vez más para mantener el equilibrio en este mundo.

Pero, incluso si se trataba de su respetable clan, ni con todas las habilidades que había desarrollado con los años, podría enfrentarse a las testarudas almas que abundaban en su especie. Estaba obligado a afrontarlos si quería prevenir que más inocentes murieran y su especie perdiera todo el respeto y admiración que su clan había tratado de demostrar con las ideologías que sus familiares le habían inculcado a él.

Cuando pudo encontrar aquella biblioteca familiar que contenía el conocimiento del mundo fue que se encontró con esta solución: Encontrar el Oasis protegido por los Senju, y ahí, un descendiente contendrá el poder para unir mundos.

Lo que lo llevó a investigar más acerca de este clan Senju que contaban los relatos de sus antepasados. Por supuesto, en su experiencia había llegado a conocer uno de ellos, pero se trataba de un clan de humanos con la habilidad de profesar conjuros con el fin de proteger y sanar.

Contrario a su clan, que contaba con la habilidad de destruir y quemar.

Había esperado encontrarse con una anciana, era solo una mortal después de todo, el paso del tiempo era algo inevitable para su raza y todas las historias acerca de la alta sacerdotisa indicaban que era alguien de abundante conocimiento —conocimiento que solo una humana con varios años de experiencia podía guardar. Pero lo que encontró al llegar a aquel dichoso lugar, fue a una joven de coloridas hebras rosadas, agraciadamente ondeándose por el viento para después encararlo y descubrir que el extravagante tono de su cabello no era su único rasgo distintivo.

Grandes, expresivos orbes esmeraldas observando a través de él con indiscreta curiosidad.

No era para nada lo que tenía en mente cuando pensaba en alta sacerdotisa, pero podía percibirlo. Una extraña aura emanando de aquella chica. Casi etéreo.

Quizás era solo su naturaleza, el verse atraído a los humanos y, siendo ella de rasgos tan inusuales, seguro tendría que ver con el choque de emociones que le estaba provocando.

Era solo natural para él cuestionar si se encontraba frente a la dichosa alta sacerdotisa. En todos los años que había existido en este planeta, la visión de aquella humana era inusual para su especie.

¿O acaso era solo cautivante para él?

—Veo que lograste encontrarnos a tiempo —alguien llamó detrás de él, interrumpiendo en el momento el breve intercambio entre aquella humana y él.

Girándose sobre sus talones para encarar a la fuente de aquella voz, se encontró a la alta sacerdotisa, luciendo aquella prenda distintiva de tal puesto.

Si bien no era una anciana, si era una persona mayor que había logrado perfeccionar su apariencia gracias a aquel sello adornando su frente. Sello que solo podía ser transmitido por aquel clan del que tanto había leído y escuchado.

—Tsunade, ¿cierto? —aventuró para asegurarse, a pesar de saber mejor.

—Senju-sama —corrigió con una mirada desconfiada y precavida —. Sakura, prepara un poco de té para nuestra visita.

Adecuado, pensó él al escuchar el nombre al que respondía la otra mujer en aquella habitación antes de oírla dar unos apresurados pasos hacia la puerta trasera de aquella tienda.

Una vez que el silencio se volvió a hacer presente en la habitación, Sasuke se relajó y se removió su gabardina para cargarla en su antebrazo pues la alta sacerdotisa seguía observándolo cautelosamente sin ofrecerse a indicarle siquiera donde es que podría colgar su prenda.

—No encontrarás lo que buscas aquí.

—¿Cómo sabes lo que he venido a buscar?

—¿No es acaso poder lo que estás buscando?

Sasuke rio con sorna y se acercó hacia el mostrador, decidiendo colocar ahí su larga prenda y volver a dirigirse hacia la tensa humana aún en la misma postura.

—Creo que estas confundiéndome por alguien más.

—¿No eres tú Uchiha Sasuke, vampiro de primera generación?

Sus orbes oscuros se entrecerraron por un segundo, pero conservó su porte pasivo.

—No vengo aquí a provocar problemas, si es lo que temes. Tan pronto obtenga tu ayuda más rápido seguiré mi camino.

Esta vez Tsunade reaccionó cambiando su postura y cruzó sus brazos sobre su pecho.

—¿Cuál es su historia? —preguntó cuando la chica en la parte trasera de la tienda hizo un ruido indicando movimiento en aquella zona que no alcanzaba a distinguir.

—No puedes tenerla.

—No estoy diciendo que quiera tenerla, estoy preguntando cuál es su historia. Claramente no pertenece a esta aldea.

—Ella vive aquí porque es parte de la aldea.

—Pero ella no piensa quedarse aquí para siempre, ¿le has preguntado? Su mirada grita libertad, porque es atraída por el peligro.

Y porque su aura es distinta a la que emitían los demás humanos en aquella aldea, pero eso, la alta sacerdotisa ya lo sabía.

—He dicho que no puedes tenerla.

—Suena algo atrevido de tu parte el hablar por alguien que tiene voz propia.

—Solo dime de una vez qué es lo que quieres.

Sonriendo victorioso, Sasuke se tomó un segundo para contestar:

—Una bruja blanca.

Por supuesto que tenía que acudir a la alta sacerdotisa, creadora de este Edén, conocedora de especies y encantos, por respuestas. Solo en un lugar como este era que las posibilidades de encontrar aquella alma, destinada a ayudarlo a cumplir con su resolución, podía encontrarse.

Desgraciadamente para la alta sacerdotisa, los agudos sentidos de él lograron distinguir el momento en el que contuvo la respiración, confirmando sus sospechas.

Cuando Sakura emergió de la habitación trasera, una tensión más densa que el vapor saliendo de la pequeña tetera le advirtió de un mal presagio.

There You AreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora