Heavy

444 47 8
                                    

SSM19 - DIA TRECE

Sakura permaneció en shock por unos minutos en la misma posición sentada en el piso, tratando de asimilar el cómo había llegado a este lugar.

En un capricho de su compañero, había decidido abandonarla tan pronto la oportunidad se le presentó. No, se repitió, eso no era lo que había pasado. Estaba tratando de protegerla, pero, al hacerlo, se había puesto en peligro, y ahora, ¿lo vería de nuevo? ¿Qué sería de ella?

Definitivamente no una estatua esperando por ser rescatada. Oh, no. Si había llegado a sobrevivir por su cuenta siendo humana, seguro podía sobrevivir por su cuenta siendo... lo que sea que era ahora.

Resuelta, se puso de pie entre el manto de hierbas a su alrededor, muchas de ellas tan exóticas como los tonos que ella había heredado. Entre enredaderas, flores iridiscentes creciendo a lo largo de los robustos troncos de aquellos arboles de frondosas ramas, Sakura caminaba refunfuñando. Ignorando su usual curiosidad por las hierbas mientras sus pensamientos seguían manteniéndola preocupada por aquel inmortal que había prometido protegerla y ahora la había dejado varada.

—¡Maldita sanguijuela! —exclamó mientras pateada una peculiar piedra escarlata, recordándole el tono en su mirada cuando le permitió beber su sangre. La calidez en sus mejillas pasando a segundo plano cuando notó la grieta que había comenzado a formarse en el suelo, aquella piedra escarlata ahora no se veía por ninguna parte.

Parpadeando, inclinó un poco su cabeza para desengañar sus ojos. Apenas estaba reclinando su torso cuando el suelo eructó en una secuencia de trozos de piedra desmoronándose en un radio de tres metros alrededor de ella. Abriendo sus ojos desmesuradamente y su boca ahora entre abierta ante la escena, Sakura miro a sus costados en busca de la fuente de aquel fenómeno. Al no encontrar nada, la joven tragó saliva.

Esta debía ser una de sus nuevas habilidades, pensó mientras dirigía su mirada hacia sus pies. Solo entonces, notó algo diferente.

Entre escombros, una piedra esculpida con bellísimos y complejos patrones, se encontraba adornada en su contorno con aquella frase en una lengua antigua que, de no ser por el gran interés de Sakura por la lectura e historias de creaturas mágicas, ella no hubiera sido capaz de descifrar.

—Veo que eres una bruja de cultura, incluso para ser tan pequeña —se congeló al reconocer la voz que hablaba, retumbando entre los altos arboles a su alrededor.

Girando su rostro para encarar al dueño de aquella voz, Sakura miró alarmada como la figura pelirroja de aquel vampiro se acercaba a ella a paso lento, acechándole en lugar de arremeter contra ella. Jugando con ella como un gato hacía con un ratón.

Tragó saliva, pensando en lo inoportuno de aquellos escándalos que había ocasionado.

Su mente comenzó a trabajar con velocidad, buscando en su mente alguna manera de despistar a su enemigo puesto que recién acababa de descubrir cómo sus habilidades se manifestaban. ¿Había sido por sus pensamientos? ¿O eran sus emociones? ¿Tendría que ver con el objeto? Eran preguntas que preferiría dejar para después de alejarse de aquel vampiro acechándola esperando verla tomar acción.

Sin despegar la mirada de aquel pelirrojo a unos metros de distancia, recordó lo que había notado a su alrededor antes de que llegara. Los árboles altos, las ramas iridiscentes, el suelo ahora en escombros y ella. Extendiendo su pie para dar un paso más cerca de aquellos trozos de piedra en el suelo, se encogió cuando una brisa chocó contra su cuello, moviendo algunos de sus mechones lejos de su oído permitiéndole escuchar el escalofriante murmuro de aquella voz advertirle:

—Muy lenta.

Abriendo sus ojos desmesuradamente, su mano ondeó para alejar el cosquilleo que le provocó el sentir el aliento de aquel vampiro contra su cuello. En el acto, el inmortal salió disparado en el sentido del movimiento de su brazo, la fuerza con la que había movido su brazo había sido mínima, pero al ser un movimiento instintivo y fugaz este logró chocar contra el costado del pelirrojo, quien no había contado con la inhumana fuerza que la joven ahora poseía.

There You AreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora