Capítulo 1.

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—¿Quién es él? —Me le acerqué a  Regina.

—No sé su nombre, cariño.

—Espera, ¿Cómo es que le diste clases durante ocho meses pero no sabes su nombre?

—Hm, yo vengo a impartir clases, no a aprenderme los nombres de alumnos a quienes sólo tendré durante ocho meses.—Rodó los ojos y me sonrió.

—¿Qué dices que enseñas?

—Matemáticas.

—Wow, wow. Creí que literatura o algo así. —Entramos en la escuela.

—Pues no. —Se alisó la falda de su vestido. —Esas son materias aburridas.

—En realidad, yo no creo eso.

—Cariño, pasemos a la dirección a traer tu horario. Faltan diez minutos para que comiencen las clases. —Regina me tomó de la mano.

Los pasillos eran blancos, el piso estaba liso y podías ver tu reflejo en él. Habían pequeñas y cuadradas lámparas y a la izquierda, unos grandes ventanales que mostraban un gran campo de fútbol. Ya habían chicos entrenando y un señor, —que supongo yo— es el entrenador. Más adelante, se observan puertas en color madera, los cuales son las aulas. Maestros y maestras con trajes perfectamente alisados, pasaban de largo para entrar en esas aulas. En las puertas, habían cuadrados de maderas que tenían grabado el nombre de la materia que imparten.

Geometría.

Español.

Historia.

Sin embargo, la dirección está más al fondo. El pasillo se dobla y llegamos a un lugar con casilleros en color negro, con los baños, con la bodega del intendente, con el salón de música, y por fin, la dirección.

Afuera, un atractivo joven de no más de veintisiete años, yacía apretando teclas en un ordenador rápidamente. Por la placa en su escritorio, es el secretario.
Usa un traje marrón, ajustado en las zonas adecuadas, un peinado lo suficientemente elegante como para usarlo en una escuela, y un reloj muy costoso.
Su piel blanca hace que el traje se le quede muy bien, y no tenía barba. Un lunar en su mentón, era la cereza del pastel para terminar con su atractivo.
Al alzar la vista a nosotros, nos sonrió y bajó un poco sus lentes.

—Buenos días, profesora Regina. —Su voz tan varonil como la imaginé.

Y ojos en color esmeralda, su cabello más de cerca es en color castaño oscuro, cejas pobladas y pestañas lindas, ¿Qué más faltaba para ser un modelo de televisión? Ah, sí. Una sonrisa moja bragas, la que por cierto, tiene bailando en sus labios rosas.

—Buenos días, Javier. —Regina le sonrió educadamente. —¿Se encuentra disponible el director?

—Por supuesto. Toquen antes de pasar.

—Gracias. —Y nos giramos a la puerta doble con un rectángulo que decía: dirección. En letras doradas y bonitas.

Regina dió dos toques a la puerta y dentro de la habitación se escuchó un "pase".

Al entrar, me asombré.

En frente había un gran mueble con muchos libros, a los lados de éste se encontraban dos grandes ventanales, los cuales eran del piso al techo. Del lado derecho Se encontraban dos muebles con cajones, éstos eran color beige y tenían llave. De largo tenían tres cajones y de ancho al menos ocho cajones. En el techo estaba una lámpara. En la pared del lado izquierdo, se encontraba el director: un señor de alrededor treinta años, barba de candado y ojos grises. Todo él gritaba seguridad y respeto. Usa un traje negro sin corbata. Su escrito se ve realmente bien y caro, por cierto. En la pared detrás de él, hay cuadros de honores, diplomas, certificados, medallas. Hay también, estanterías con algunos cactus, distribuidos elegantemente. Frente al escritorio, se encuentran dos sillas negras. Y en él, hay papeles, lápices en un portalápices, una engrapadora, folios, un teléfono inalámbrico, una lámpara de lectura, y una placa que dice: Dr. Xandro Castañeda.

Para: CrushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora