Capítulo dos || El encuentro con Jessica.

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Durante el camino, ninguno de los dos dijo nada. Zabdiel sólo se limitaba a acariciar la espalda de Erick cuando los sollozos volvían.

Erick jamás había estado tan decepcionado como aquella noche, era algo que no imaginaba, siempre pensó que el destino podía ser cruel, pero no a tal grado, de dejarte sin un amor.

Caminando, a la misma distancia de su casa que de la fiesta, con el dolor y la preocupación adormeciendo el cansancio de sus pies, ambos se miraron al escuchar un sollozo diferente.

Uno, que no provenía de la garganta de Erick.

—¿Has sido tú? —preguntó Zabdiel mirando sus ojos.

Erick negó— Hace un poco dejé de hacerlo...

Aquel llanto aumentó, en un principio era escalofriante. Era un llanto de mujer, pero tenía algo de desesperación.

Los dos, con temor, avanzaron sintiendo que se acercaban al lugar de donde provenían aquellos sollozos.

—Ah —soltó un alarido Erick, asustado por la sorpresa de ver a alguien—, carajo.

—¿Bien? —preguntó Zabdiel colocando una mano sobre su hombro y el ojiverde asintió.

—Vamos —señaló aquella figura desconocida y luego de dudarlo un poco, comenzaron a caminar—. Hey...

Era una chica de cabello negro y espeso, bastante largo. No los miró, sólo siguió concentrada en sus problemas y en su llanto.

—¿Estás bien? —habló esta vez Zabdiel, y la chica negó— Bueno, puedes confirmar en nosotros. Él es Erick y yo soy Zabdiel.

—Soy Jessica —respondió casi inaudible por causa del llanto.

A Erick se le estrujó el corazón con tristeza por la voz de la chica, pero se aceleró también, bastante ¿emocionado? Sí, eso.

—¿Te podemos ayudar en algo? —habló el ojiverde poniéndose en cuclillas frente a la pelinegra, hasta quedar a la altura de su rostro, pues estaba sentada en el suelo.

—No lo sé, estoy —aclaró su garganta—, estoy muy confundida, alarmada y perdida.

—Vale, puedes empezar a decirnos por qué estás confundida y después verémos lo demás —Zabdiel asintió ante aquello, aunque la chica seguía sin mirarles.

—Bueno, es sólo que he tenido problemas con mis amigos y mis emociones no están muy bien.

Erick se tomó el atrevimiento de tomar una de sus manos y acariciarla con suavidad.

—Bueno, ¿Qué te parece si nos acompañas a cenar cuando aclaremos todo? —sonrió levemente— Quizás así te sientas un poco mejor.

—Está bien —aceptó Jessica con un poco de desconfianza, la cual Zabdiel notó.

—Tranquila, somos estudiantes... aún —la pelinegra sólo asintió como respuesta y Zabdiel sonrió—. Vas a estar bien ¿Vale?

—Sí, gracias.

Erick sonrió y cuando sus piernas se cansaron, se sentó al lado de la chica, ya que por alguna razón se sentía un imán y la chica un metal, deseaba estar cerca.

Sentía la necesidad de protegerla, quizá porque parecía indefensa. Talvez porque parecía estar tan sola como él.

—Y bien, ¿Por qué estás alarmada?

—Bueno pues, antes que nada yo no soy de aquí, mis amigos me convencieron de acompañarles a una fiesta y terminaron dejándome —pasó las manos por sus mejillas, secando las lágrimas que aún caían—. Estoy completamente perdida, y eso me alarma, no sé si puedo estar en peligro o si me puedo lastimar, además que ya perdí lo que tanto esperé.

El TIC TAC de tu amor || Chrisdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora