Desperté en un lugar extraño. No podía ver nada debido a la oscuridad que había. Me detuve a ordenar los sucesos de la noche anterior; Emma y Mike en la habitación… luego había ido con Kellin, y después a la azotea, había conversado normalmente con Vic, sin ninguna clase de insultos… me había quedado dormida junto a él.
–¿Vic? –le llamé en un susurro.
–¿Qué? –respondió una voz adormilada y grave que provenía de mi lado.
–Víc, ¿eres tú?
–Sí… –contestó en el mismo tono.
–¿Dónde estamos? –pregunté después de palpar unas sábanas debajo de mí.
–En mi habitación.
–¿Tú me trajiste aquí? ¿Cómo lo hiciste? –en ese momento pude ver una luz proveniente de un lugar cerca de mí. Y una vez mis ojos se acostumbraron, pude ver a Víctor sosteniendo un celular.
–Digamos que… no pesas nada. –otra vez con lo mismo. ¿Por qué todo el mundo insistía en decir que estaba delgada? No era así. ¿Acaso me quieren ver como una ballena? No lo soportaría. Dicen que se preocupan por mí, pero solo quieren verme gorda mientras ellos se pasean por ahí con sus perfectos cuerpos delgados.
–Lo que digas. –bufé y me levanté de la cama, pasando por encima de sus piernas. –¿Dónde está el interruptor?
–En la pared de lado de la puerta.
–¿En dónde está la puerta?
–¿No sabes buscar nada? –escuché el ruido que hacía al levantarse de la cama, caminaba a tropezones por la habitación. Pasó a mi lado y encendió la luz. Mis ojos se cerraron al instante, parpadeé varias veces para acostumbrarme y, entre parpadeo y parpadeo, pude ver a Vic en ropa interior con los brazos estirados y bostezando. Luego me miré a mí misma. Traía mi pijama.
–¿Dónde está mi sudadera? –Vic señaló con la cabeza hacia el escritorio. Dirigí la mirada hacia allí y encima de la silla, estaba mi sudadera y en el suelo estaban mis tenis. –Gracias. –los agarré y me los puse ante la atenta mirada de Vic. Me acerqué a él, le di un beso en la mejilla y salí por la puerta después de decirle un simple ‘adiós’.
Caminé por los pasillos con el rostro un poco sonrojado, ya que todos me habían visto salir de la habitación de Víctor y encima con pijama.
Entré en mi habitación rápidamente y agradecí a todo lo que se le pudiera agradecer, que Emma y Mike no estuvieran allí. Pero Chloe sí estaba.
–¿Dónde estabas? ¿Por qué no dormiste aquí anoche? ¿Y por qué traes esas pintas? –yo tragué saliva.
–Pu… pues estaba en la azotea… –reí nerviosa.
–Subí a ver el cielo y tomar un poco de aire pero me quedé dormida allí.
–¡¿Estás loca?! ¿Cómo se te ocurre? A ver si no te enfermas.
–No te preocupes, tengo buenas defensas. –frunció el ceño, no creyéndome nada. Yo tampoco me creería. Se giró en la silla y volvió a hacer lo que quiera que estuviera haciendo antes de que llegara.
Resoplé y caminé hacia las bolsas de compras de ayer. Las abrí una a una y examiné la ropa… decidí que me pondría unos skinny jeans obscuros, una camiseta gris y mis nuevos converse rojos. Me metí al baño y abrí la llave de la regadera. No podía entender lo que estaba pasando con Víctor; ¿por qué a veces se comportaba de una manera tan brusca y prepotente conmigo, y luego era el chico más caballero y amable del mundo? Realmente era extraño, él hacía que yo sintiera cosas que ni siquiera sabía que existían… hacía que el pulso se me acelerara, y que se me cortara la respiración con tan sólo verlo sonreír. Y que me sonroje al estar cerca de él.
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