En un acto reflejo, llevé mis manos sobre las de la persona que me sujetaba y las apreté fuertemente… “la persona” se arrodilló tras de mí lentamente, yo contuve la respiración, estaba aterrada… ¿Y que si “la persona” quería lanzarme edificio abajo?
Sentí como despegaba una de sus manos de mi brazo y me apartaba delicadamente el cabello de mi hombro, para luego apoyar su cabeza sobre este. En ese momento me di cuenta de que tenía una sudadera sobre mi espalda… la cual estaba tibia y eso me ayudó a disminuir un poco el frío que sentía.
–Has venido... –Me dijo con una voz extremadamente suave y calmada… Eso era nuevo para mí, nunca le había escuchado hablar en ese tono de voz, y menos aún si a la persona a quien le hablaba era a mí. Tragué saliva. Podía sentir su respiración en mi cuello y eso me ponía nerviosa… me mordí el labio inferior para reprimir un suspiro. – ¿Aún tienes frío? –me preguntó, yo me limité a negar con la cabeza, aún con la vista al frente. –Bien. –se separó de mí acomodándome la sudadera que tenía puesta sobre mis hombros y se sentó a mi lado, muy pegado a mí. En ese momento giré la cabeza hacia el lado donde él se encontraba… le observé. Él me miraba de una manera un tanto... ¿extraña?, sí, extraña. Nuca nadie me había mirado de esa forma, por lo que no supe interpretar ni sus ojos, ni su expresión. Él torció una media sonrisa. –Quería hablar contigo. – informó sin quitar sus ojos de mí. Me comenzaba a sentir incómoda, por lo que aparté la mirada hacia un lado. Creo que me ruboricé un poco… –Tardaste mucho, no te imaginas lo aburrido que estaba aquí arriba. Creía que no vendrías…
–Pues ya ves que sí he venido. Ahora quiero que me digas una cosa. –Dije volviendo a mirarlo. –¿Por qué me has llamado?
–Ya te lo he dicho… –Dijo sin perder la calma.
–Pues no te he escuchado Fuentes.
–Puedes llamarme Vic. –Dijo sonriendo.
–No te desvíes del tema.
–No me desvío…
–¡Sí que lo haces!
–¿Quién es la que se desvía del tema ahora? –Una sonrisa juguetona y burlona se dibujó en su rostro.
–Anormal. –le insulté.
–¡Oye! Yo pensaba que este era un lugar de tregua, ¿no? – lugar de tregua... se me había olvidado.
–Pues… sí.
–No me gusta que me insultes…
–Tú siempre me insultas a mí. – me defendí.
–Nunca te he insultado en este lugar. –Dijo mientras que con el dedo índice le daba pequeños golpecitos al piso.
–Llevamos muy poco tiempo en tregua, Fuentes.
–Llámame Vic. –Me volvió a repetir.
–Bien, Vic. Ahora dime, ¿Por qué me has dicho que…?
–¿Quieres? –Me cortó. Le miré con expresión entre seria y enojada. Él me tendía un paquete de chocolatinas.
–N… no. –Vic frunció el ceño.
–Come. Estás muy delgada, Maydeli. – insistió, yo negué con la cabeza.
–No, de verdad… no quiero, gracias de todas maneras, pero no.
–Pero si pareces un esqueleto… come.
–¡Que no! No tengo hambre.
–Por favor. – suplicó. –Me sentiré ofendido si no coges una… –dijo poniendo cara de corderito degollado... ¿Cómo me iba a negar a eso?