Tiré mi bolso sobre la cama y me dejé caer en el piso. Sí, lo hago todo al revés. Respiré varias veces para no llorar.
Pasé el resto de la mañana encerrada en la habitación, deseando que el tiempo pasara rápido y que llegara Chloe para hablar con ella.
Miré el reloj; las 12:30. Aún faltaban dos horas y media para que todos salieran de clases. Quizás sería una buena hora para vengarme, ya que no había nadie por los pasillos ni el patio.
Salí rápidamente de la habitación dando pequeños saltitos de alegría, vaya plan que se me había ocurrido. Reí mientras bajaba las escaleras bailando y cantando. Y ahora que recuerdo, el idiota de Fuentes se había quedado con mi MP3.
Llegué a la biblioteca con la sonrisa pintada en el rostro, la cual intenté disimular cuando vi justo a quien necesitaba; el consejero. Era muy bueno y uno podía confiar plenamente en él. Aunque claro, yo no le contaría mis problemas, sino más bien "los problemas" de otra persona. Me acerqué a él y le miré sonriendo.
-Disculpe profesor. ¿Puedo hablar con usted?
-Claro Maydeli, ¿Qué ocurre?
-Pues... me da un poco de vergüenza decírselo, pero necesito que hable con una persona. -El profesor me miró interrogante. -No es nada mío.
-¿De quién entonces?
-Pues de Fuen... digo, Victor Fuentes.
-Dios, ese chico siempre trae problemas.
-No, no. No es lo que usted piensa. Yo... necesito que hable con él de hombre a hombre, ¿me entiende? -El profesor asintió. -Lo que ocurre es que Vic es... impotente.
-¡¿Victor?! Ahora entiendo su comportamiento, gracias por avisar Maydeli.
-No es nada. -Dije sonriéndole. -Y por favor, no le diga que fui yo quien se lo dijo... yo no quiero problemas, sólo lo intento ayudar. -Dije mientras él salía de la biblioteca. Y era verdad. Yo no quería problemas, y menos en el primer día. Sonreí para mis adentros. El consejero se lo había creído todo. Nada más faltaba esperar, y mi venganza estaría terminada.
Me quedé unos minutos más en la biblioteca, había un millón de libros, todos con historias y personajes diferentes. Algunos más reales que otros, pero todos con un contenido que valía la pena leer. Era por eso que yo amaba los libros, desde pequeña siempre me habían fascinado, era como una especie de mundo, donde podías escapar y huir de todos tus problemas, dándole paso a la imaginación. En mi vida habría leído cientos y cientos de libros, y aun así, quería seguir leyéndolos. Los quería leer todos... era algo así como un vicio.
Rebusqué en las estanterías hasta encontrar el que buscaba. Lo leería por tercera vez, trataba sobre brujas, era genial.
Estuve en mi habitación leyendo hasta que dieron las 3:00. La hora de salida de los estudiantes, todos regresaban a sus habitaciones o simplemente paseaban por el internado.
Esperaba impaciente a que Chloe llegara para contarle mi venganza. Había sido perfecta. Y probablemente ahora estaría por llevarse a cabo.
La puerta se abrió.
-¿Por qué no has ido a clases? -Preguntó mientras cerraba la puerta de la habitación y tiraba su bolso al suelo.
-No tenía ganas. Además, tenía cosas que hacer.
-¿Cosas cómo qué? -Dijo tumbándose en la cama boca arriba y quitándose los zapatos.
-Vengarme.
-May, no deberías de ser tan rencorosa. -Ladeó la cabeza de lado a lado con desaprobación.
-Él me lo debía. Me quitó mi MP3. -Chloe frunció el ceño.