Al día siguiente desperté alrededor de las 10 de la mañana. Exactamente había dormido 8 horas.
Me metí en la ducha, no sin antes contarle a Chloe sobre mis planes. Ella había aceptado ir conmigo de compras, ya que ella, al igual que yo, necesitaba renovar su guardarropa.
Me vestí lo mejor que pude, sólo podíamos salir solos del internado una vez al mes y no iba a estar vestida como cualquier día.
Me puse unos jeans oscuros entubados junto con una camiseta negra y unos tacones negros.
Me cepillé el cabello y me maquillé los ojos de negro, concentrando más el color en la parte superior del ojo. Me guiñé un ojo frente al espejo, no sabía de dónde venía tanta felicidad, pero me sentía bien y quería disfrutarlo mientras durase.
Salí del baño sonriendo ampliamente y me encontré con Chloe sentada en la silla del escritorio, girando y girando como una niña pequeña. -¿Nos vamos? -Ella asintió al mismo tiempo que se levantó de la silla y salimos de la habitación.
[...]
-¿Y bien? -dijo mirando hacia el gran letrero multicolor que adornaba la entrada de un gran local el cual decía: "PIERCINGS Y TATUAJES". Yo me mordí el labio inferior y asentí.
-Aquí voy... -suspiré.
-Te esperaré fuera. -posó su mano en mi hombro para darme ánimos, yo sonreí y empujé la puerta que decía "abierto".
Lo primero que hice fue mirar el lugar. Estaba lleno de imágenes y diferentes tipos de adornos pegados en las paredes, me pareció un lugar genial, aunque un poco desordenado. ¿Pero de que me quejaba? La habitación de mi casa era igual o más desordenada que ese lugar. Me acerqué a un chico que miraba una revista, estaba sentado en una silla con los pies encima del mostrador de tatuajes, él debía ser el que atendía...
-Disculpa...
-¿Si? - dijo levantando la vista de la revista. Me sonrió amablemente. Tenía una sonrisa bonita, y unos ojos azules que te mueres, estaba lleno de piercings y tatuajes que se esparcían por su cuello y se perdían en su camiseta, para luego aparecer en sus brazos... pero no era mi tipo. -¿Qué necesitas? -me miró de pies a cabeza. Yo fruncí el ceño y con una sonrisa algo falsa le dije:
-He venido a perforarme...
-Mm... ¿Eres menor de edad?
-Bueno, sí... -reí nerviosa. -Pero mi padre me ha dado permiso de hacerme uno. -mentí.
-Bien, pues... ¿donde lo quieres? -se levantó del asiento y avanzó hacia un mueble que estaba a mi lado.
-Aquí. -dije apuntando el lado derecho de mi nariz.
-¿Estás segura? -Yo asentí. El resopló y sacó unos guantes de goma de una cajita. Luego se los puso...
Salí de allí con la mueca de dolor aún grabada en mi rostro. ¿Por qué todas las personas dicen "casi no duele" cuando en realidad te daban ganas de llorar del dolor?
Busqué a Chloe con la mirada, estaba en el mostrador de una tienda de accesorios. Caminé hacia ella y le piqué el hombro. Ella se dio la vuelta y abrió la boca en forma de "O".
-¡Te lo has hecho! -dijo llevando su mano a mi nariz. Con sólo el hecho de tocarme, me dolieron hasta los pies.
-¡Ahh! ¡Quítala! -ella quitó rápidamente su mano de mi nariz.
-Lo siento.
-No te preocupes.
-Ahora a la estética, ¿no?