DULCE AMARGO

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Ahora tenía un plan, sabía que hacer, no sabía cómo, pero lo iba a lograr. Pronto saldría de ahí y su boleto de salida sería su propio amo.

Estuvo dando vueltas toda la noche, trataría de seducirlo, enloquecerlo y así pedirle la libertad y no se negaría.

– iremos al jardín– comunicó Joaquín caminando

Emilio se puso en marcha unos pasos detras de él.

El jardín era inmenso pero no lo conocía, no tenía permiso pero pronto el jardín se convirtió en bosque, y en el bosque encontraron una pequeña cascada .

– te quedarás aquí en vigía, si alguien viene no le dejes avanzar más . Diles que estoy meditando . El viento sopló fuerte y a Joaquín le llegó el aroma de Emilio, y ahí estaba de nuevo su olor a inocencia, en el Olimpo la inocencia solía traer muchos problemas, aquel baño de almendras ya había perdido efecto, ahora debía pensar como hacerle otro.  

Joaquín se dió la vuelta y desapareció entre los árboles, Emilio lo siguió lo más que pudo con la mirada pero luego lo perdió.

Por primera vez desde que fue dado como esclavo tenía tiempo solo. Si estuviera en otro lado saldría a correr . O por lo menos a gritaría pero allí donde estaba no había nadie que

Pudiera salvarlo.

Se sentó en una roca , mirando detalladamente su entorno , habían muchos árboles, pero uno llamo más su atención. Uno de almendras .

De nuevo, se sintió embriagado por el olor dulce que desprendía.

Se acercó

– ¿Que hacés? –inquirio Joaquín en un tono más fraternal.

– No se qué tiene , pero me siento como....

– ¿ embrujado ? – completo Joaquín la frase. – ¿ indefenso y a la deriva ?

Emilio asintió a todo lo mencionado.

Joaquín tomo una de las hojas del árbol y la dividió en dos.

La hoja se tornó dorada de inmediata.

Del centro de ella brotó una gota de un líquido igual de dorado y con un olor muy dulce.

– Este soy yo, esclavo. Atraigo, soy seductor como el olor de esto – puso la hoja debajo de la nariz de emilio y este inspiró profundo tragándose el olor, tanto que se sintió algo mareado y dió un tumbo hacia atrás, de inmediato Joaquín lo sostuvo con su cuerpo, lo atrajo a su pecho y recostó al tronco del árbol hasta quedar sentado en el piso con el cuerpo indefenso pero despierto de Emilio. Joaquín se permitió admirar a su esclavo, era muy guapo, sus ojos eran demasiado profundos pero al mismo tiempo podían leerse sin problema, Joaquín no era tonto. Sabía que el chico estaba tramando algo, pero simplemente quería ignorarlo, por primera vez estaba consiguiendo eso que se le fue negado por ser hijo de Afrodita. Besó la frente del muchacho y lo abrazó. Lo abrazó pensando en las posibilidades, pensando en aquella falsa profecía en su cumpleaños, lo abrazó queriendo ser más. Lo abrazó y se dejó llorar sobre su cabeza. Él podría fácilmente cambiar su palacio, su riqueza , podría cambiar todo por que esa profecía fuera real.

Emilio recostado en el cuerpo de su amo, se sentía extraño. Sentía pena, tanto por el mismo como por su amo que estaba llorando y abrazaba a un esclavo mortal como si no tuviera a nadie más. Sentía dolor de cabeza, aquel dulce aroma seguía en su nariz – pero este, Emilio, este es mi verdadero yo – Joaquín tomo en su dedo aquel néctar de la hoja y lo introdujo en la boca de Emilio.

En seguida el esclavo despertó de su ensueño, tosiendo, casi vomitando. El sabor de aquel néctar era horrible. Amargo como ningún otra cosa en el mundo. – soy amargo, si me conoces a fondo, te causaré repulsión, y sí, ganas de vomitar también.

Algo había cambiado allí. Ninguno de los dos lo supo, nadie lo sintió pero paso.

Una corriente de aire helado estremeció los árboles. Y Joaquín se puso alerta, sabía perfectamente lo que significaba.

Cómo pudo, se deshizo de las telas que cubrían su menudo cuerpo, subió sobre su esclavo y le habló al oído.

– recuerda, tienes prohibido tocarme – Emilio no entendía el repentino cambio de actitud de su amo, pero le era imposible pensar claramente cuando el joven estaba tocandolo, Joaquín obligó a Emilio a tumbarse en la fria tierra.

– ¿que se siente, eh? Tenerme aquí, desnudo ante tí, expuesto y no poder tocarme como quisieras. – Joaquín se removió sobre el esclavo. – cúbreme con tu cuerpo , viene alguien, ¡Es una orden, obedece, esclavo!

Emilio se sentó y rodeo al semidios con sus brazos y uso parte de las telas en el piso para cubrirlo mientras él se acurrucó en el cuello del esclavo.

– ¿que haces aquí? – habló Joaquín a la nada. Emilio se desconcertó, solo estaban ellos allí y pues, Joaquín obviamente sabía que hacía Emilio allí

– sobrino, veo que estás ocupado, perdona persona la interrupción, pero sabes que tu madre me debe algo.

La respiración de Emilio era totalmente incorrecta, su amo estaba mordiendo y lamiendo su cuello, e inconscientemente sus manos habían encontrado un lugar en el cuerpo de Joaquin, estaba en su cintura, manteniéndolo firme y en cierto modo protegido.

– Pues verás querido Hades, eso que buscas no lo tengo yo. Ahora sí me permites estoy ocupado aquí.

Hades emitió una risa algo macabra de desapareció, con él el frío irracional y el sentimiento de dolor que de pronto se sentía en el ambiente.

Emilio aún no sabía que sentía, estaba exitado, triste y confundido. Le gustaba tener sus manos donde las tenía, el semidios acurrucado en su pecho no le molestaba tanto y...

– anda, visteme. Y no vuelvas a tomarme por la cintura... sin que te lo ordene






N/A: casi olvidó que debía públicar hoy. Así que aquí está! 

Hagan sus apuestas por Hades. 

Con amor, Levi.


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