JiMin, un chico al que nunca le gustó los cambios y menos si se trata de aquellos que pueden afectar en gran medida en su vida, por ello siempre necesita realizar una planificación cuando algo nuevo surge, por eso cada inicio de año escribe en su li...
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¿Creen que todas aquellas series de eventos que suceden en la vida es porque ya han sido planeados por el universo, destino o cualquier ente en las que las personas suelen creer o es solo por pura casualidad?
No comprendía absolutamente nada, siempre buscaba ser un buen hijo, amigo y estudiante, entonces ¿por qué razón la vida decidió que era una buena idea tener que cruzarlo con ese estúpido?
De solo recordarlo hacía a su sangre hervir.
Quería pensar que todo aquel encuentro había sido sencillamente un accidente, que no volvería a fijarse nunca más en su presencia, que lo que sucedió el día anterior había sido el resultado de una mala acción y lo dejaría en paz. Sí, quería imaginar ello, pero su muy traicionera mente le hacía pensar que no tenía que arrepentirse.
¿En serio? ¿No arrepentirse de haber conocido a ese capullo pervertido? Já.
Recuerda con claridad la frase que le había salido en su galleta de la suerte, esa misma que una muy amable anciana le regaló a él y a TaeHyung un día de la semana pasada que por mera casualidad transitaban por las afueras de la tienda de la mujer. No era tan fuera de lo normal que las personas le ofrecieran de sus productos, así que cortésmente, tomaron el presente y le agradecieron por el detalle, prometiéndole que pronto iría a visitar el local.
Pero pensarán, ¿Qué tiene que ver eso con lo que ocurrió el día anterior? Puede que todo suene súper raro y sin sentido alguno, pero JiMin está aferrado que aquello sí tiene que ver y mucho.
Con solo una frase de aquella galleta, había arruinado toda su vida. Y aún seguía guardando en alguna parte de su habitación, aquel trocito de papel en la espera de que las palabras cobraran sentido para su existencia, una en donde sus letras fueron plasmadas con una tinta muy suave, «No aguardes a descubrir el significado de la vida, solo deja que el tiempo haga su debida labor, así que espera por una dulce salida a las amargas dificultades venideras, una sorpresa de suerte está por llegar.» Sí claro, como si eso fuese a suceder, ahora estaba más que seguro que aquellas palabras ocultaban macabras intenciones.
No tenía pruebas, pero preferiría echarle la culpa a esa mala galleta de la suerte antes de aceptar que posiblemente él era el responsable de sus desgracias.
¿Qué tanto mal hizo en su vida pasada para estar ahora atormentándose la cabeza con ese tema?
¡Vaya problema en el que se había metido involuntariamente!
El cacareo del gallo a su lado le hizo girar su cabeza para observar al pobre animal que parecía saber sobre su desgracia.
—Cong, estoy más que frito, ¿Qué haré ahora? —Lloriqueó bajito. Dejó un silencio como si el animal le fuese a responder.
