La caída del telón.

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"... después de dejarla, había un charco hecho con sus lágrimas. Yo estaba en medio, su tristeza me arrastraba hasta el fondo". Hyun Ah no miraba al joven frente a ella, nunca lo hacía. Aún estaban teniendo dos sesiones por semana, y aunque a veces parecía mejor, DongWoo podía percibir la enorme depresión que esta cargaba encima.

No la culpaba, era una mujer que había sufrido mucho. Sin embargo, encontraba frustrante que no fuera capaz de mirarle a la cara. Siempre hablaban de sus sueños, él trataba de interpretarlos, pero era demasiado abstracto; era un psiquiatra, no un adivino. Lo único de lo que estaba seguro, era que aunque el escenario cambiara, el trasfondo era lo mismo: La profunda culpa que sentía por la muerte de su exesposa. 

"Cuéntame, ¿ha cambiado algo en tu rutina últimamente?" Preguntó en un intento de obtener algo nuevo de ella que pudiese ayudarla con sus demonios.

"Sí... a Blair no le gusta que esté encerrada todo el día, así que trato de hacer otras cosas aparte del trabajo". 

"¿Qué tipo de cosas?" Esta vez estaba más intrigado, por primera vez en semanas, Hyun Ah mencionaba algo fuera de sus sueños. Quería saber cómo le iba a ella estando fuera de su subconsciente. 

"Tocar música, dibujar, voy a ver a Dara a veces". Se encogió de hombros, estaba más cohibida que antes.

"Me gustaría que trataras de hacer un diario con las cosas más relevantes que te hayan pasado en el día y cómo te hizo sentir" El joven sonreía aunque ella estuviese mirando al piso. "Lo estudiaremos en nuestras siguientes sesiones, ¿está bien?"

Hyun Ah asintió, aunque no sentía que progresaba, le gustaba la compañía de Jang DongWoo, era su motivo de seguir asistiendo a la terapia. Tanto su hermana, como su amiga, creían que era positivo para ella. Quería reconstruír su vida, de poco lo estaba haciendo, y aunque en realidad no necesitara dinero, trabajar en el café le hacía sentir mejor... Era como estar de regreso a sus años de universitaria con trabajo de medio tiempo.

*

Desde que había visto la tensa reacción en Jae al ver a Rosalya, SoJin supo que algo no iba bien. En realidad, la relación que ambos llevaban no iba bien desde hace bastante. Si era sincera, para ella, Jaejoong era sólo un premio, uno de los hombres más guapos y adinerados de aquel pueblucho miserable para presumir. Y aunque no le quería, odiaba aún más que tocaran lo que era de su propiedad. Y estaba completamente segura de que Rosalya se había atrevido a tocar a su novio. 

Así que decidió tomar cartas en el asunto, llevaba un par de semanas siguiendo los pasos de Rosalya. Descubrió dos cosas bastante interesantes: uno, definitivamente se había acostado con Jae en más de una oportunidad. Dos, estaba involucrada con la policía.

A la primera conclusión no fue muy difícil de llegar. Simplemente tuvo que seguir al imbécil de Jae a un antro de mala muerte en dónde le vio con Rosalya, no les escuchó hablar, aunque no era demasiado necesario, obviamente estaban coqueteando. 

Como no podía estar demasiado segura, la segunda vez que los siguió, los encontró en un parque. En dicha ocasión, había plantado un lápiz micrófono entre las cosas de Jae; la chica en cuestión insistía en que no debían verse, que no quería tener problemas. La misma basura de siempre. Sobretodo porque luego de victimizarse, siguieron viéndose. 

Lo segundo que descubrió, fue algo que realmente no se esperaba. La mujerzuela esa se dirigía al departamento de policía todos los días después del trabajo en el periódico. Al principio creyó que sólo era coincidencia, pero más de una vez en el mismo lugar significaba que algo más había.

Esto fue lo que la llevó hasta donde se encontraba hoy: el heartbreak, un café que el idiota de su novio manejaba. Rosalya se encontraba con el inoperante jefe de policía. Ya la tenía en sus manos, sólo debía esperar a encontrarla sola; lo cual sucedió en el baño de damas.

La chica estaba lavándose las manos con un aire de descuido cuando Sojin se acercó a ella.

"Espero que dejes de hacer lo que estás haciendo". Habló la periodista con aire imponente. Rosalya se sobresaltó ante la presencia ajena, no entendía a qué venía todo aquello.

"Estoy... Lavando mis manos". La joven habló casi burlándose, era mejor salir de allí.

Sin embargo, SoJin agarró la muñeca de esta antes de que pudiera alejarse siquiera un centímetro.

"Escúchame bien y que te quede claro, pequeña zorrita, deja de acostarte con mi novio".

La menor soltó el agarre de la periodista y la miró con una sonrisa irónica, sin responder a las amenazas de esta.

"Espero que te haya quedado claro". Sojin caminó para salir de aquel cuarto, y cuando estaba en la puerta volteó a ver a la chica de pies a cabeza antes de agregar una frase que ponía en peligro más de una pieza en la vida de Rosalya. "A menos que quieras que este pueblucho se entere de algo que no te va a gustar, Kim Shin Yeong".

La joven quedó estupefacta ante la amenaza de la mayor. Tardó un poco más en salir del baño, regresó asqueada y decepcionada de sí misma junto a SungJong. Acababa de arruinar todo el plan ¿y por qué? Por unos cuantos revolcones con un hombre que sabía no debía tocar.

"¿Qué sucede?" Preguntó SungJong, notó lo pálida que lucía la joven. Era completamente distinta a la chica que se había retirado hace algunos momentos.

Ella miró con preocupación al joven, negó con un movimiento de cabeza y luego cubrió su rostro con ambas manos.

"Me descubrieron, Jongie. Ella sabe mi nombre". Dijo en un susurro, al borde del llanto. ¿Cómo había podido ser tan tonta y descuidada? Sabía desde el inicio que estaba metiéndose en la boca del lobo y aún así no quiso detenerse. Ahora temía lo peor.

SoJin lo vio de inmediato, el pánico en sus ojos, los ojos café de ella, la que había intentado robarle. Y cuando lo hizo, sonrió; sabía que pronto alguien caería, pero si estaba segura de algo, era de que no iba a ser ella.

Puso todas las cartas sobre la mesa, en ese instante se sintió mucho más poderosa de lo que había sido jamás, pues tenía en sus manos el destino del departamento de policía y lo que fuera que estuviesen jugando al meter gentuza en su periódico. Pensó en su siguiente movimiento, ya que tenía un aliado mucho más poderoso de su lado.

SokevicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora